Más pelón. Más gordito. Menos sonriente. Y con el pretexto de su árbol navideño y nacimiento en su casa en Coatepec, su feudo y parcela desde la secretaría General de Gobierno.
Que extraña a sus vecinos, dice.

PASAMANOS: A primera vista llama la atención su milagrosa aparición. Y tan coincidente con el caso de su Fiscal.
Más, porque cuando en el trascendido a Nahle debió el cargo en la SEGOB de Cuitláhuac…
Incluso, y hasta era feliz sirviendo de chofer a Nahle en aquel tiempo…
En nombre de su pasión política de ocupar la silla embrujada del palacio se fue en contra de ella.
Y con el visto bueno de Cuitláhuac anduvo de pueblo en pueblo coronando a las flores más bellas del ejido.
Y acompañado por la flor más bella del ejido de Santiago Tuxtla, entonces, ya, su fiscal general.

CORREDORES: En la Real Academia de la Lengua Callejera, su regreso de las tinieblas suena, parece, un desafío a Nahle.
Más, cuando con el fuego amigo, Nahle tiene suficiente (y de sobra) con el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara.
Sentirá Cisneros que basta y sobra su presencia y palabra para “curar el alma” de la fiscal general en estas horas adversas.
Y tan acentuadas pues la mitad de las tribus políticas guinda y marrón y la otra mitad festinan su cese.

BALCONES: Nacido en Otatitlán, Cisneros llegó a creerse el nuevo Cristo negro.
Arraigado en Baja California, su tierra adoptiva, volvió a Veracruz al lado de Cuitláhuac y como “el número dos de palacio”.
Y en tiempo tan apresurado llegó a sentirse legítimo sucesor.
Leyó mal los augurios y pronósticos.
Calculó mal la fuerza política de Cuitláhuac en Palacio Nacional. Y apenas, apenitas, le alcanzó a Cuitláhuac para la curul federal de su otro yo, Zenyazen Escobar. El famoso strippero de la región central de Veracruz.
Pero, bueno, la fe (como el amor) “mueven montañas”.
Y en Coatepec, Éric Patrocinio Cisneros en sus brazos cargará el Niño Dios pidiendo posada.
Posada política, quizá.

PASILLOS: “En un dos por tres” en la era Cuitláhuac, Cisneros se mareó y perdió el equilibrio. Y la mesura. Y la prudencia.
Inverosímil, además, ganar la candidatura a gobernador con unos cuantos años en la secretaría de Gobierno.
Ni siquiera Manuel Carbonell de la Hoz en la subsecretaría de Gobierno con Rafael Murillo Vidal y con su visto bueno y el visto bueno del presidente Luis Echeverría Álvarez.
Bastó la declaratoria de Jesús Reyes Heroles al periodista Ángel Trinidad Ferreira para tumbarlo: “Yo como veracruzano no he votado por Carbonell”.
Nahle la tenía ganada desde antes en las neuronas y el corazón y el hígado de AMLO.
Cisneros olvidó al viejo topo de Carlos Marx.
El topito asomando a la superficie. Y si olfateada vientos favorables emergía.
De lo contrario, volvía a sumergirse y a esperar con prudencia y estrategia. Y mucha sangre fría.
Pero, bueno, la calentura política suele originar muchos estragos.
Los Reyes Magos lo han traído a Coatepec.
Sus cartas ha de tener en “las mangas de la camisa”. (lv)