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Crónicas
Viernes 31 julio, 2015

El último reyesherolista de Veracruz

22 años contemplan a Marlon Ramí­rez en polí­tica, donde ha aprendido a esperar los tiempos con sosiego
En el liderazgo priista tuvo audiencia con Luis Echeverrí­a ílvarez, quien le dio buenos consejitos

22 años en polí­tica contemplan a Marlon Ramí­rez. Ha aprendido, por ejemplo, la sabia enseñanza de Fidel Velázquez en el siglo pasado: El que se mueve… no sale en la foto.

Luis Velázquez

  • Marlon Ramírez. Caminando/Yerania Rolón

Ha soñado, como muchos. Y ha quedado, como muchos, en la antesala. Por tanto, nada de estresarse buscando el siguiente cargo público. Chambear hoy. Y esperar.

Además, si se estresa, el movimiento telúrico de su cuerpo se expresa en acné juvenil en su cara. Granos en el entorno y contorno. El desasosiego como eje rector.

Dos veces subsecretario de Gobierno, dos veces secretario de Organización del CDE del PRI, estudia la maestrí­a. Su tesis para licenciado fue sobre el pensamiento polí­tico de Jesús Reyes Heroles. Su tesis para el posgrado también sobre Reyes Heroles. Es, dirí­amos, el último reyesherolista de Veracruz. Incluso, recita de memoria y fluidez al tuxpeño más ilustre, por encima, incluso, de César “El tlacuache” Garizurieta, aquel de vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.

Un dí­a, cuando presidente del PRI municipal, se fue con los amigos a la ciudad de México a un encuentro con la historia. El expresidente Luis Echeverrí­a ílvarez lo esperaba en su residencia de San Jerónimo, tiempo aquel, por cierto, de José López Portillo cuando Gustavo Carvajal Moreno advertí­a a los polí­ticos que todos quien fueran a San Jerónimo el diablo los besaba.

Echeverrí­a los recibió en las oficinas del Centro de Estudios del Tercer Mundo, que tení­a.

--¿Usted cómo empezó en polí­tica?, le preguntó a Marlon Ramí­rez.

--Como todos, señor presidente, haciendo talacha.

--¿Pero qué talacha hizo?

--Bueno, pintando bardas, cargando el maletí­n…

--Sí­, sí­, pero… ¿qué más?

--Bueno, en una campaña electoral para diputado federal colgué una cartulina gigantesca en la oficina con el calendario para planear los dí­as de campaña y llevar un orden.

--Sí­, eso está bien. Pero miren ustedes, en polí­tica necesitan saber el principio básico.

La polí­tica ni es justa ni es equitativa ni nos da lo que nos toca. Y cuando ustedes sientan que la polí­tica ni es justa ni es equitativa es momento de dedicarse a otra cosa, porque la polí­tica así­ ha sido y así­ será.

Unos 20 años después, nunca, jamás, Marlon ha olvidado aquella frase kilométrica de Luis Echeverrí­a.

Y la aplica, como fórmula infalible para ser feliz. En polí­tica, claro.

También Pablo Pérez Kuri, derrotado candidato priista a diputado federal y local y a presidente municipal, le clavó como estocada otra frasecita:

En polí­tica, le dijo cuando andaba a su lado de activista, primero es enero y luego febrero. Nunca febrero va antes de enero. Y así­, de manera sucesiva, marzo y abril y…los meses siguientes.

Tal cual, su vida ha sido ascendente. Del PRI municipal al PRI estatal, por ejemplo. De la subsecretarí­a de Gobierno con Erick Lagos a la subsecretarí­a con Gerardo Buganza.

Ahora, otra vez en el CDE del tricolor.

DE ÉRICK LAGOS A GERARDO BUGANZA

--Trabajó usted con Lagos y Buganza, dos polos opuestos.

Cuenta:

--Sí­. Pero cada uno en su tiempo y con su experiencia. El gobernador Duarte me dio la oportunidad de estar ahí­, con los dos. Con Buganza, uno más uno son dos. Con Lagos, uno más uno pueden ser tres, cuatro, siete. Buganza como ingeniero es un hombre organizado y metódico. Lagos vive al dí­a. Buganza me encargó de la tarea polí­tica-polí­tica y él del gobierno. Lagos se encargó de la tarea polí­tica-polí­tica y me dejó las cosas del gobierno. Con Lagos hablaba unas siete veces al dí­a. Con Buganza, por teléfono.
Los dos me enseñaron.

--¿Qué le enseñó Érick Lagos?

-- Bueno, Erick Lagos tiene muy pegada una frase, que la aplica: Para estar adentro hay que estar afuera. Y para estar afuera hay que estar adentro.

--¿Aplica?

--La aplica. Y es cierto. Así­, Erick ha escalado.

Marlon ha regresado al PRI. Ya estuvo una ocasión. Es, dice, un trabajo ideal. Lejos de la pasión polí­tica de cada dí­a como es, por ejemplo, la tarea en la administración pública. Pero, bueno, pronto vendrán tiempos intensos. La elección del candidato a gobernador y la campaña, y de los diputados locales y la campaña. Y más, como secretario de Organización.

Por lo pronto, disfruta, digamos, el tiempo libre. Mejor dicho, tiempo en reposo que anuncia la tempestad como bien lo saben, digamos, un ranchero y un pescador en cada amanecer.

Sigue, por ejemplo, estudiando la maestrí­a. Se empapa en los discursos de Reyes Heroles. Lee a los clásicos de la polí­tica. También novelas. Mira y escudriña el presente, y se lo guarda. Rumia, pero nada dice. Hace ejercicio. Está a dieta. Ha dejado de tomar café. Toma agua. Una botella. Dos botellas.

Claro, vive con la esclavitud del celular. Jala dos. Está pendiente de las noticias del dí­a. Le llega un mensaje y de inmediato contesta. Le hablan por teléfono y responde. Se encuentra a un amigo, militante priista, y se tarjetean. La agenda está llena. Desayuno, comida y cena.

Y ejercita la memoria.

LOS ONCE DE LA TRIBU

Por ejemplo, de pronto (tema del dí­a, claro), en la mesa cae el diálogo sobre la sucesión de Javier Duarte. Y juega con la historia, digamos, el nombre de los once precandidatos que Miguel Alemán Velazco tuvo camino a la gubernatura.

Y él mismo se pone a prueba. Cuenta:

Flavino Rí­os Alvarado, “dos veces secretario de Educación, dice, dos veces subsecretario de Gobierno, dos veces secretario General de Gobierno, mucha experiencia”.

Alejandro Montano Guzmán. Jorge Uscanga Escobar. Gustavo Carvajal Moreno, ”˜”™el último que declinara la candidatura a gobernador en aquel entonces”™”™, refiere.

Guillermo Zúñiga Martí­nez, QEPD. Tomás Ruiz González, quien era director del BANOBRAS, Miguel Alemán gobernador.

Juan Maldonado Pereda. Eduardo Thomae Domí­nguez, “quien vive, parece, en el estado de México”.

José Luis Alcudia, el concuño de Francisco Labastida Ochoa, el candidato presidencial.

Felipe Amadeo Flores Espinosa.

Y Fidel Herrera, quien ganó la candidatura.

Once en total, dice, y sonrí­e por su ejercicio nemotécnico.


1 comentario(s)

01 Ago, 2015 - 12:40
Jajaja estuvo nuenisisma esta historia

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