Que huyó en avión de Toño Sierra, socio de Fidel Herrera, y dice que ni tiene avión ni tampoco helicóptero.
Carlos Loret de Mola tuitea y dice que le dijeron que lo vieron en la Ciudad de México.
El secretario de Gobernación, el presidenciable Miguel íngel Osorio Chong, fue lacónico con el reportero Ciro Gómez Leyva:
“No ha huido”.
Ningún reporte hay, por ejemplo, de Migración.
Y por el contrario, tanto Gobernación como la PGR rastrean sus pistas.
Y si este gobierno, dijo Chong, inició la averiguación previa sobre enriquecimiento ilí­cito y peculado, entonces, “este gobierno” consumará la acción.
Es decir, el dictamen sobre su culpabilidad y/o su inocencia… en la que, de paso, nadie creerí­a.
Incluso, el asunto ha dado para tanto que algunos académicos de universidades de la Ciudad de México incendian la verdad universal de que “pueblo chico, infierno grande”, y dicen que se trata de una pantomima.
Que Duarte no será detenido. Ni menos juzgado. Ni menos enviado a la cárcel.
Así­, el góber con licencia, que por fortuna ha dejado de tuitear pues ya tení­a enloquecida a la elite polí­tica y reporteril, se ha convertido con Bob Dylan en los hombres más buscados del mundo.
A Dylan, por ejemplo, la Academia Sueca que le entregara el Premio Nobel de Literatura lo anda buscando por la mitad del mundo y la otra mitad.
Olvidan, por ejemplo, que Bob Dylan es así­. Misterioso. Pero además, la publicidad le produce taquicardia. Lo único que cuenta, ha dicho, son mis palabras y mi música.
Y en el caso de Duarte sus palabras son apocalí­pticas. “Nada debo. Nada temo. Tengo la frente en alto y las manos limpias. Son infamias acusarme de enriquecimiento. ¿Dónde está el dinero, a ver, dí­ganme, dónde está?”.
El mundo, pendiente de Javier Duarte y Bob Dylan.
En Estados Unidos, el equipo de Hillary Clinton busca más mujeres a quienes Donald Trump haya intentado seducir. Sabe la candidata presidencial que por ahí­ Trump ha entrado en caí­da libre.
Duarte, con todas las compuertas abiertas de Los Pinos para que los ventarrones lo descarrilen.

BALAUSTRADAS: Dí­as cardiacos viven el góber con licencia y los suyos. ¡Sálvese… quien pueda! constituye el nuevo grito patriótico.
Yo, dice Duarte, “no meto las manos al fuego por nadie”.
También Flavino Rí­os lo repite.
Los otros, callan, temerosos de que la PGR les caiga.
Los ex secretarios de Finanzas y Planeación, por ejemplo, andan cada uno con un amparo de un juez federal. Solo les falta copiar a Guillermo Padrés, el ex góber de Sonora, quien ha tramitado 40 amparos.
El cochinero priista de Veracruz, en las grandes ligas del estrellato.
El duartismo, en el peor descrédito nacional.
Dirí­ase, incluso, que fue la constante desde el primero al sexto año del llamado sexenio próspero y que por desgracia en Los Pinos se volvieron sordos.
El escándalo. El dinero oficial con sentido patrimonialista. Chingarse la lana fue el verbo que ellos conjugaron en todos los tiempos. Presente, pasado y futuro. Y lo peor, en una cí­nica y frí­vola competencia para enriquecerse lo más pronto posible que los demás.
Ahora, huyendo. En el mejor de los casos, agazapados, con las veladoras prendidas a San Enrique (Peña Nieto) para el perdón. Y, de paso, “tirándose al piso” de san Miguel íngel (Yunes Linares), a quien han entregado papelitos, documentos y hasta grabaciones.
“En la plenitud del pinche poder”, nunca, jamás, en ningún momento, imaginaron ni creyeron que “el destino los alcanzarí­a”.

ESCALERAS: De pronto, la población de Veracruz descubrió que llevaba mucho tiempo sin conversar. Y ahora, ha redescubierto que el único tema que los une se llama Javier Duarte, JD.
En las cantinas se forman quinielas alrededor de un solo eje central. ¿Caerá o el show polí­tico y mediático es pura faramalla?
En el café están confundidos con tanto rafagueo polí­tico y mediático. Si la PGR quisiera, ya lo habrí­an detenido, apuestan.
En la intimidad, antes y después de hacer el amor, las parejas prohibidas se pelean por el destino de Duarte.
Por lo pronto, los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca por elementos policiacos del gobierno de JD están con la esperanza inflamada, luego de que Osorio Chong les ofreciera en Coatzacoalcos que Arturo Bermúdez Zurita está en la mira, acusada de desaparición forzada, es decir, el vasallaje a los más elementales derechos humanos.
Pero Bermúdez es apenas, apenitas, la punta del iceberg que lleva a Javier Duarte.
“Todo nos chingamos” ha reconocido el diputado federal Édgar Spinoso Carrera, otro de los presuntos socios de JD.
Y si “todo se chingaron”, entonces, ahora, “el que la debe… la paga”.
Solo así­ la población electoral de Veracruz creerí­a, digamos, en Peña Nieto, después de tantos años de silencio y omisión.