Diario de los días/11 de julio de 2010
*La angustia de un pobre mesero
*El temperamento de los Yunes
Diario de los días
Luis Velázquez Rivera
11 de julio de 2010
*La angustia de un pobre mesero
*El temperamento de los Yunes
Un mesero de los ”˜”™202 años”™”™ vive una desgracia familiar. Como millones de gente en el mundo, necesita dinero para terminar la quincena, pues, además, ha tenido una emergencia médica con su pareja y las joyitas que tenía siguen empeñadas en el Monte de Piedad.
Esta mañana del domingo habló con el gerente y le pidió la millonaria cantidad de cien pesitos para llevar el bastimento a casa, donde lo espera su mujer de 22 años de edad.
El gerente le dijo que cuando terminara el turno… se los daría.
Y cuando concluyó el turno de 8 horas, el mesero buscó al gerente para recordarle su préstamo y sucedió que el señor ya se había ido, sin avisar y sin decir adiós.
”˜”™Me engañó”™”™ confió el mesero, casi en medio del llanto y la angustia, pues para él la vida se reduce a cien pesos.
”˜”™Ella me da mucho amor”™”™ dijo, ”˜”™pero también necesita comer”™”™.
Entonces, me acuerdo de Carlos Marx, el famoso viejito barbón que escribiera ”˜”™El capital”™”™, donde consigna la frase siguiente: ”˜”™Mientras los obreros no sean dueños de los medios de producción, siempre estarán expuestos a ser explotados”™”™.
Nada, por ejemplo, costaba al gerente de los ”˜”™202 años”™”™ prestar cien pesos al mesero. Pero trepado en el poder gerencial, dueño absoluto de las vidas de los empleados, ha actuado con autoritarismo y se ha ido del restaurante.
En el libro ”˜”™Un momento por favor”™”™ que a los 17 años de edad me regalara el sacerdote de mi pueblo, don David Constantino García, dice que si uno puede tender la mano al prójimo, lo haga. Así, le doy dos billetes de 50 pesitos al mesero, queda sorprendido por la actitud, pero los agarra, dando las gracias y volviendo a sus ojos negros el destello de la alegría. Su sonrisa es el mejor pago.
En los tiempos de Porfirio Díaz, los campesinos se fueron a la revolución, hartos de los malos, pésimos, salarios, y los malos tratos de los hacendados. Pero además, los dueños de las haciendas, terratenientes todos, tenían una tienda de raya, donde vendían alimentos a los asalariados y siempre les salían debiendo, en virtud de lo cual estaban condenados a quedarse el resto de sus vidas en la hacienda.
Ahora, los patrones no tan sólo pagan ridículos salarios, sino, además, niegan un miserable préstamo de cien pesos que, por supuesto, nada significa en términos monetarios para el gerente, sino mucho, demasiado, para el empleado.
Además, con cien pesos, y como dice el refrán, ni más rico ni más pobre…
El peleador callejero
La marcha panista, según ellos, por la democracia en Veracruz, que significa reconocer a Miguel Angel Yunes Linares como el gobernador electo, es el tema del día en el café. Un mesero asegura que apenas y fueron entre 3,500 y 4 mil personas. Otro recuerda que habían anunciado unas 20 mil gentes, entre ellos, un montón de acarreados.
Pero habría de recordar lo siguiente: el candidato azul, toda su vida, ha sido un peleador callejero, y por eso ahora pelea.
Allá en su pueblo, Soledad de Doblado, un domingo en la tarde, a la hora de misa, hace muchos, muchísimos años, el cronista llegó al templo parroquial y ocupó un asiento a un lado de Antonio Yunes, el hermano mayor de Miguel Angel.
De pronto, Antonio clavó la mirada en el cronista y el cronista, en un momento de pendejez, se la sostuvo.
Entonces, Antonio Yunes dijo al cronista, enfurecido:
”“¿Qué… nos madreamos?
El cronista bajó la mirada, arrepentido de la osadía.
Pero otro domingo, hubo un amigo, José María Aguilar Meza, quien le sostuvo la mirada a Antonio y cuando lo retó a madrazos, salieron de la iglesia y se agarraron a trompadas en el atrio. Los dos, buenos para los putazos, se dieron hasta por debajo de la lengua.
Según cuenta un testigo, el día en que falleciera el padre de Miguel Angel, en una cantina a media cuadra de su casa donde velaban el cuerpo, unos parroquianos tenían encendida, a todo volumen, la rokola con canciones rancheras.
Y el sonido de la rokola llegaba hasta la casa donde había lágrimas por la muerte del papá.
Así, y de pronto, Miguel Angel se dirigió a la cantina, y sin más, molesto, irritado, encabronado, agarró a patadas la rokola hasta noquearla.
Los Yunes del pueblo así eran y así son. Y si infancia es destino, como afirmaba Sigmund Freud, entonces, Miguel Angel ha encabezado la resistencia pacífica de la tarde dominical, porque, ni modo, primero, su temperamento, que es incontrolable, y segundo, no le queda otra.