Burócratas, médicos
**Y enfermeras
**Enaltecen al IMSS
UNO. Mujeres dignas
Los empleados del Seguro Social (IMSS) lo salvan de las calamidades. Más, mucho más, las burócratas. Amables. Humildes. Sencillas. Generosas. Atentas. Cordiales.
Si alguna está ocupada en otros menesteres, la otra la auxilia y se ofrece para servir al derechohabiente.
Y con toda la diligencia del mundo orientan y reorientan sobre los trámites a realizar.
Además, con una sonrisa. Digamos, la mitad de una sonrisa.
Sus ojos iluminan las horas burocráticas.
Y las horas se vuelven menos, mucho menos duras y rudas. Menos difíciles.
Hacia el final de las gestiones, el derechohabiente de seguro queda contento, dichoso y feliz.
Y bendiciendo al IMSS.
DOS. No es “monedita de oro”
Cierto, el servicio médico del IMSS nunca ha podido alcanzar los altos decibeles de Dinamarca como fue deseado en el sexenio obradorista.
Escasez de medicamentos. Medicinas cien por ciento controladas dada la inexistencia.
Familiares de internos durmiendo en el piso antes, mucho antes, de dormitar en una silla vieja con los fierros y los clavos de fuera.
Con frecuencia, mucho, demasiado tiempo para una cita de emergencia.
Por ejemplo, para una operación quirúrgica.
Pero, bueno, con tantos miles y miles de derechohabientes una proeza, un milagro, la satisfacción de todos.
TRES. Con la cruz a cuestas…
Un ejército de burócratas en los edificios saturados de derechohabientes.
Unos, caminando. Otros, en silla de ruedas. En andadera. En muletas.
Unas personas de la sexta, séptima década, solos, cargando la cruz a cuestas. Otros, acompañados. Un familiar. Una nieta. Una hija. Una hermana joven.
Y cosas y hechos de la vida: En un dos por tres son atendidos y despachados a casa.
Algunos, quizá, habrían programado una peregrinación de horas. Por ejemplo, toda la mañana para los trámites.
Pero vaya paradoja, apenas, apenitas, una hora, dos horas, y listos.
CUATRO. Maquinaria aceitada
Antes, mucho antes, en el IMSS lista la consulta médica. Pero según fueran llegando los pacientes. Unos, aterrizando en el Seguro Social desde las cinco de la mañana para ganar turno.
Ahora, la cita establecida con el día determinado y la hora fija y atendidos en tiempo y forma. Ni antes ni después.
En el trasfondo, la habilidad de las burócratas para la diligencia puntual.
En las paredes del IMSS cuelgan muchas carteleras enalteciendo buen servicio y una ética “a prueba de bomba”.
CINCO. Fe en el IMSS
Los derechohabientes por vez primera en trámites quedan maravillados.
Más si llegan con la imagen preconcebida de un Seguro Social cien por ciento burocratizado.
Filas gigantescas y sin sillas para sentarse. Es más, pacientes llevando una sillita para sentarse una vez cansados y hasta agotados de esperar.
Pero conforme avanzan los trámites, por ejemplo, para darse de alta y se advierte el camino allanado, la fe en la institución se va fortaleciendo.
Y la esperanza se inflama para un mejor servicio.
El IMSS, un acierto para la gente con recursos económicos menoscabados.
Más, cuando en la medicina privada hay doctores especializados cobrando hasta mil quinientos pesos de consulta.
Y recetando medicamentos de mil cuatrocientos pesos y con treinta pastillitas para comprar una más y otra y otra cada mes. (lv)

