Pero, bueno, Lenin y León Trotsky soñaron con “La dictadura del proletariado y tuvieron mucha, muchísima esperanza, y fracasaron en su legítimo sueño.
El presidente de Chile, Salvador Allende, tenía enormes esperanzas y se pegó un tiro con la escopeta obsequiada por Fidel Castro cuando su amigo, Augusto Pinochet, lo traicionó.

DOS. Adiós, adiosito a la esperanza

Francisco I. Madero tenía gigantescas esperanzas y confianza en Victoriano Huerta, tantas que, por ejemplo, nunca creyó en el informe de su señora madre y hermano menor, Gustavo, de que Huerta conspiraba en su contra.
Y Huerta ordenó su captura y su asesinato al lado del vicepresidente José María Pino Suárez.
Ernesto el Che Guevara soñaba con crear muchos Vietnam en el mundo.
Y fracasó en el Congo. Y fracaso en Bolivia y en donde lo detuvieran y un soldado le pegara un tiro en la frente.
Adiós, adiosito a la esperanza.
Pero, bueno, Joan Manuel Serrat sigue ondeando las suyas.

TRES. Soñaron demasiado

Luego de la crucifixión en el Gólgota de Jesucristo, sus doce apóstoles crearon en las goteras de Jerusalén la primera y única Comuna como el ideal humanístico para la igualdad económica y social.
Y fracasaron con su esperanza.
Fracasó Gandhi. Fracasó Ho Chi Min. Fracasó Mao Tse Tung. Fracasó, vaya, Cleopatra con su esperanza de reinar en Roma al mismo tiempo como en Egipto.
Quizá todos soñaron demasiado. Esperanzas imposibles. Duras y rudas de alcanzar. Difíciles.
Más, considerando la conseja del sicólogo. Las esperanzas han de ser del tamaño de la posibilidad de cada uno.

CUATRO. Calibrarse a sí mismo

De acuerdo con el sicólogo, antes de definir esperanzas, calibrar las aptitudes, cualidades, atributos, capacidades y circunstancias de cada uno.
Y cavilando los deseos y aspiraciones personales, y si es saludable y conveniente, familiares.
Y sopesar el mundo alrededor, por ejemplo, los amigos y “los amigos a prueba de bomba” para seguir empujando la carreta y pateando el balón y explorando zaguanes.
Y si los vientos son favorables como lo olfateaba el famoso topo de Carlos Marx, entonces, para adelante.
Pero si los aires son adversos seguir cavilando hasta encontrar el camino correcto.

CINCO. Trepar al ring

Alguna vez, el muralista David Alfaro Siqueiros lo confesó: n Yo soñé con ser galán. Pero nunca me ayudó la cara. Entonces, me volví pintor y muralista y gané fama. Y las mujeres me sobraban.
Cierto, sin la esperanza no se puede hacer nada como dice Serrat.
Pero abrigar siempre esperanzas racionales.
Lo asegura el terapeuta familiar:
Todos tenemos cualidades para sobresalir. El desafío está en ubicar con precisión lo que somos y lo que deseamos ser.
Y treparse al ring y con los guantes puestos. (lv)