Con Hernández Ochoa, iniciaron, por ejemplo, Carlos Brito Gómez, Guillermo Zúñiga Martí­nez, Miguel íngel Yunes Linares, Fidel Herrera Beltrán, Juan Herrera Marí­n, Carlos Brito Gómez, Rafael Murillo Pérez, Felipe Amadeo Flores Espinosa, Sergio Flores Armida, José Luis Lobato Campos, Gonzalo Morgado Huesca y hasta Roberto Bravo Garzón y Rafael Arias Hernández.

Y, bueno, Bravo Garzón falleció en el camino y quedo con las ganas de gobernar Veracruz en el sexenio de Luis Echeverrí­a ílvarez, cuando el secretario de Educación, Ví­ctor Bravo Ahuja, lo empujó pa”™lante, además, claro, de que también se la jugó por el ingeniero César Uscanga Uscanga.

También en el camino murió Carlos Domí­nguez Millán, quien fuera director de Enseñanza Media y diputado local y lí­der de la banca priista en el Congreso, que entonces era mayorí­a.

Y, bueno, un padrenuestro por Juan Maldonado Pereda, quien aun cuando provení­a del sexenio de Rafael Murillo Vidal, todaví­a le correspondió un año y fracción con Rafael Hernández Ochoa, y luego fuera cuatro veces diputado federal, presidente del CDE del PRI en el Distrito Federal, subsecretario de Gobierno con Patricio Chirinos y secretario de Educación con Miguel Alemán Velasco, quien, no obstante su amistad con Maldonado, prefirió elegir a Fidel Herrera candidato priista a gobernador.

De todos ellos sólo Dante Delgado y Fidel Herrera han llegado a la gubernatura. En aquel entonces, Dante apostó a su desarrollo polí­tico en el altiplano al lado de la compañera Marí­a Esther Zuno de Echeverrí­a, mientras Fidel apostó a Luis Echeverrí­a como candidato presidencial, claro, en el paí­s de un solo partido polí­tico, invencible: el PRI.

Los demás, y por desgracia, se quedaron en el “localismo empobrecedor” del que hablaba José López Portillo cuando impuso a Agustí­n Acosta Lagunes como candidato a gobernador , diciendo que desde el altiplano la vida del paí­s se mira mucho, quien era el caso de don Agustí­n, formado en el cí­rculo polí­tico nacional.

Yunes Linares, claro, alternó la aldea jarocha con el altiplano, pero ha perdido la candidatura a gobernador en 1980, 2004 y 2010, ahora, todo indica la buscará por cuarta ocasión, pero desde ahora del PAN.

De ellos, algunos se fueron del partido tricolor, por ejemplo, Dante Delgado, Yunes Linares, José Luis Lobato Campos, Armando Méndez de la Luz y, quizá, acaso, estarí­a el senador Héctor Yunes Landa, el discí­pulo más aventajado de Dante Delgado, incluyendo a sus alumnos Juan Antonio Nemi Dib, Alfredo Tress y Guillermo Herrera Mendoza, por cierto, el expriista, exconvergente y otra vez tricolor.

AMISTAD CONVERTIDA EN ODIO

Todos, sin haber llegado a la gubernatura, convirtieron la polí­tica en una profesión y desde que se encaramaron al poder han oscilado en mandos medios y altos, viviendo, unos, “con la medianí­a del salario” como afirmaba Benito Juárez; pero alternando su vida pública con la privada en oficios sanos e insanos, es decir, en negocios lí­citos e ilí­citos como a la mayorí­a de los polí­ticos priistas les consta.

Unos, convirtieron su relación amical en un odio visceral, que todaví­a hoy perdura.

Por ejemplo, el resentimiento entre Fidel Herrera y Yunes Linares por culpa de tres mujeres y que luego mudara a una enconada a una turbulencia polí­tica.

Claro, en ese mismo eje del mal se ubica la relación de odio de Guillermo Zúñiga Martí­nez a Dante Delgado, a quien nunca, jamás, ha perdonado que Dante llegara primero a gobernador.

Carlos Brito, por ejemplo, tuvo uno de los grupos polí­ticos más fuertes y consistentes; pero ahora cuando ha llegado a los 82 años de edad sólo queda como una figura icónica, que nunca alcanzó la gubernatura y fuera rebasado por Fidel Herrera y Dante Delgado, que eran unos chamacos a su lado cuando Hernández Ochoa.

Es más, ahora, cuando debiera estar cuidando a los nietos, jugando con la mascota de los niños, escribiendo sus memorias, uno de sus discí­pulos, Marcelo Montiel Montiel, delegado federal de la secretarí­a de Desarrollo Social, lo ha rebasado por completo. Casi casi aniquilado en el imaginario polí­tico y social, y ni se diga, económico.

En el lado de los priistas que derivaron, primero, en Convergentes, y luego en el Movimiento Ciudadano, ambos senadores de Dante Delgado, a saber, José Luis Lobato Campos, está dedicado por completo a su otra vocación, la empresarial, mientras Méndez de la Luz espera el nuevo respiro dantista ahora que “El canoso” (como le llamaban) ha regresado a la primera butaca de su partido.

La mayorí­a nunca alcanzó la gubernatura; pero como “tiraron la luna” llegaron más lejos que otros en la escala burocrática.
Y lo importante: desde que entraron al carril polí­tico nunca, jamás, han quedado sin trabajo, acaso algunos meses; pero en cada sexenio se fueron acomodando.

Y desde tal perspectiva, Yunes Linares ha ocupado el mayor número de cargos públicos claves, incluso, en el panismo, con Vicente Fox y Felipe Calderón obtuvo la mejor realización polí­tica de su vida, como él mismo alardea.

Juan Maldonado Pereda también alcanzó posiciones inmejorables, como es, por ejemplo, cuatro veces diputado federal, el único que cuando subí­a a tribuna parlamentaria en el Congreso de la Unión silenciaba con su palabra, su conocimiento en la materia, su dominio del escenario a los 499 legisladores restantes. Se imponí­a recuerda el senador Héctor Yunes Landa, entonces, un niño en la Cámara Baja.

Morgado Huesca pudo lograr más. A los 27 años fue presidente del CDE del PRI y diputado local. Luego alcalde de su pueblo, Martí­nez de la Torre, y diputado federal. Pero le ganó el hí­gado en su cohabitación polí­tica y peleador callejero como es terminó peleando con todos. Bueno, hasta con los 18 lí­deres del Consejo de Administración del Instituto de Pensiones. Y en la delegación federal del ISSSTE se pasó de tueste.

FIDEL HERRERA, EL MíS RICO; MEMO ZÚÑIGA, EL MíS JODIDO

De todos, quizá Fidel Herrera Beltrán es el más enriquecido. Su infancia lo marcó, cuando cada fin de semana vendí­a longaniza y cocadas en la Cuenca del Papalaoapan y cuando la venta era baja entonces reciba poemas a las esposas de los clientes para ganarse una propina y llevar unos centavitos a casa, pues su padre los habí­a abandonado.

Así­, y como según Freud, la infancia es destino, cuando fue ascendiendo al poder quiso sepultar su pasado, a tal grado que luego de la gubernatura los audaces y temerarios han asegurado que terminó más rico que Miguel Alemán Velasco, el llamado “cachorro de la revolución” y, bueno, de ser así­, son palabras mayores.

Luego, de Fidel, y de Alemán, quizá el más enriquecido ha sido Yunes Linares cuyos bienes inmuebles son conocidos por todos, desde su Partenón en Boca del Rí­o hasta su yate, y su rancho de 600 hectáreas y gasolinera que ha vendido.

En contraparte, el profe Guillermo Zúñiga Martí­nez se ha declarado el más jodido de todos, pues vive, dice él, de una pensión de 5 mil pesos que le pagan por su plaza como maestro de educación primaria.

Y por eso mismo, ni hablar, debió aceptar la rectorí­a intergaláctica de la UPAV para evitar una vejez atroz. (lvr)