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Crónicas
Lunes 08 febrero, 2016

Gregorio Jiménez. Dos años asesinado el reportero policiaco

Trama de mentiras urdidas por el gobierno de Javier Duarte para acallar protestas de los reporteros del sur de Veracruz y de los deudos
•El apoyo económico de 5 mil pesos mensuales los regateaban ante la Namiko Matzumoto, expresidenta de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, hasta que de plano los anularon
•Nunca concretaron las becas ofrecidas en la declaración mediática
•En Xalapa dieron una casita a la familia, que ante la manifiesta pobreza la rentan para ayudarse teniendo la viuda tres hijos pendientes de su desarrollo
•Seis detenidos se ampararon y la sentencia está atrasada, lo que habla de la impunidad


Ignacio Carvajal/Coatzacoalcos

  • Goyo Jiménez. En el olvido del gobierno estatal

A dos años del secuestro y homicidio del periodista de nota roja Gregorio Jiménez de la Cruz, se evidencian la trama de mentiras urdida por el gobierno de Veracruz para acallar protestas de los periodistas del sur de Veracruz y de los deudos.

La casa en donde vive su familia en Villa Allende, y que fue escenario del secuestro por parte de cinco pistoleros, se encontraba en obra negra al momento del trágico momento. Y una de los ofrecimientos del gobierno de Veracruz para reparar el daño fue la conclusión de la morada. Pero los trabajos los terminó de pagar la administración municipal. La pequeña casa, ubicada en la colonia El Milagro, en medio de marismas y maleza, fue acondicionada con protecciones reforzadas, paredes, lámina de metal y baños.

Pasados unos meses de la tragedia, los apoyos económicos a la familia los anularon, eran cinco mil pesos mensuales que eran entregados por medio de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas. En ocasiones, la misma familia tení­a que andar regateando ante Namiko Matzumoto para el enví­o del dinero, y ésta, a su vez, hacer lo mismo ante las instancias superiores para que le depositaran el cheque a la viuda, Carmela Hernández.

Las becas para los hijos del reportero encontrado sin vida el 11 de febrero de 2014, en Las Choapas, algo que tampoco se concretó. En los anuncios efectuados por el gobernador Javier Duarte de Ochoa y su gobierno en general, se mencionó el respaldo con becas educativas para los huérfanos.

Lo más representativo para la familia resultó la entrega de una casa en la capital del estado, que ahora es rentada y con eso se ayudan para el gasto de la familia con tres hijos aun dependientes.

En lo legal, amparos promovidos por los seis acusados, cinco presuntos autores materiales y una intelectual, han atrasado el dictamen de una sentencia, reconoció el juez del caso, Héctor Espinoza Espino.

Los amparos han sido promovidos por la defensa ante la presunción de violaciones al debido proceso contenido en la causa 51/2014, y en el cual se le sigue periodo de instrucción a Teresa de Jesús Hernández de la Cruz, presunta autora intelectual, a José Luis Márquez Hernández, Santos Márquez Hernández, Jesús Antonio Pérez Herrera, Gerardo Pérez Hernández y Juan Manuel Rodrí­guez Hernández.

En el 2015 la Fiscalí­a veracruzana informó que el amparo promovido por la presunta autora intelectual fue desechado por los tribunales federales al no estar debidamente acreditadas las supuestas violaciones que la exonerarí­an.

"Nos dan un año, pero como se han emitido amparos se ha atrasado y se han presentado pruebas a desahogarse, entonces, nos tenemos que ampliar para evitar que más adelante pueda ser una salvaguarda por reposición del procedimiento" dijo el juez Espinosa Espino.

LOS VIVOS

Y mientras la familia de Goyo Jiménez fue timada, en esos dos años la vida dio vueltas para funcionarios y personas públicas involucradas en el caso. Amadeo Flores Espinoza dejó la Procuradurí­a, tras dos años de ausencia en la función pública, el nativo de Cotaxtla regresó al Comité Estatal el PRI, y a como marcha la contienda por la minigubernatura, podrí­a convertirse en el primer lí­der priista que pierde el estado tras más de 80 años de hegemoní­a. Ya es recordado como el fiscal que dejó el puesto por el asesinato de periodistas.

Namiko Matzumoto, ex secretaria técnica de la Comisión Estatal para la Defensa y Protección de los Periodista, en medio de una negociación pasó a la presidencia de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH). Ya es recordada como la primera titular de la CEAP y a la que más periodistas le han asesinado durante su periodo, y con esas credenciales llega a un organismo cuestionado y rebasado por la profunda crisis en derechos humanos en Veracruz, heredada por el defensor de pederastas, Fernando Perera Escamilla.

Benita González, integrante de la CEAP, que fue de las que más gestionaron apoyos y acercamientos para la familia del finado, ascendió en la organización y ahora es la Presidenta. En los pocos meses que lleva mataron a Armando Saldaña, Rubén Espinoza se tuvo que exiliar al DF, la ciudad donde terminó asesinado; mataron a Moisés Sánchez y a Juan Mendoza.

Victoria Rasgado, que tomó posesión de la Presidenta de la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos 14 meses después del homicidio de Gregorio Jiménez, y que participó de manera mesurada, en las protestas por el secuestro del reportero de Allende, ahora aspira a la candidatura de la alianza PAN-PRD por Coatzacoalcos; ya antes figuró como candidata por su municipio Natal, en Moloacán, y perdió.

Gina Domí­nguez Colí­o, vocera que amedrentó a los reporteros que se atrevieron a protestar, una pluma valiosa para entender la realidad de Veracruz en su momento, vendida al duartismo, salió de la coordinación de Comunicación Social por la puerta de atrás y terminó al frente de la Fundación Colosio, desde donde se hace notar para conseguir una diputación local.

Sayda Chiñas, una de las periodistas que colaboró activamente en la articulación de las protestas callejeras y la presencia en redes sociales ”“que fue lo que en realidad presionó al gobierno de Javier Duarte-, y que llevó el tema de Goyo a foros internacionales, perdió su empleo. No soportó las presiones al interior de la empresa ligada a Marcelo Montiel, se volvió incómoda para sus jefes y para el poder. Sólo le quedó la puerta de la dignidad. Sigue colaborando con La Jornada Veracruz, otro bastión de rebeldí­a contra el duartismo.

EL HIJO

“Me lo encontré un dí­a allá por la laguna de Villa Allende. Montado en moto. Pantalón de poliéster de esos que venden en los bazares de usados. Un chalequito de periodista. Gorra y zapatos de trapo. "Soy Luis, el hijo de Goyo Jiménez de la Cruz, y también voy a ser reportero" dijo, retador.

“Andaba en medio de la buruca de unos vecinos que disputaban unos terrenos. La cámara y la libreta en ristre a la caza de la imagen por si la vecina que traí­a el machete le brincaba a la que andaba con un garrote. No pasó nada. Sólo el griterí­o. "No salió la nota, puro chisme" y se fue.

“Me lo volví­a topar meses después en la orilla el rí­o Coatzacoalcos. Ofrecí­a pescado fresco a los que descendí­an del trasbordador. Mojado y ataviado humildemente, el hijo mayor de Gregorio Jiménez puso pausa a sueño de ser reportero:
“Contó que desde el pleito con las vecinas en la laguna comenzó a patrullar Allende al pendiente de los conflictos y sucesos.
Tomó algunas notas buenas y las mandó a los diarios de nota roja de Coatzacoalcos; alguna agencia de internet local le ofreció trabajo. "Me ofrecieron una ayuda, que allí­ me darí­an algo a la quincena, pero nunca me pagaron, sólo dos o tres veces, y poquitito. Ni para la gasolina de mi moto, por eso se me descompuso y ya no tuve para repararla".

“Ahora Luis Jiménez anda a pie. Calza zapatos regalados y le quedan grandes. Se miran salpicados con mezcla y la ropa también y es que en las mañanas, muy temprano, se levanta para ayudar a los pescadores a vender lo capturado. Le dan dinero o le regalan algunos peces para la comida de sus hijos y esposa. Habita una casita de láminas, trozos de cartón, madera y piso de tierra. Como la que su papá dejó el dí­a que se lo llevaron. Se Sigue soñando en que algún dí­a aprenderá periodismo, hará notas policiacas, como El Pantera (clave de Goyo Jiménez)”.

EL AMPARO

El 18 de junio hubo una pequeña fiesta en una celda del penal Ostión Duport de Coatzacoalcos. Es la prisión de Teresa de Jesús Hernández de la Cruz. El convivio fue para esperar noticias favorables sobre el amparo que tramitó alegando que habí­a sido torturada para admitir culpa por el homicidio de Gregorio Jiménez y que las autoridades concluyeron como un asunto vecinal.

Ese dí­a se atavió con un vestido nuevo color azul rey. Arracadas, cadenas de oro y se tiñó el pelo de tonos rojizos. Entallada en su atuendo caminaba de un lado a otro en el área de mujeres a la espera de la gran noticia. “Ya mero me voy, muchachas, ya merito, primero Dios” decí­a. Hubo hasta pastel de la marca Chocolate, carnitas, tacos, música y su familia aguardaba el veredicto que al final fue negativo. El amparo resultó desechado. Se apagó la fiesta.

VIDA Y MUERTE

Ese 11 de febrero de 2014, antes de mediodí­a, le despertaron expectativas de que Goyo habí­a sido localizado con vida. En Coatzacoalcos, funcionarios del Estado la treparon en un helicóptero y, acompañada de dos familiares, Carmela Hernández voló a Xalapa. A la Fiscalí­a General. Le darí­an noticias, prometieron.

El corazón desbordante. Cada respiro un “sí­ me lo darán con vida”. Bajó de la nave y apenas entró al cuartito en donde la concentraron con otras autoridades y sus dos acompañantes, el mundo la tragaba y deglutí­a cada segundo.

Los 30 minutos que Amadeo Flores ”“actual Presidente del Comité Estatal del PRI- la hizo esperar para reportarle personalmente resultaron un ir y venir de la agoní­a a la sanación.

“El hombre entró con una computadora. Se paró frente a mí­ y después de muchas palabras me dijo que habí­an encontrado a Goyo…: (el tiempo se detuvo, relata) "Señora, lo encontramos en un rancho en Las Choapas; pero no son buenas noticias. No lo encontramos como querí­amos".

“Después me dio unas fotos para reconocerlo. Era él. La playera que trí­a puesta. Sólo vi del pecho para abajo. Creo que me bloqueé. Me dio mucho coraje. Mucho enojo. Mucho. Estaba muy muy enojada. Amadeo me enseñó más fotos, querí­a que identificara en Cosoleacaque, que allí­ tení­an el cuerpo. Era él.

“¿Para eso me hicieron venir hasta acá? y, si estaba muerto, ¿para qué me hicieron ir hasta Xalapa? ¿Por qué no nos dijeron allá y luego querí­an que fuéramos a Cosoleacaque a reclamar el cadáver? El coraje no se me pasa”.

Carmela Hernández tuvo su primer acto de dignidad. No subió al helicóptero especial para el trasladado a Cosoleacaque. Se fue a la central de autobuses y abordó uno hacia donde los restos de su esposo aguardaban. Cinco horas de viaje: 400 kilómetros de llanto amargo y coraje. Seis dí­as de esperar a Goyo se volcaron en dos años de insatisfacciones y más lamentos. Siguió Moisés Sánchez, Armando Vargas, Juan Mendoza y Rubén Espinoza. El miedo no le da tregua pese a que los presuntos responsables están internos en el penal a la espera de sentencia. El terror sigue en casa, pues dos de los hijos de Goyo aspiran a trabajar en medios de comunicación. Quieren usar las cámaras y el equipo dejado por su padre para seguir sus huellas. Carmela lo respeta, pero no los quiere ver ejerciendo en Veracruz. No en la tierra gobernada por Javier Duarte.


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