En las páginas brinca el nombre del presidente de la república de entonces. Nunca Gómez Leyva lo cita por su nombre. Siempre se refiere a “él”. El. El. Simplemente él.
En una parte incluye (y se incluye) a los colegas contra quienes el jefe máximo del Poder Ejecutivo federal se ocupó y duro y rudo de ellos.

PASAMANOS: En aquel entonces, hacia el primer trimestre del año 2024, AMLO, el ex, había apretado la R-15 en contra de Carlos Loret de Mola en 590 (quinientas noventa) ocasiones.
En contra del historiador Enrique Krauze en 381 (trescientas ochenta y una) veces.
Y en contra de Gómez Leyva, 272 (doscientas setenta y dos) ocasiones.
En el rafagueo, AMLO, el ex, también se fue contra Raymundo Riva Palacio.
“Periodista de destacada trayectoria. Unos años mi jefe editorial. Compañero en la producción de entrevistas. Y por su lucidez, una voz incomparable a la hora de recapacitar sobe el oficio”.

CORREDORES: Gómez Leyva destaca lo siguiente: Riva Palacio “obtuvo la sentencia definitiva de un tribunal para que el presidente dejara de injuriarlo y hostigarlo con subjetividades, mentiras e ilegalidades, como lo había hecho en múltiples ocasiones.
Fue el primer periodista que le ganó un juicio.
Raymundo me sugirió que lo imitara, le pedí el contacto de su abogado, pero preferí no hacerlo” escribe en la página 76 (setenta y seis) del libro.

BALCONES: A primera vista, poco se sabía y conocía de aquella demanda de Riva Palacio en contra del presidente de la república de la época.
Más porque le ganó la demanda. Y en la barandilla judicial.
Y para poner un alto a las injurias, mentiras, ilegalidades y hostigamiento y con subjetividades en su contra, de igual manera como también se dieron y en exceso desde “La mañanera” en contra de Gómez Leyva.
Ellos, Riva Palacio y Gómez Leyva, los dos mejores trabajadores de la información, reporteros y columnistas, en el país.
Capaces. Además, íntegros. Honestos. Honrados. “Y a prueba de bomba”.

PASILLOS: El libro “No me pudiste matar” consta de 234 (doscientas treinta y cuatro) páginas y como dicen en la facultad de Letras, “se lee de una sentada”.
Una lectura ágil y dinámica, fresca, llena de suspenso y cada vez en aumento.
Y en donde, además, el periodista aplica el principio narrativo número uno de sorprender al lector en cada capítulo.
Y asestar manotazo directo a las neuronas, el corazón y hasta el hígado llenado de indignación crónica por “el infierno tan temido” que vivió y que, por fortuna, salió con vida.
Un gran acierto de la editorial Planeta. (lv)