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Expediente 2025
Martes 23 diciembre, 2025

Hora de pedir perdón...

1 (Todos a reconciliarse, ajá)

El obispo de Veracruz ondea bandera navideña.
Por ejemplo, convocando a los feligreses y no feligreses de su capilla, a reconciliarse.
Reconciliarse, por ejemplo, entre familias.
Entre amigos.
Entre compañeros del surco, el taller y la oficina.

Entre vecinos.
Entre parejas.
Y entre gobernantes y gobernados.
Jefes y subalternos.
Patrones y jornaleros.
Y entre líderes políticos partidistas.
Incluso, caray, entre las iglesias.
La feroz competencia de las iglesias para ganar adeptos.
Desde la iglesia jarocha, de moda, la reconciliación.
Dura y ruda realidad, pero al mismo tiempo, difícil de lograr.
Si de por si, por ejemplo, en las familias graves escisiones entre padres, hijos y hermanos, tíos y primos, peor, mucho peor, en la vida laboral.
Más, mucho más, en un Veracruz en los primeros lugares nacionales en feminicidios.
Secuestros.
Desaparecidos.
Extorsiones.
Asesinatos.
Y fosas clandestinas.
Más allá del "Amaos los unos a los otros", el dominio y predomino de que "el hombre es el lobo del hombre".
Y, claro, aplausos, aplausos para el obispo convocando a la reconciliación.
Pero letra muerta en el terreno de los hechos.
Por desventura.
En cada crimen, por ejemplo, el ajuste de cuentas.
El odio por encima de la convivencia y el respeto.
La venganza gravitando alrededor del odio y el resentimiento.
"Las puñaladas traperas" de los enmascarados contra la gente "de buena voluntad".
La feroz, inclemente, cacería de migrantes en Estados Unidos.
Y la cacería de migrantes en México.
Veracruz, un fosario de migrantes ha sostenido toda su vida el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra.
Veracruz, además, en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales a partir del desempleo y el subempleo y los salarios miserables.
Las mesalinas, exponiendo la vida en cada relación de alquiler.
La guerra declarada a las Ciudades Santuario en EU y en donde cobijan y blindan a los migrantes sin papeles, sobre todo.
Los gobernadores de MORENA y el Movimiento Ciudadano revoloteando la ley para imponer a sus espositas como sucesoras en la jefatura del Poder Ejecutivo estatal.
El mundo... tantos años después de Jesús.
Reconciliación, aja:
El mismo Jesús cargando la cruz a cuestas sobre un camino lleno de espinas y abrojos.
Y crucificado en el Gólgota.
Con todo, la reconciliación "un dulce sueño de invierno".

2 (Perdonar y olvidar)

Reconciliarse significa perdonar.
Y perdonarse.
Y al mismo tiempo, olvidar.
Olvidar agravios.
Humillaciones.
Vejámenes.
Burlas.
Mofas.
Deslealtades.
Infidelidades.
Traiciones.
"Puñaladas traperas".
Y de acuerdo con la naturaleza humana, duro y rudo, difícil, casi casi tarea imposible.
Además, porque de acuerdo con el viejito del barrio, perdonar y olvidar implica humildad.
Mucha, muchísima humildad.
Y la humildad está convertida, incluso, en una virtud jubilada en el paraíso celestial.

3 (La reconciliación tiene límites)

Más allá del fervor sicológico y religioso, toda reconciliación tiene límites.
Por ejemplo: ¿Perdonaría Nahle a Éric Patrocinio Cisneros Burgos?
¿Perdonaría al senador Manuel Huerta y Ladrón de Guevara?
¿Perdonaría a los Yunes azules?
¿Perdonaría a los reporteros "carroñeros y miserables"?
¿Perdonaría al diputado Héctor Yunes Landa?
Son preguntitas, claro.
Y en nombre de la reconciliación.

4 (Un mundo demagógico)

Nunca, claro, jamás, jamás, las tribus políticas se reconciliarán.
Es un verbo prohibido en la Real Academia del Lenguaje Callejero.
Ni siquiera, vaya, como aquella farsa obradorista cacareada durante seis años de que para los malos "abracitos y besitos porque también son seres humanos". (lv)


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