Y al tercer mes, otros cincuenta mil pesos para nueva cajita.
Uno de los peores infiernos de la vida.

PASAMANOS: Y así como estamos, y considerando niños enfermos de cáncer y con padres con duras y rudas limitaciones económicas, en el peor infierno.
En el rincón más arrinconado del infierno.
En Orizaba lo ha revelado el presidente de la asociación cívica, Hugo Chaín Maluly.
Es más, por ahora ellos tienen dieciséis menores de edad con cáncer y los atienden.
Es decir, hasta donde se entiende si bien se entiende, cubriendo un gasto mensual de 800 (ochocientos) mil pesos.
Y al mes siguiente, otros 800 mil.
Y al tercer mes, otros 800 mil.
Una lucha titánica, proeza superior, propia única y exclusivamente para los Carlos Slim Helú y Ricardo Salinas Pliego.

CORREDORES: Peor, mucho peor, como en el caso de Veracruz en un tiempo (como hoy) cuando la Auditoría Superior de la Federación, ASF, y el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, documentan irregularidades en la secretaría de Salud por más de dos mil millones de pesos.
Ilícitos por más de dos mil millones de pesos cometidos en la SS en el último año del desgobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
Por cierto, y como la mitad de la población jarocha está informada y la otra mitad, premiado García Jiménez con un cargo público por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Y de seguro, y como mera hipótesis, a sugerencia y recomendación de AMLO, el ex.

BALCONES: Por eso mismo, resulta indicativo y revelador cuando en el sexenio anterior, los padres con hijos con cáncer internados en la Torre Pediátrica de Veracruz solían botear en la calle de enfrente solicitando la generosidad y la solidaridad y la fraternidad y hasta la compasión para comprar las medicinas para sus hijos.

PASILLOS: Estamos ante una pesadilla donde la secretaría de Salud federal debiera ocuparse del asunto para revisar el costo de cincuenta mil pesos de algunas medicinas para los niños con cáncer y tomar medidas drásticas.
Una locura el costo de 50 mil pesos de una cajita con treinta pastillitas para tomarse una cada día.
Y si los laboratorios las venden tan caras, entonces, y en nombre de la miseria y la pobreza la hora incuestionable de “apretar tuercas”.
Más cuando se tiene la percepción y hasta la certidumbre de unos laboratorios avilones enriqueciéndose con los niños con cáncer. (lv)