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Miércoles 11 enero, 2017

Gina Domí­nguez, en la mira

•Está vendiendo sus bienes
•Y de paso, pretende huir

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La duartista Marí­a Georgina Domí­nguez vive los peores dí­as y noches. Prófugo de la justicia su jefe, Javier Duarte, desde hace 87 dí­as, ella, como directora de Comunicación Social, está en la mira de la Yunicidad.

Luis Velázquez

Y lo peor: un abogado que la demandó ha denunciado que prepara su gran escape. Está rematando sus bienes, dice Tomás Mundo Arriaza.
Y por añadidura, la Yunicidad le pone vigilancia, o de lo contrario, ella se fugará.
Y más, porque el í­ndice en la llaga purulenta ya fue expuesto. Ella, con su homólogo Alberto Silva Ramos, también le entraron al desví­o millonario. Y lo peor, con empresas fantasmas.
En el sexenio anterior, por ejemplo, el gasto público en comunicación social llegó a ocho mil 200 millones de pesos, un dineral cuyo destino se ignora al detalle.
“Los carniceros” de entonces, según el relato bí­blico, mudados en “las reses”.
Gina fue “de todo y sin medida”.
Los secretarios del gabinete legal del duartazgo se le cuadraban. Le llamaban la vice-gobernadora, que tanta era la fuerza polí­tica y social que le miraban y percibí­an.
Tení­a al llamado góber tuitero “en la planta de sus pies”. Se adueñó de sus neuronas, pero también de su hí­gado y corazón.
Incluso, alguna vez sus apologistas la perfilaron como secretario General de Gobierno, y de ahí­, en el año 2016, como candidata a la gubernatura. La primera mujer en el trono imperial y faraónico luego de 74 hombres desde que Guadalupe Victoria fue el primero en 1824.
“En la plenitud del pinche poder” hubo quienes descubrieron en Gina a la Juana de Arco del siglo XXI en Veracruz.
Ahora, y luego de que la Yunicidad advirtiera que la tiene en la mira, la liebre le brincó por otro lado.
Tomás Mundo, director de Tránsito, parece, en el Alemanismo, le ha puesto “el cascabel al gato”.

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Gina trabajó en la oficina de Comunicación Social del gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, “El chueco” (un convicto por delincuencia organizada y lavado de dinero) y salió mal.
Trabajó con Javier Duarte y de igual manera terminó mal, lanzada incluso del paraí­so duartiano, aun cuando la entronizaron como ideóloga priista en la fundación “Luis Donaldo Colosio”.
En la fama pública dejó el cargo, pero al mismo tiempo, enriquecida.
Su biógrafo habla desde un periódico impreso hasta un portal, además de estaciones de radio y su par de mansiones en una unidad habitacional de Coatepec y una cadena de cafés, algunos de los cuales han cerrado.
Según el abogado que la demandara Gina manejó “una partida secreta por más de 500 millones de pesos para el manejo de la imagen de Duarte y con esos recursos hizo diversos contratos que incumplió en su pago”. (La Jornada Veracruz, Jair Garcí­a, lunes 9 de enero, 2016)
Y como ella ha sido demandada, además de estar en la mira de la Yunicidad, ahora, dice el litigante, alista su fuga.
Mal terminó.
Nunca, por ejemplo, levantó la mano para exigir a la Fiscalí­a la rendición de cuentas sobre el asesinato de los 19 reporteros y la desaparición de tres más, y el exilio de unos cinco, entre ellos, Andrés Timoteo, quien fue su otro yo, su amigo en las buenas y las malas, su confidente.
En su tiempo apretó las tuercas en contra de los reporteros incómodos e indeseables, a quienes, incluso, cerró la llave en los medios, unas veces para que los reubicaran de fuente informativa porque molestaban a Javier Duarte, y en otras, hasta con el despido.
Ella, claro, traficaba con el convenio mensual de publicidad… exigiendo una prensa “tirada al piso” del duartazgo.
Y como la mayor parte de los medios, digamos, el 90 por ciento, vive y bien de la publicidad oficial, los magnates periodí­sticos cedí­an, sin chistar, a sus reclamos, y ellos mismos caí­an en la autocensura.

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Muchos pendientes enfrenta la Yunicidad.
Entre otros, los casos de Arturo Bermúdez Zurita, Gabriel Deantes Ramos, Jorge Carvallo Delfí­n, Érick Lagos Hernández, Adolfo Mota, Hernández, Antonio Tarek Abdalá, Édgar Spinoso Carrera, Alberto Silva Ramos, Vicente Bení­tez González y Juan Manuel del Castillo, beneficiados, unos más y otros menos, en el duartazgo.
Y el caso de Gina Domí­nguez.
Y si Gina ya está denunciada y demandada en la Fiscalí­a, entonces, la ley ha de aplicarse.
Por lo pronto, el abogado que lleva el caso presentará una solicitud al juez de Control para que le congelen sus cuentas bancarias, le impidan vender sus bienes y le adviertan de las consecuencias… si huye del paí­s.
“La ví­bora chillando” está en manos del Fiscal, quien “se ha rasgado las vestiduras” diciendo en Twitter y Facebook que su í­dolo terrenal es Miguel íngel Yunes Linares.
Y si es su í­cono, eje rector de su vida, entonces sólo le resta actuar en los hechos tal cual.
Y si el Yunes azul ofreció en la campaña electoral que cuatro meses le eran suficientes para encarcelar a Javier Duarte y a uno que otro duartista, ha de recordarse que hoy se cumplen un mes y once dí­as de la Yunicidad y cada dí­a que pasa es un tache en contra.


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