Rodando cuesta abajo en la ladera. Y descarrilada.
Veracruz, el paraíso terrenal de los tiros y balazos. “La muerte sigue teniendo permiso”.
Y lo peor, ni cerca ni lejos puede acariciarse la posibilidad de un Veracruz pacificado.
Con todo y que por ahí canturreen en los pasillos del palacio de Xalapa que “son hechos aislados”.

PASAMANOS: En Coxquihui, el rincón más arrinconado del infierno. Igual, igualito como en otras latitudes geográficas del territorio jarocho.
Antes, por ejemplo, dos candidatos a la alcaldía asesinados. Padre e hijo.
Ahora, el papá del alcalde electo, Lauro Becerra García, ejecutado. En su rancho. Se llamaba Lauro Becerra.
Y antes, el presidente municipal electo sufriendo un atentado con bombas molotov arrojadas en su casa.
La sierra de Papantla bien merece ser blindada por la Guardia Nacional, los soldados y los marinos.

CORREDORES: En Martínez de la Torre, los sicarios cazando al ex director de Tránsito.
Y a las ocho de la mañana cuando viajaba con su hija (parece con dos hijos) se le fueron encima a balazos.
Y lo mataron. La hija, herida.
Dos semanas anteriores había dejado el cargo público.
¡Qué difícil es vivir en Veracruz!
En ambos casos, por ejemplo, bien podrán argüir por ahí que andaba en malos pasos.
Que tenían malas amistades.
Que se la debía a otros.
Que llegó la hora de “ajustar cuentas”.
Sea como sea, el resultado social es terrible y espantoso.

BALCONES: El tsunami de incertidumbre y zozobra evidencia la posibilidad de un Veracruz pacífico.
Todos los días y noches hay muertos. Atentados. Secuestrados. Desaparecidos. Extorsiones. Crímenes. Fosas clandestinas.
Y cada vez más y más Colectivos integrados con madres y padres con hijos y parientes plagiados y desaparecidos.
Y todos ellos moviendo “cielo, mar y tierra” en la búsqueda frenética. Dura y ruda. Y sin esperanzas.
Cada mes los cementerios en los pueblos más repletos de cadáveres.
Más hogares llorando a un miembro de la familia.
Nada ni nadie parece tener la fórmula secreta y efectiva y eficiente para exterminar, ajá, la violencia como fue anunciado por el Gobierno del Estado en el mes de diciembre del año 2024.

PASILLOS: Entonces, ni modo, y como “la violencia es inevitable” solo queda “aguantar vara”.
Es el tiempo constitucional de Veracruz que nos ha tocado vivir.
Tiempo desafortunado. Tiempo grisáceo y negro. Torrencial y huracanado.
Incluso, un milagro, gran milagro, amanecer vivo cada día.
Más, cuando las circunstancias han traumado a cientos, miles, de familias y hogares.
Se vive con miedo. Y con “el miedo al miedo”.
Y con pánico. Y temor. Y terror. (lv)