cargando

En twitter:

Crónicas
Jueves 29 septiembre, 2016

Vio morir a su hijo en manos de sicarios

Rosario Rojas Aragón, dirigente magisterial en el sur de Veracruz, ví­ctima de constantes amenazas
•Estancada la investigación en la Fiscalí­a, pero ella, firme, sigue luchando confiando en la justicia


Rosario Rojas Aragón vio a su hijo, Miguel íngel Castillo Rojas, morir a manos de sicarios en abril y casi pierde a otro, Moisés, en dos ocasiones, la más reciente, apenas el pasado 20 de septiembre, en Coatzacoalcos. A pesar de la muerte y de las constantes amenazas, la actual vocera del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano (MMPV) no cede en su lucha junto a cientos de profesores...

Violeta Santiago

  • Miguel Ángel Castillo Rojas, asesinado, con su madre Rosario Rojas Aragón

  • Hermanos Miguel Ángel y Moisés Castillo Rojas

  • Moisés, baleado mientras conducía su auto

de Veracruz en contra de la Reforma Educativa.

La maestra asentada en la convulsiva ciudad de Las Choapas, Veracruz, acaba de cumplir 35 años de servicio en este mes de septiembre. Egresada de un Centro Regional de Educación Normal en el estado de Quintana Roo, inició su trabajo en el municipio de San Andrés Tuxtla, en una comunidad rural a la que, para llegar, tení­a que cabalgar cinco horas y sortear numerosas dificultades para llegar a un aula sin electricidad ni agua.

“Tení­a que pasar cinco rí­os; nos quedábamos en el Salto de Eyipantla en camión y luego caminando una hora, de ahí­ los caballos de la gente de la comunidad. Pero como todo padre de familia, en las comunidades rurales, atentes valoraban el trabajo del maestro”, comenta con orgullo.

Al salir de la escuela normal era la misma institución que enviaba a los profesores a los lugares en donde se requirieran sus servicios, explica. Pero poco después de estar en San Andrés se mudó junto con su esposo, que vení­a de Tamaulipas y también era profesor, a la ciudad de Las Choapas, al sur de Veracruz, para dar clases en las escuelas Eduardo Soto Inés y Vicente Lombardo Toledano.

“Las Choapas en sí­ es tranquilo; no te voy a decir que es muy tranquilo, siempre ha existido la inseguridad, ahorita es peor, (pero) antes habí­a inseguridad, ”˜ahorita”™ la ola de crí­menes, asesinatos, levantones y desaparecidos es más todaví­a”.

Rosario Rojas transmutó de una profesora tradicional a una activista aguerrida en el 2013 “cuando se inicia todo esto con la reforma”. Entonces esperaban que el secretario de educación y sus lí­deres sindicales “salieran a dar la cara con nosotros”, pero al notar que no habí­a soporte por parte de estos, surgió la inconformidad y se convocaron las primeras marchas en Coatzacoalcos y Minatitlán.

La educadora choapense fue más allá al acudir el 11 de septiembre de ese año hasta las protestas en la Ciudad de México. Fue en el transcurso del viaje, en un autobús con otros 51 maestros, que hablaron de organización y liderazgo. Ya en la ciudad nombraron 10 representantes, entre ellos Rosario Rojas, quien recuerda: “Yo no aceptaba, no tení­a ropa y dinero y tení­a poco de haber perdido a mi esposo, pero ante la insistencia y de ver la situación y analicé que eso nos iba a afectar demasiado y me qued锝.

Ella vivió en carne propia el desalojo de profesores el 13 de septiembre, cuando de los 10 compañeros que conformaban su grupo, apenas quedaban 4 y ella. A raí­z de esos sucesos, nació el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano. “No somos de la CNTE, pero sí­ estamos trabajando con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación”, aclara.

Sin embargo, el repliegue de los manifestantes se dio a partir de la presión que realizó la Secretarí­a de Educación Pública y el Gobierno con descuentos, represión, suspensión de pagos. “La situación económica es la que nos llega a seguir adelante o a detenerte. Maestros que tienen hijos, que estudian, maestros que sus esposas no tiene profesión… Se resintió la economí­a familiar”.

De la presión económica sólo hubo un paso hacia los primeros crí­menes. El temor de los maestros veracruzanos ya no era únicamente la pérdida del empleo o el descuento de algunos dí­as de salario; se estaban jugando la vida.

“A nadie se le convenció ni se lavó el cerebro, tení­amos que defender nuestro trabajo y la educación pública por nuestros niños, padres y por nosotros; la Reforma Educativa nos lleva al despido de maestros y el fin de la educación pública” argumenta Rosario Rojas, quien también recuerda cómo muchos de sus alumnos llegaba a clases sin desayunar, sin comer, sin lápices y sin cuadernos.

La razón de existir del MMPV se basa en el desamparo del magisterio veracruzano por parte de la Sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores por la Educación (SNTE). “No podí­amos quedarnos con los brazos cruzados”, sentencia. Pero de la mano del movimiento llegaron las amenazas, los maestros dejaron de protestar como en el 2013. Desde el primer momento que salimos a las calles empezó la represión; se perdieron vidas y se derramó sangre”. Entre ellas, la de su hijo.

Exhala.

Al momento de la entrevista, dí­as después de la muerte de su hijo, Rosario Rojas aún tiene la voz ronca: el bemol de una madre que ha gritado por las injusticias, llorado por la crueldad y reclamado la impunidad e ineficacia de las autoridades bajo el mando de Luis íngel Bravo Contreras; el mismo timbre que el de cientos de madres veracruzanas.

Rosario Rojas Aragón se queda sin palabras.

Pasan varios segundos antes de que retome la entrevista y comente: “Esta inseguridad que estamos viviendo no nada más en Las Choapas, es a nivel nacional es culpa del mismo gobierno, culpa del estado. ¿Cuántas muertes han habido en Las Choapas y cuántos asesinos hay encerrados? Esa es la incógnita. ¿Cuántos desaparecidos? ¿Qué se ha hecho? ¿Ya se investigó? No sabemos; eso es tarea que nos queda todos”.

El 5 de abril del 2016 regresaban a clases luego de las vacaciones de Semana Santa. Miguel estaba triste y no querí­a presentarse en la escuela ese dí­a “porque se sentí­a mal”.

”“¿Qué tienes, Miguel?

”“Déjeme descansar, quiero descansar y descansar. ”“Eso fue como a las 06:30 de la mañana.

”“Hijo, pero ¿por qué?

”“No sé, mamá, déjeme.

”“Bueno, veremos…

“Él estaba muy deprimido y no sé ni por qu锝 recuerda la profesora, quien retornó cerca del mediodí­a a la colonia La Sabana, al hogar en donde viví­a con su hijo, el cual acababa de ser padre de una niña. La empleada de la casa le dijo que Miguel habí­a salido a comprar.

Cuando él regresa de comprar, Moisés y Rosario salieron de la casa y vieron cómo mientras Miguel caminaba hacia ellos se bajó un hombre de una motocicleta y le dispara. Miguel traí­a una bolsa con huevos, medio kilo de tortillas y un paquete de jamón, porque querí­a huevos con jamón.

El joven profesor intentó mirar a su agresor mientras la vida se le iba escapando. Al voltear le dieron otro impacto, que lo hizo caer y ahí­, desde el suelo, el remate que apagó su existencia. “Nosotros corrimos, gritamos y ya no pudimos hacer nada”.

En su dolor, en un momento que aún no puede explicar ella, intentaron confrontar a los sicarios, pero “el asesino nos balaceó; yo corrí­ y las balas me tocaron cerca de los pies” mientras que su hijo forcejeó con uno de los asesinos, lo tumbó de la moto y le quitó el casco, pero el sujeto se defendió y le disparó en cinco ocasiones, dejándolo malherido.

Al tiempo que los dos individuos huí­an en una motocicleta, vecinos y familiares pedí­an auxilio para Moisés, que se desangraba. La patrulla demoró 40 minutos en llegar y la ambulancia arribó aún más tarde.

Alrededor se formó un cúmulo de policí­as y curiosos que grababan y tomaban fotografí­as por igual. “¿Por qué no se fueron detrás de los asesinos, por qué no los buscaron? Yo no creo que el trabajo de la Policí­a Municipal, de la Estatal, de la Ministerial, es nada más ir a levantar (los cuerpos) o esperar a que asesinen a alguien para ir a tomar ví­deos”, exclama con coraje al recordar la escena.

Luego hubo una riña con los Policí­as Municipales porque estos se limitaron a videograbar a la maestra mientras se apostaba sobre el cuerpo sin vida de su hijo.

Durante la discusión, un elemento la empujó. “No empujes a mi mamᔝ, clamó el joven desde el suelo, sangrante, quien se levantó como impulsado por un resorte y así­, herido, se interpuso entre el uniformado y su madre. “Lo agarraron de los brazos, él habí­a recibido dos balazos ahí­ y aun así­ le doblaron la mano hacia atrás y le lastimaron la vena, ahí­ estuvo a punto de perder el brazo porque la sangre no llegaba a sus dedos”.

Desde ese entonces, la maestra ya pedí­a al gobierno del estado que tomara “cartas en el asunto” no sólo por el caso de su hijo, Miguel íngel Castillo Rojas, sino por el resto de los asesinatos en Las Choapas.

El martes 20 de septiembre nuevamente la vida de Moisés Castillo Rojas estuvo en peligro, cuando el automóvil en el que viajaba junto con su primo fue perseguido por otra unidad, desde la cual unos sujetos le dispararon. Esto ocurrió en la avenida Universidad, en la ciudad de Coatzacoalcos.

Moisés volvió a ser herido y logró llegar a una farmacia, luego de que su automóvil terminó chocado sobre la acera, mientras que los agresores se daban a la fuga a pie, pues dejaron abandonado en el lugar una camioneta tipo Jeep Compass, 2013, con placas YJR5607, que según el Registro Público Vehicular cuenta con reporte de robo.

Aunque en su momento diversos medios manejaron que el automóvil Toyota Yaris en el que viajaba Moisés y su primo tení­a reporte de robo, la consulta en el REPUVE de las placas YKU2736 reveló que la unidad del joven no tení­a ninguna inconsistencia o reporte.

Inmediatamente el MMPV condenó las agresiones que sufrió el joven y envió una carta en la que exclaman: “Y ahora, esta agresión. ¿Qué sigue? ¿Quién sigue? ¿Quién gobierna Coatzacoalcos? Vaya nuestra solidaridad con la familia Castillo Rojas y nuestro repudio ante una situación insostenible en la ciudad; en el sur; y en todo el estado de Veracruz”.

A casi medio año del homicidio de Miguel íngel Castillo Rojas, la vocera del MMPV ha recibido constantes amenazas y cero respuestas. Las investigaciones están estancadas y la burocracia es enfermiza.

Los homicidios bajo el ”˜modus operandi”™ con el que se cometió el asesinato de Miguel íngel siguen siendo una constante en Las Choapas, mientras que las persecuciones y balaceras son cosa de todos los dí­as en Coatzacoalcos.

“Nadie está a salvo. La ciudad está en manos de la delincuencia y las autoridades vergonzosamente rebasadas”, advierte el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, que ahora más que nunca sigue activo.

A Rosario Rojas le arrebataron lo más preciado que una madre puede tener, pero también la han quitado la tranquilidad, la seguridad como trabajadora de la educación por vivir en un Veracruz en donde es más riesgoso (y requiere más preparación) ser maestro que polí­tico. “Voy a seguir, vamos a seguir adelante, con más garra, con más coraje, con más garra. Me quitaron a mi hijo, él también perteneció al movimiento, él es, era maestro, me lo arrebataron de las manos, peor voy a seguir luchando”.


1 comentario(s)

ROSARIO 30 Sep, 2016 - 14:50

Me admira su valor para enfrentar todo esto, lástima que como sociedad no nos unamos a ustedes en esta lucha por esta dichosa reforma educativa que mas bién es una reforma laboral, mi más grande admiración y respeto por usted, que pronto Dios le de mas fuerzas y la resignación por esta gran pérdida.

Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.