Debates escolares
**Plaza pública cívica
**Pedagogía de Diódoro Cobo
EMBARCADERO: El doctor Diódoro Cobo Peña, maestro en el Ilustre Instituto Veracruzano y en la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, tenía la formación filosófica de Sócrates y Platón... Los filósofos de la Grecia clásica solían sentarse en la plaza pública armando grandes diálogos y debates sobre la vida pública... Incluso, se volvió una costumbre y un hábito inevitable... Y por ahí desfilaban hasta los Senadores de la república
Y como el espacio se llenaba de ciudadanos de a pie, entonces, derivaba en una gran convivencia donde unos y otros polemizaban… Y, claro, aquellas reuniones servían para tomar el pulso a la sociedad…
ROMPEOLAS: Después de clases, el maestro Diódoro Cobo solía permanecer en el salón de clases hasta una hora… Siempre, dialogando con los estudiantes con temas fuera de la agenda escolar… El profe, escuchando a los estudiantes… Pero más aún, animando y reanimando en cada uno la exposición de argumentos para documentar y sustentar afirmaciones y creencias… Diódoro, siempre a la contraofensiva por si algún muchacho pretendía pasarse de vivo y proyectarse con inteligencia incandescente… El profe, siempre basado en la tolerancia, la prudencia y la mesura…
ARRECIFES: Nunca existía una agenda establecida de por medio… Digamos que la agenda era del día… Y al calor de la plática y del intercambio de puntos de vista… Incluso, los alumnos solían preguntarle su opinión sobre otros maestros y la daba sin ataduras ni medias tintas… El profe estaba dotado de un talento excepcional… Además, escritor… Había publicado libros sobre Filosofía, Pedagogía y Literatura, sus materias… Y un libro de poemas, Perfil de humo, prologado por su amigo, el filósofo José Vasconcelos Calderón, el fallido candidato presidencial independiente enfrentando al jefe máximo, Plutarco Elías Calles…
ESCOLLERAS: Era un hombre solitario… Soltero, sin hijos, su casa estaba repleta de libros… Y hasta en los pasillos… En las recámaras… En la sala… El antecomedor y el comedor… Y había de caminar de puntitas en medio de los libros… La mayor parte estaban en libreros… Y las puertas con vidrios para evitar el polvo… Además, era cardiólogo de niños… Todas las noches iba al cine, su otra pasión… Y hasta dejó un libro analizando el montón de películas vistas en su vida… Una de sus hermanas, también soltera, era su secretaria… Y su chef…
PLAZOLETA: Nunca fue tentado por la dirección del par de escuelas donde impartía clases… Tampoco por un cargo público… Era profesor y ejercía su libertad a plenitud… Vivía, además, para escribir sus libros… Profe sabio deseó heredar testimonio de su conocimiento a través de los libros… Por desventura, libros hoy incunables… Ni siquiera, vaya, están en el trío de bibliotecas en el pueblo… Pero aquella plaza pública en que convertía el salón de clases son memorables, citables, recordables y bíblicas… (lv)