Educativo. De salud. De inseguridad.
Desde luego, la novela, la cuento, los poemas, el ensayo y la biografía son géneros literarios cercanos a la vida.
Pero el periodismo es el más cercano de todos.
Más porque cuenta las historias del día con día. Y de noche en noche.
Y más allá del incienso y las loas a las tribus políticas sexenales, el periodismo es fiel y leal en la medida cuando radiografía los hechos como son.
“Al rojo vivo”. Sin maquillaje.

DOS. El reportero, contador de historias

Por un lado, suele contar los hechos singulares de cada amanecer.
Y lo importante, más, mucho más allá de la simple declaración de los políticos, con frecuencia, tan pagados de sí mismo.
Como si descubrieran “el agua tibia”.
Vaya, en el siglo pasado, en el periodismo existía un Triunvirato prohibido al que nunca podía tocarse “ni con el pétalo de una rosa” como escribiera el poeta.
Uno, el presidente de la república. Dos, el Ejército. Y, tres, la Virgencita de Guadalupe, pues, quien se atreviera se exponía a la excomunión.
Ahora, por ventura, el trío de figuras y personajes ha sido trascendido. Y de los tres puede escribirse con total y absoluta libertad.
Otra cosita, otro hecho, claro, practicarlo…

TRES. Pincelar los días

Con todo, cada trabajador de la información (diarista, columnista, ensayista, etecé, etecé) va construyendo su vida alrededor del periodismo para dibujar y pincelar la vida.
Si escribe, por ejemplo, del lado de los políticos encumbrados.
Y/o si escribe del lado de la gente sencilla que vive con sencillez y se friega el lomo en el surco, el taller, la fábrica, la industria, la oficina.

CUATRO. El gatillo en contra

Si el reportero decide acercarse a la vida común y contar las historias colectivas, entonces, “veinte y las malas” los días y los meses y los años serían duros y rudos.
Y difíciles por una sola consecuencia:
Las tribus políticas encaramadas en el poder lo satanizarán y condenarán.
Incluso, hasta subvencionarán a la otra prensa para apretar el gatillo de la palabra en contra de ellos.
Y si el periodista insiste, entonces, el poder público se recrudecerá, por ejemplo, con un feroz terrorismo en su contra.
Desde las presiones al dueño del medio donde labora para su despido automático hasta las presiones fiscales.

CINCO. “¿Estás conmigo o contra mí?”

Son los riesgos de cuando suelen contarse los hechos de la vida.
El actor cinematográfico convertido en presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan lo preguntaba del siguiente modo a los reporteros de la fuente: “¿Estás conmigo o estás contra mí?”.
Como si el presidente Reagan fuera dios. Un Dios. El dios terrenal.
El dador de vida.
Y de muerte. (lv)