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Expediente 2024
Jueves 29 septiembre, 2016

“¡No te creemos, Duarte!”

Según el terapeuta familiar, la tercera guerra mundial se desata cuando en una pareja la mujer dice al hombre:
“¡No te creo!”.
Claro, también flota el humo de la paz cuando, por ejemplo, la mujer dice al hombre:
“¡No creo en tu fidelidad! Pero agradezco seas discreto”.
Grave también es cuando, por ejemplo, el Sistema de Administración Tributaria descubre las mentiras de un contribuyente, porque entonces ni un pacto con el diablo salva de la guillotina.

Luis Velázquez

Y si de pronto, llega un avisito de la secretarí­a de Hacienda y Crédito de que te ha pillado en una mentirita fiscal, entonces, ha de tenerse la seguridad de que hasta la casa puede perderse.
Más, mucho más grave, sin embargo, es que la población electoral diga al gobernante en turno que han perdido toda la confianza en él.
Por ejemplo, en la marcha pací­fica y el bloqueo a la secretarí­a de Educación por parte de maestros reclamando la deuda millonaria, una profe, con lentes de carey, trenzas gigantescas, rostro finito y delicado, morenita, sonrisa fácil, cargaba la siguiente cartulina:
“¡No te creemos, Javier Duarte!”.
Y es que más allá del dictamen del CEN del PRI sobre la expulsión del góber tuitero y más allá del resultado de la investigación de la PGR en contra de Javier Duarte, JD, y Vicente Bení­tez González, acusados de enriquecimiento ilí­cito y peculado, lo peor que ha pasado es que el góber tuitero terminará el sexenio sin que nadie le crea.
Ni siquiera, vaya, la militancia priista.
Ni tampoco parte de su gabinete legal y ampliado.
Y mucho se duda su familia.
Y por supuesto, ningún ciudadano común y sencillo le tiene confianza.
Por el contrario, vaya a la cárcel o a Woodlands se irá… con el repudio priista y el rechazo social y popular.
Inició el sexenio en el año 2010 con 38 años de edad y lo dejará con 44 años, recién cumplidos.
Fue el tercer gobernador más joven de Veracruz.
Y si alguna vez tuvo capital polí­tico y significó como joven una esperanza para mejorar la calidad de vida de la población, y si con todo y su voz de pito y su gordura por tantos Frutsis, palomitas y cocas, lo peor en la vida es desperdiciar el talento.
Incluso, si su inteligencia fue aprovechada para enriquecerse como presupone la PGR y la Auditorí­a Superior de la Federación, y hasta el mismo CEN del PRI, en caso de la expulsión, el desafuero, la orden de aprehensión y la cárcel, su dinero mal habido será un lastre, una vergí¼enza.
Yo, dijo su primera vocera, Gina Domí­nguez, “lamento lo que está sucediendo. Y lo admiro, pero Veracruz es más importante”.
Y eso que el gabinete legal le llamaba la vice-gobernadora y hasta se le cuadraban.

SENTIR DE UN PUEBLO

Hacia el mes de mayo, 2012, dí­as después del asesinato de la corresponsal de Proceso en Veracruz, Regina Martí­nez Pérez, el director fundador, don Julio Scherer Garcí­a, viajó a Xalapa con su equipo para encarar a JD y su gabinete de seguridad.
Y luego de un chorizo sobre la presunta investigación, don Julio le dijo la siguiente frase apocalí­ptica:
“¡No les creemos!”.
Ahora, la frase se repite como en cadena y expresa el sentir de un pueblo humillado y vejado en su dignidad humana.
Lo dijo la rectora de la Universidad Veracruzana: “Duarte nos quitó el derecho a soñar”.
Lo dice el Solecito, la ONG que con padres de familia rastrea las huellas de sus hijos desaparecidos: “¡Es un mentiroso!”.
Lo dice el Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal: “¡Miente!”.
Lo dicen las señoras en las tardes pasteleras: “¡Pinche mentiroso!”.
Nadie, pues, cree en él. Peor tantito, nada, absolutamente nada, le creen.
Que si soy un gobernador transparente, ajá. Que “tengo las manos limpias y la frente en alto”, ajá. Que “sólo poseo una casita de 700 mil pesos en Córdoba y otra de un millón de pesos en Veracruz”, ajá. Que “nunca me he robado un peso oficial”, cómo no. Que “aquí­ no pasa nada”, el pitorreo total.
Es más, el conductor de Televisa, Carlos Loret de Mola, cuenta que entre los secretarios del gabinete legal de Enrique Peña Nieto se pitorrean de Javier Duarte, diciéndose unos a otros que “aquí­, no pasa nada”.

PREFERIBLE QUE DUARTE SE PEGUE UN TIRO…

JD dirá misa. Se arrodillará ante el cura para confesarse. Comulgará. Pero nadie cree ya en su reality-show.
Podrá, quizá, librar la guillotina de la PGR, con todo y que el senador Héctor Yunes vaticine su encarcelamiento. Pero dejará la silla embrujada de palacio totalmente rico, más enriquecido, digamos, que el góber fogoso y Miguel Alemán Velasco juntos.
Y lo peor, se irá con el descrédito y el desprestigio en una población electoral que, en efecto, votó en el año 2010 por su nominación pero porque Fidel Herrera manejó los comicios y que seis años después le guarda el más canijo resentimiento y un odio creciente en cada nuevo amanecer…, así­ los suyos lo glorifiquen y le tiren incienso a su paso.
Lo peor, que nadie cree en su palabra, en su discurso, en su promesa.
Si tuviera dignidad se pegarí­a un tiro, pues ha perdido lo más importante en la vida de un polí­tico, como es el respeto y la credibilidad.


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