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Lunes 22 agosto, 2016

Los Waterloo de Javier Duarte

•Los Waterloo de Yunes Linares
•Los Waterloo de Peña Nieto

PASAMANOS: Varios destinos unen a Enrique Peña Nieto y Javier Duarte, JD.
Si el presidente de la república tuvo su Casita Blanca, el góber tuitero tiene su Casita Blanca en Córdoba de la que, dijo, sólo valí­a 700 mil pesos, pero en realidad cuesta 3 millones de pesos.

Luis Velázquez

Si a la esposa del presidente le apareció un departamentito de lujo en Miami, el góber electo dice que JD tiene en el Valle de México un rancho hasta con una alberca para sus caballos de carrera.
Si Peña Nieto tuvo su Ayotzinapa con 43 estudiantes desaparecidos, y su Tlatlaya con los 22 civiles acribillados, y su Nochixtlán con los 8 muertitos y su Tanhuato con otros 22 civiles ajusticiados por la Policí­a Federal, Javier Duarte ha tenido en los últimos dí­as los siguientes Waterloo:
Matanza en Perote. 14 de agosto. Tres jóvenes secuestrados, asesinados, mutilados, decapitados y tirados en la carretera en los lí­mites con Puebla. Un narco/mensaje. La foto en Internet da horror, miedo, pánico. En primer plano, las cabezas, y luego enseguida, atrás, los cuerpos, cercenados. La pelí­cula “El infierno” con Damián Alcázar y Joaquí­n Cosí­o, “El cochiloco”, quedó corta.
Matanza en Soledad de Doblado con tiroteo entre malosos y policí­as. Cinco muertos, entre ellos, un padre y su hijo. La alcaldesa, encerrada en el palacio municipal con el palacio cerrado. El pueblo, sitiado desde las 8, 9 de la noche cada noche. Los padres, temerosos de sus hijos. El ambiente, tenso, en el diario vivir.
Y el viernes 19, hacia el mediodí­a, otra masacre. En un poblado de Alto Lucero, ocho muertos. Una mujer y siete hombres. En fuego cruzado. Los malandros, secuestrando gentes de pueblo en pueblo hasta llegar a “El Limón” en una cacerí­a humana sin precedente. Y si en el camino hallaban un conductor en automóvil, productores de leche, lo incautaban y lo ultimaban. El infierno tan temido. Todo, hacia el mediodí­a. Cuando la policí­a y el Ejército llegaron, los malandros tuvieron espacio y tiempo para huir, se afirma, a las regiones montañosas.
Así­, la popularidad del presidente y del gobernador está en caí­da libre. En su decibel más bajo.
Peña Nieto, de cara al cuarto informe de gobierno. JD, con la pesadilla encima: las 53 denuncias penales de la Auditorí­a Superior de la Federación en la Procuradurí­a General de la república. El recurso de inconstitucional de la PGR ante la Suprema Corte de Justicia. La posible expulsión del PRI que, por cierto, algunos califican de reality show.
Amado Nervo, Agustí­n Lara y Plutarco dirí­an que con tales vidas paralelas, significarí­a, más que el principio de un gran amor, la continuidad.
Y por tanto, la cultura del pacto estarí­a en el aire.
Ni Peña Nieto perderá la elección presidencial en el año 2018 ni tampoco JD pisará la cárcel como sueña Miguel íngel Yunes Linares.

BALAUSTRADAS: En el siglo pasado, en las pelí­culas de blanco y negro, incluso, en las novelas de Yolanda Vargas Dulché, se leí­a la siguiente inscripción:
“Todo parecido con la vida real… es pura coincidencia”.
Y aun cuando nadie “viera moros con tranchetes” en las masacres de Perote, Soledad de Doblado y Alto Lucero, el PAN en Veracruz, entiéndase el Yunes azul, ha recibido un par de calambres.
El primero, el 7 de agosto, cuando en Chicontepec asesinaron al lí­der del comité directivo municipal, Sergio Garcí­a Guzmán.
Su cuerpo fue encontrado en Ixhuatlán de Madero, la tierra, por cierto, de Heberto Castillo, el gran lí­der moral del movimiento estudiantil y fallido candidato del PRD a la gubernatura de Veracruz ante Patricio Chirinos Calero.
Hecho indicativo: el lí­der panista de Chicontepec habí­a denunciado ví­nculos de la delincuencia organizada con el duartismo.
Y el segundo, el miércoles 17 de agosto, diez dí­as después, cuando el ex director de Alumbrado Público en el Ayuntamiento de La Antigua, el panista Jorge Eduardo Ponce, de 27 años, fue perseguido a balazos en la ciudad del alcalde priista, Ramón Poo Gil y, herido, pudo llegar a la Cruz Roja, donde un cuarteto de sicarios lo alcanzó y remató.
Y más por lo siguiente: según las versiones, el panista indagaba el paradero de su madre, Anell Soto Rivera, secuestrada 48 horas antes.
Y más indicativo, porque la esposa del panista acribillada fue directora del Instituto de la Mujer y su hermano, Said Nefatlí­, diputado por el distrito de La Antigua de Ana de la Reguera.
Pero antes, en la campaña electoral, también el horror y el terror.
Bombas molotov la madrugada del 31 de mayo en oficinas particulares de Pepe Mancha, lí­der del CDE del PAN, ubicadas en el fraccionamiento La marquesa de Xalapa. El 5 de junio, la vivienda incendiada del presidente municipal de Acajete, Ranulfo Eleazar Hernández. Un dí­a antes, la madrugada del sábado 4 de junio, el tiroteo a la casa del panista de ílamo Temapache, Guillermo Martí­nez Sarmiento. Y, de ñapa, la agresión de los 400 Pueblos, el 28 de junio, a Yunes Linares, Ricardo Anaya Santiago Creel, en Xalapa.
¿Coincidencia en un Veracruz flagelado por la inseguridad?
¿Calambre, mensaje directo?
Oh paradoja de la historia: en el sexenio de Carlos Salinas 600 perredistas, tiempo aquel de Cuauhtémoc Cárdenas, fueron asesinados en el paí­s.
Faltan tres meses con nueve dí­as para que Yunes Linares tome posesión y en el Veracruz de JD han asesinado a un par de panistas.
Veracruz, dice la escritora Marcela Turati, de paraí­so terrenal mudado en sucursal de infierno.
Cuidado: la violencia de los carteles también sirve para que los polí­ticos ajusten cuentas con enemigos y adversarios.
Y como dice el politólogo Carlos Ronzón, “piensa mal y acertarás”.

ESCALERAS: El caso es que hacia el final del llamado sexenio próspero (próspero sólo para los duartistas frí­volos y soberbios), nadie está a salvo.
En Alto Lucero, por ejemplo, Paquita la del barrio construyó un hotel para promover el turismo con sus canciones arrabaleras, entre ellas, “Rata de dos patas”, quizá, acaso, con mensaje crí­ptico a los funcionarios públicos.
Pero con la masacre de fin de semana, caray, si de por sí­ hay una afluencia turí­stica baja, ahora será peor.
La muerte económica por inanición, mejor dicho, por indolencia duartista en el pueblo.
Y si en Puerto Vallarte levantaron a dos hijos de Joaquí­n “El chapo” Guzmán en un restaurante, el hecho sirvió para que el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia (estudió la secundaria en la escuela José Azueta, de Boca del Rí­o), leyera la cartilla a la elite polí­tica de la nación.
“Las fuerzas federales, advirtió, no se dan abasto en todo el paí­s para cuidar calles, plazas y jardines.
Por eso, corresponde a los alcaldes y a los gobernadores custodiar sus pueblos”.
Javier Duarte, no obstante, está ocupado en librar la cárcel acusando al sucesor de la más espantosa corrupción polí­tica de que se tenga memoria en la historia local.
La seguridad en la vida y en los bienes de cada familia de Veracruz, simple y llanamente, le vale.
Mejor dicho, siempre le ha valido. Nunca le interesó. Total, con decir que los muertos vendí­an droga tiraba la toalla al gobierno federal. Oh, discí­pulo de Poncio Pilatos…


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