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Diario de un reportero
Sábado 24 diciembre, 2016

El cosquilleo del Rocinante

•Encarcelado 41 ocasiones
•La razón de cada dí­a

DOMINGO
El cosquilleo del Rocinante


El periodismo según Ryzard Kapuscinski, apodado “El señor K”:
Igual que Herodoto 450 años de Cristo en que se echó un morral con sus tiliches al hombro, “El señor K” (hablaba ocho idiomas y era doctor en Historia) caminó atrás de la noticia en cuatro de los cinco continentes.
Cubrió 25 frentes bélicos y escribió y publicó 50 libros en Polonia, 15 de los cuales están traducidos al español.

Luis Velázquez

Incluso fue corresponsal en América Latina con sede en México, el centro de operaciones desde donde se moví­a.
En la mañana y la tarde reporteaba. Hacia las 17 horas redactaba la nota del dí­a. Más tarde, escribí­a la crónica del dí­a. Y en la noche, escribí­a sus libros, mientras los amigos libaban.
Con todo, se daba tiempo para el desliz, pues era muy bueno para la enagua.
El cosquilleo del Rocinante en la planta de los pies mantuvo una relación distante y frí­a con su esposa. Su única hija le guardaba rencor por la lejaní­a que significaba.
Y es que el periodismo estaba por encima de todo. Muchas ocasiones, ni siquiera su esposa conocí­a su ubicación geográfica.

LUNES
41 veces encarcelado


El periodismo según Ricardo Flores Magón:
Alternaba el periodismo con la pasión polí­tica. Fundó un periódico, “Regeneración”, pero también un instituto polí­tico, el Partido Liberal.
Porfirio Dí­az Mori lo encarceló en 41 ocasiones, unas veces en cárceles de México y otras en Estados Unidos, cabildeando influencias.
Algunos historiadores aseguran que Flores Magón fue el precursor de la revolución, pues desde el periódico creó una gran conciencia social que llevó a la insurgencia.
Uno de sus hermanos, Enrique, siempre estuvo a su lado, aun cuando hacia el final la ideologí­a los distanció.
El otro hermano, Jesús, se desmarcó con tiempo suficiente para meterse a la polí­tica institucional.
Preso y en la miseria, escribió una carta a su hermano Jesús solicitando un préstamo para su esposa, y en donde le juraba y perjuraba que era para comer y en ningún momento para publicar Regeneración.
Un dí­a, un gobernador del estado de México lo acusó de recibir subsidio oficial y Ricardo le publicó una carta abierta en el periódico exigiendo que lo demostrara.
Murió en una cárcel de Estados Unidos. Unos dicen que asesinado y otros que por el tifo, que entonces azotaba a la población.

MARTES
El reportero albañil


El periodismo según Ignacio Ramí­rez, el gran reporterazazo de Proceso:
Un dí­a, llegó a una cantina en las goteras de la Ciudad de México a curarse “la cruda”.
Pidió una cerveza y otra y otra.
En el fondo de la piquera habí­a tres hombres también tomando.
Entonces, les envió una cerveza y al ratito otra y al ratito los cuatro ya estaban sentados juntos.
Platicaron. Intercambiaron barajas de sus vidas. Ellos le dijeron que eran albañiles. Ignacio sólo escuchaba y seguí­a preguntando, como si estuviera reporteando.
Al ratito, le dijeron que trabajaban en la construcción de un palacio que era propiedad de un polí­tico, aun cuando los albañiles ignoraban el nombre del polí­tico.
Pidieron otra tanda. Y picado por la curiosidad reporteril, digamos el olfato, el sexto sentido, Ignacio les preguntó si habrí­a chamba para él.
Y le dijeron que sí­. Que ellos lo recomendarí­an.
Y Nacho se metió de albañil durante quince dí­as.
Así­ publicó el reportaje sobre el palacete del general Arturo Durazo, el amigo entrañable de José López Portillo, conocido como “El Partenón” y que significó un exitazazo de Proceso.
En un solo estanquillo en la Ciudad de México se vendieron 5 mil ejemplares.

MIÉRCOLES
La mirada perspicaz


El periodismo según Francisco Ortiz Pinchetti, el gran cronista que fuera de Proceso, sin parangón:
Dueño de una prosa excepcional, rí­tmica, palabras como olas que desembarcan en la orilla de la playa, frases lacónicas como fuerza del oleaje, Pinchetti desarrolla a plenitud el ejercicio de la observación. La mirada crí­tica y perspicaz.
Llega a un evento y sólo mira. Y mira con una mirada social y antropológica y sicológica y siquiátrica y cultural, teniendo como eje central los detalles. Los detalles de la vida cotidiana. Los detalles insólitos, excepcionales, fuera de serie.
Luego, se documenta en la hemeroteca buscando frases célebres de los personajes noticiosos. Frases que expresen una identidad, una personalidad, una forma de ser, un estilo de ejercer el poder y gobernar.
Así­, documenta el momento social. Y rastrea antecedentes históricos.
Y entonces, se encierra en casa a escribir y escribir y escribir.
Hubo un tiempo en que si cometí­a un error en una frase tiraba la hoja escrita y volví­a a empezar, porque creí­a que volviendo a escribir un texto solito se va puliendo.
Tal cual suele escribir cada frase, cada oración, como el poeta escribe las estrofas.

JUEVES
Escribir para amar


El periodismo según John Reed:
John Reed murió de 33 años de edad, de tifo, en el tiempo de la revolución rusa y su cadáver fue sepultado en la Plaza Roja.
Dejó dos obras literarias periodí­sticas inmortales, igual que Juan Rulfo: “México insurgente”, su crónica de la revolución al lado de Pancho Villa, y “Los diez dí­as que estremecieron al mundo”, su crónica de la revolución rusa al lado de Lenin, con quien solí­a platicar tomando café sus piernas rozándose de tanta cercaní­a y confianza mutua.
En Estados Unidos fue un activista social. Por ejemplo, participó en huelgas obreras alentando a los trabajadores. Montó obras teatrales con sentido polí­tico y social, en defensa de la población.
Fue amante de la esposa de un banquero. Y como ella era una escritora frustrada financiaba a John Reed. El viaje de Reed a Rusia ella lo auspició y luego abandonó la comodidad con el marido y lo siguió.
En Village le puso un departamento de dos plantas. En la planta baja, los escritores y reporteros y artistas de la época se reuní­an a libar y a platicar de los libros que escribirí­an. En la parte alta, Reed escribí­a sus crónicas y libros.
Y hacia la madrugada, cuando todos estaban ebrios, incluso durmiendo la mona, la mujer subí­a a la recámara para hacer el amor con John Reed que seguí­a tecleando la última hoja del dí­a.

VIERNES
La razón de cada dí­a


El periodismo según el joven Julio Scherer Garcí­a.
Scherer cubre la fuente de la secretarí­a de la Reforma Agraria para Excélsior.
Un dí­a, el vocero le dice que fue incluido en la lista de los embutes mensuales.
“Yo no…gracias” le dice.
Meses después descubre que otro reportero cobra en su nombre y con la firma falsificada.
Y Scherer investiga, escribe y publica un trastupije en la Reforma Agraria.
Un dí­a hay un golpe militar en algún pueblo de América Latina. Scherer pide a su jefe de Redacción ser enviado. El jefe se niega.
Entonces, toma un cuadro pictórico de un famoso colgado en la sala de su casa, lo vende y él mismo se financia el viaje.
Y desde el lugar de los hechos sus reportajes se van a primera plana.
El periodismo, vivido como pasión superior de la vida. El periodismo, encima de todo, la razón de cada dí­a.


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