Consagrar la vida…
**En objetivo superior
**Y sin treguas
UNO. Consagrar la vida
Los grandes logros en la vida se alcanzan cuando, por ejemplo, la mayor parte de las horas del
día y hasta parte de la noche se consagran, y sin distracciones, a la vocación.
Es decir, al trabajo que cada uno ha elegido.
Y, claro, de acuerdo, con un análisis previo de las
aptitudes, cualidades, atributos y capacidades personales.
Y cuando por añadidura se tiene claro el objetivo superior. La razón de lucha en cada amanecer y
anochecer.
Por ejemplo, el caso, entre tantos otros, del filósofo, académico y escritor Jean-Paul Sartre quien
con todo y su activismo político, incluso, se consagraba al trabajo literario.
DOS. Estrategia de Octavio Paz
Fue el mismo caso, por ejemplo, de los escritores Alfonso Reyes. Carlos Fuentes Macías. Carlos
Monsiváis Aceves. José Emilio Pacheco.
Gran parte de su vida Octavio Paz Lozano fue diplomático. Vaya, embajador de México en la India
en el tiempo del presidente Gustavo Díaz Ordaz y a quien renunciara luego de la masacre de
Tlatelolco el dos de octubre del año 1968.
Estrategia de su vida, Octavio Paz solía aceptar los cargos diplomáticos menores, digamos,
encargado del aspecto cultural, únicamente para tener espacio y tiempo para escribir poemas y
ensayos.
Y reservar horas para la reflexión y con lupa de los hechos y las cosas y los ideales y los sueños
y la utopía.
TRES. Pintar día y noche
Es el caso, además, de los futbolistas, los beisbolistas y los boxeadores.
Y de los pintores, escultores y fotógrafos.
Cada mañana, Balthus, por ejemplo, solía levantarse temprano para caminar en el bosque del
castillo donde vivía y acompañado de par de perritos.
Luego, escuchaba durante media hora las sonatas y composiciones musicales clásicas de
Amadeus Mozart, su héroe musical.
Después, a pintar. Y a seguir pintando en el transcurso del día y de la tarde.
CUATRO. Escribir con disciplina
En la ciudad de México donde viviera un par de décadas, Gabriel García Márquez se encerraba
en el estudio en el patio de su casa desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde para
escribir “Cien años de soledad”.
A las dos de la tarde tenía preparada una comida con unos amigos.
A las 4 en punto estaba leyendo los periódicos del día. Tanto nacionales como internacionales.
A las 6 de la tarde leía un libro hasta las ocho, nueve de la noche.
Y a las diez pm estaba durmiendo para levantarse a las seis de la mañana y alistarse para
escribir.
Consagrado siempre a la creatividad literaria.
Sin apartarse. Y pateando el balón y empujando el vagón del ferrocarril.
Había mañanas cuando apenas, apenitas, escribía unos dos o tres párrafos porque las frases
construidas le dejaban insatisfecho.
CINCO. Cacarear el producto
Es el único camino hasta ahora descubierto para estar, ser, desarrollarse y trascender.
Vaya, lo precisaba un agente de relaciones públicas:
“Yo trabajo cuatro horas diarias para cumplir mi chamba con la empresa. Y en las otras cuatro horas me promueve yo mismo”.
Es, parece ser, la otra estrategia.
Por eso, entre otros hechos, cuando una gallinita pone un huevo de inmediato cacarea avisando que la patrona puede recoger el huevito en el gallinero. (lv)