Traumas de Javier Duarte
•El origen del desastre
•Frustrado, se vengó de todos
1
Los traumas que Javier Duarte arrastra de la vida lo despeñaron como gobernador de Veracruz.
En el Instituto Rougier, donde estudió los tres primeros años de la primaria, le apodaban “El come/moco”.
Luis Velázquez
Gordito y con la voz de flauta, voz de pito, la misma voz que tenía Francisco Franco, los colegas de la escuela se pitorreaban.
En Córdoba, donde terminara la primaria, quiso pertenecer a la cofradía de los alumnos hijos de ricos y se frustró más.
La muerte de su padre en el temblor del 85 en la Ciudad de México lo descarriló.
Igual que Fidel Herrera quien de adolescente vendía longaniza y cocadas en Cosamaloapan para ayudar en el gasto de la casa, Duarte se levantaba temprano para hacer el pan en la panadería de su señora madre.
Luego, agarraba la ruta de Omealca a Tezonapa, con el pan en una canasta al hombro, a vender de pueblo en pueblo, según contaba en un autoexorcismo.
Su primer trabajo con Fidel Herrera fue de telefonista en que los amigos reporteros de Veracruz le dictaban todos los días un resumen de las noticias importantes para entregar al “tío”.
Pero como no sabía escribir tecleaba como las gallinitas picoteando el maíz, grano por grano, de tecla en tecla, para llenar el buche.
Igual de jodido que otros, magnate ya Rafael “El negro” Cruz, de Nopaltepec, solía invitarlos a comer en el mercado y luego cruzaban la calle para comprar tres trajes al precio de uno, baratos y en oferta, uno de los cuales regalaba a Duarte.
En las noches, Fernando Chárleston junior llegaba al departamento donde Duarte vivía y como toca la guitarra se la pasaban cantando a José José con licor barato para olvidar las heridas sociales y económicas.
Al lado de Fidel en la secretaría de Gobernación, Jorge Carpizo McGregor, conoció al rector de la Iberoamericana, y logró una beca para estudiar la licenciatura, mientras Karime era hija del riquillo de Coatzacoalcos.
Y como infancia es destino (Sigmund Freud), y como el odio social suele traducirse en venganza cuando se accede al poder (Gregorio Marañón en “Tiberio, historia de un resentimiento”), el alma de Duarte fermentó en la venganza.
2
“El gordito” con voz de pito, rechazado por la elite social cordobesa, se llenó de frustraciones.
Además, nunca perteneció a un grupo político. Y si quiso cobijarse en el duartismo era porque significaba la única esperanza y la única salida.
Y más, porque es un hombre bipolar, influenciable, irritable, rencoroso y vengativo, que ni perdona ni tampoco olvida, y en la primera oportunidad, se venga, y se venga devolviendo “ojo por ojo y diente por diente”.
Caprichudo, pero sin carácter, fue, sin embargo, hábil ante Fidel Herrera, con quien brincara de telefonista a secretario particular, por un solo atributo: a todo le decía sí.
Sí, le decía como subsecretario de Finanzas y Planeación.
Sí, como titular de la SEFIPLAN.
En las versiones del fidelato siempre se aseguró que depositaba un millón de pesos diarios a la esposa del góber fogoso.
Y si se considera que en un año hay 364 días son 364 millones que nada significan ante el presupuesto anual de cien mil millones de pesos.
Pero al mismo tiempo que depositaba para Fidel y para la familia, también arañaba el presupuesto.
Pronto aprendió, con el doctorado impartido por Fidel Herrera en la Universidad de Harvard, campus Nopaltepec, que en política, como afirmaba Carlos Hank González, “lo que se compra con billete… sale barato”.
Y una vez ascendido al poder fue “de todo y sin medida”.
Era la hora de desfogar traumas y fobias.
Y vengarse, poniendo a todos sus pies.
Y se vengó de todos, enriqueciéndose a la sombra del poder y desde el poder, soñando con transfigurarse en un nuevo rico, olvidando, sin embargo, la enseñanza de Gabriel Careaga en su libro clásico sobre las clases medias: los ricos de abolengo nunca, jamás, aceptan del todo a los nuevos ricos, y más, si son ricos sexenales.
En todo caso, les abren la puerta, y al mismo tiempo, los usan.
3
Por eso, trepado en la cresta del poder lo quiso tener todo.
Tuvo, por ejemplo, su ranchito en “El faunito, 60 mil metros cuadrados, con 15 habitaciones, y una capilla con 14 bancas.
¡Ah!, pero también, una cava con más de 300 vinos nacionales en el momento de ser embargado.
Y que según las versiones de los mismos duartistas “El faunito” honraba su nombre porque era el centro de las orgías, donde los invitados eran barbies, cortesanas y gays.
La diversidad sexual, pues.
También tuvo su lanchita italiana de 9 millones de pesos para navegar en el Golfo de México y desembarcar en el río Papaloapan, a la altura de Tlacotalpan, en su otra residencia, a nombre de su amiguito Franky García.
Y cada día se gastaba 4 millones de pesos sólo para que le tiraran incienso a su paso, con pagos millonarios a varios medios nacionales, entre ellos, a TV Azteca, Televisa y Milenio TV.
Y para su defensa contrató los mejores despachos jurídicos de la nación. Uno de ellos, el del jefe Diego Fernández de Cevallos. Otro más, el del Procurador de Justicia de la República, Raúl Cervantes. Y otro más, el del hermano del secretario de Gobernación, Miguel íngel Osorio Chong.
Un viernes de carnaval habló por teléfono al secretario de Finanzas y Planeación:
“Envíame cien millones de pesos” le ordenó.
Un día, el primer Contralor, Iván López, se emborrachó con los amigos en la oficina. Ebrio, dijo:
“Karime Macías es insaciable. Todo quiere”.
Ignoraba que le tenían una cámara oculta. Y lo grabaron. Y Duarte lo despidió.
En aquellos días turbulentos de las marchas de la UV en Xalapa para el pago de los 2,500 millones de pesos de deuda citó al gabinete social y al Consejo de Administración del Instituto de Pensiones en la Casa Veracruz.
Los plantó. Flavino Ríos presidió la junta. Y a la mitad de la reunión, Javier Duarte se enlazó en videoconferencia.
Estaba briago en “El faunito”.
Y luego de putear a varios líderes sindicales miembros del Consejo de Administración del IPE, colérico, dijo con su voz de flauta:
“¡No le voy a pagar a la UV! ¡No le voy a pagar a la UV!”.
Era Javier Duarte. “En la plenitud del pinche poder”.
El niño a quien apodaban “El come-moco” vengándose del mundo político que lo menospreciara.
Cumple hoy 52 días prófugo de la justicia.
Handel 13 Dic, 2016 - 18:32
Error error, no le decian el come moco, le decian el cacha mocos
Muy bien ,no deja de ser el come moco por eso pasó lo que ya sabemos,eso le pasa a los ,imb 12 Dic, 2016 - 19:02
Francisco Ochoa 08 Dic, 2016 - 01:06
Me vomitè