La mujer amorosa
1 ("Veracruz de moda"... hasta en las pasiones)
Cada vez se confirma que los mejores amantes del país están en Veracruz.
Tanto hombres como mujeres.
Más en el tiempo de la liberación femenina.
Incluso, amantes que se aman.
Y se desean.
Y se agitan y convulsionan con pasiones descarriladas.
Como Dios y Luzbel mandan...
Por ejemplo, en Cosoleacaque.
Una mujer del poblado Naranjito falleció.
Y en el panteón, a la hora del sepelio, se le juntaron un cuarteto de hombres.
Cuatro amados amantes.
Cuatro maridos.
Cuatro parejas.
Además, una noviecita.
Además, y como era lógico, los hijos que tuvo con cada uno del cuarteto de amantes.
Todos llorando.
Todos en el último adiós.
"Los grandes amores a lo largo de su vida". (Mari Alcalá)
Entonces, en medio del dolor, el sufrimiento y el llanto, un historiador del amor preguntó delante de todos quién había sido la última pareja.
Y los cuatro maridos señalaron a la mujer.
Maravilloso, insólito y mágico, por ejemplo, que la mujer fallecida lograra que los cuatro maridos y la noviecita convivieran.
Y con respeto.
Y sin reproches.
Y hasta el último día de su vida.
Amar en Veracruz, pues.
Nada de "La maldita primavera".
Nada de que "usted me dice que fuimos amantes y perdón, no quisiera lastimarla, pero yo no la recuerdo".
Nada de que "María bonita, María del alma, muchos amores habrás tenido, pero nada como el que hiciste que en mí naciera". (Agustín Lara)
Nada de que a uno amo más que a otro porque con los cuatro maridos procreó hijos.
Nada de que un marido envidiaba al otro porque a él lo amó más, mucho más.
El amor pleno.
Casi casi Pancho Villa con sus veintinueve esposas y con quienes procreara veintiocho hijos.
Casi casi Matusalem, el hombre bíblico con más de novecientos años de edad y activo, muy activo, en el tálamo.
Ojalá que Manuel Eduardo Toscano, el gran compositor de las canciones de Paquita de Alto Lucero, pudiera escribir una canción en homenaje al paraíso terrenal del amor en Cosoleacaque.
Incluso, hasta la compositora e intérprete, Natalia Lafourcade, también se aplicara.
Muy competente la señora de Cosoleacaque.
Más, mucho más, en el tiempo de la liberación femenina.
Y discreta.
Y con bajo perfil.
Bien dice la filosofía católica y apostólica: "Hasta que la muerte los separe".
La señora de Cosoleacaque falleció.
Se fue al otro lado del charco.
Ahora podrá confirmar si hay vida eterna.
Y amó tanto que de seguro estará en el paraíso celestial.
"En el cielo, al lado de Dios" como escribía el reportero de sociales, el Conde Héctor Larios.
Ta´gueno.
2 (Cinco catedrales de una mujer)
La señora de Cosoleacaque tuvo cinco capillas.
Mejor dicho, cinco iglesias.
Cinco catedrales.
Nada de limitaciones.
El amor y la pasión y el deseo como son.
"Al rojo vivo".
¡Que Helena de Troya ni que "ocho cuartos" originando una guerra de diez años entre Esparta y Troya solo por abandonar a su primer esposo (Menelao) para huir con el segundo (Paris, el hijo de Priamo)!
Casi casi Cleopatra coleccionando emperadores.
Claro, en el palenque cinematográfico rebasada por Elizabeth Taylor con nueve maridos.
Y hasta por la cubana Ana de Armas quien ya lleva diez parejas.
¡Ah!, pero la señora de Cosoleacaque con cinco parejas y sin dejar resentimientos ni odios.
¡Honor y gloria para ella!
¡Hosanna, hosanna!
La dicha inmensa de vivir en paz.
Lo establece el primer mandamiento de la ley de Dios:
"Amaos los unos a los otros".
3 (Sin odios ni rencores)
Amemos, pues, con la filosofía pasional de la señora de Cosoleacaque.
Nada de que en cosas del amor la vida es como un costal con perritos y gatitos arañándose entre sí.
"Lo que no fue en tu año... que daño no cause".
El amor, como los cajones de un escritorio que se abren y cierran.
Hora de terminar con el maleficio bíblico de que luego del deseo, la pasión y el amor sobrevienen el resentimiento y el odio y hasta la sed de venganza para ajustar cuentas.
Incluso, caray, y si es necesario, hasta terminar en la barandilla judicial.
La señora de Cosoleacaque, con una gran inteligencia incandescente y talento para llevar la vida como en el paraíso celestial, antes, mucho antes, de que Luzbel sedujera a la madre Eva de comer el fruto prohibido.
Y antes, mucho antes, de que la madre Eva descarrilara al padre Adán atragantándose con la manzana para parecerse a Dios.
La vida amorosa como una Comuna socialista donde todos somos iguales y con los mismos derechos a un montón de ratitos felices. (lv)