La Generación Z
**Educación de calidad
**Indignación crónica
UNO. Educación para arraigarse
Desde el otro extremo del mundo, en Marruecos, la Generación Z. se subleva a la deficiente calidad educativa en las universidades.
En el campus de Agadir, en el sur de la nación, la revuelta de la generación Z.
Y enarbolando una sola filosofía social: “No estudio para migrar a Canadá o Australia” claman y proclaman.
Y al mismo tiempo, demandan al gobierno más presupuesto para la universidad y estar en condiciones de mejorar la calidad pedagógica en todos los órdenes.
Además, un sistema de política económica que permita la competitividad empresarial.
DOS. Coraje multiplicado
El movimiento naciendo y multiplicándose en las redes sociales como el Tik Tok y las Plataformas de Juego, por ejemplo.
Y trascendiendo en el palenque público. Las calles y las avenidas. Y en las escuelas y frente a los colegios.
Reclamando todos, incluidos profesores, el legítimo derecho a protestar e inconformarse y con indignación crónica.
De por medio, el futuro de ellos.
El futuro social. Familiar. Económico. Incluso político.
Basta, basta, basta, de estudiar para migrar a otras latitudes geográficas donde tengan mejores y más dignas oportunidades laborales y profesionales para estar, ser, desarrollarse y trascender.
De hecho y derecho, igual, igualito como sucede en México, y por añadidura, en Veracruz.
TRES. Empleos jodidos
En la cancha pública de Marruecos el mismo impulso social y educativo que en el país azteca como queda ventilado en reportaje en El País.
Las universidades públicas, por ejemplo, en el sótano de la calidad nacional y más, mucho más, extranjera.
Y, claro, una deficiente, cuestionable y dudosa calidad educativa.
Lo peor, egresar de la universidad pública para percibir, si bien les va con un trabajo, entre cinco y seis mil pesos mensuales.
Y sin las prestaciones económicas, sociales y médicas de la Ley Federal del Trabajo.
Y expuestos a un despido “a la primera de cambios”.
CUATRO. Educación deprimente
Además, el riesgo de tocar puertas laborales y todas cerradas, sin abrirse.
Y por más y más solicitudes de trabajo entregadas por Internet sin nadie que acuse recibo, vaya.
Entonces, la única posibilidad está, como dice la Generación Z de Marruecos, en migrar a Canadá o Australia.
Más duro, caray, cuando ni siquiera las universidades tienen la entereza para reconocer sus grandes fallas.
Las carreras profesionales con programas de estudio por un lado y la demanda laboral regional y nacional por otro.
Y los chicos egresados de las casas de estudios superiores sin experiencia.
Capacitados, ajá, en talleres con equipo “del año del caldo”. Obsoletos. Antiguos. Dados de baja.
CINCO. Chicos frustrados
La Generación Z de Marruecos enarbolando la bandera universal de la mayoría de los estudiantes universitarios de los cinco continentes con más de doscientas naciones.
Un porcentaje mínimo logra abrirse paso y en los peldaños superiores de la vida.
Pero la mayoría, y por desventura, quedan frustrados. Sin oportunidades dignas. Chambeando en empleos inimaginables. Y percibiendo irrisorios y bajos salarios.
Y los rectores de las universidades “curándose en salud” y “dándose golpes de pecho” de una educación de calidad. (lv)