Coatzacoalcos, modelo estatal
1 (Guardia Nacional en el malecón)
En el polvoriento y turbulento Coatzacoalcos, la iniciativa privada ha logrado un gran objetivo social. En el malecón costero la Guardia Nacional se ha instalado. Y de manera permanente.
Además, de los soldados (unos trescientos) que la secretaría de la Defensa Nacional ha asignado.
Todo, para vigilar y garantizar la seguridad en la vida y los bienes.
Más, mucho más, en la vida pues los bienes, como en el relato bíblico de Job, van y vienen.
Entre los soldados y la Guardia Nacional la gran esperanza para recuperar la paz perdida.
Más, cuando Coatzacoalcos es la puerta de entrada a Veracruz de los migrantes procedentes de América Central. Honduras. Guatemala y El Salvador.
Y la puerta de entrada de las bandas delictivas del continente latino.
Y Coatzacoalcos como un puerto marítimo donde suele traficarse droga en el Golfo de México.
Y en donde la extorsión (Veracruz, primer lugar nacional) florece a plenitud en el surco fértil.
Y en donde los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros se mueven como en su casa.
Y en donde, además, se han concitado masacres relevantes.
La iniciativa partió de las cámaras empresariales y de los ciudadanos de a pie y organizados.
Una idea extraordinaria y que, bueno, bien pudiera reproducirse en otras demarcaciones del Estado jarocho.
Y un Estado jarocho campeón nacional en varios rubros espeluznantes.
Feminicidios (y con más de mil niños huérfanos).
Secuestros.
Desapariciones.
Extorsiones.
Asesinatos.
Fosas clandestinas.
Y su señora majestad, la impunidad.
Coatzacoalcos, como el retrato huracanado de un Veracruz descarrilado en la seguridad.
Y por añadidura, en el temor, el miedo, “el miedo al miedo”, el terror, el pánico, la angustia y la desesperación.
Con la Guardia Nacional y los soldados, Coatzacoalcos, más blindado.
Casi casi, una fortaleza.
“Y a prueba de bomba”.
Digamos, igual, igualito como en los municipios de Coxquihui, Zozocolco y Coahuitlán y en donde para que la autoridad local diera el Grito Patrio, la Guardia Nacional se estableció un día antes y con retenes y con vigilancia defensiva y contraofensiva.
Incluso, y luego del motín en el penal de Tuxpan con nueve presos muertos y diez heridos, nada mejor como la permanencia de la Guardia Nacional en los reclusorios para acabar, entre otros hechos y cositas, con el famoso cogobierno compartido entre la autoridad y los malandros.
Vaya, después de que un cartel de la droga filmara el video con la profe jubilada y taxista, Irma Hernández Cruz, arrodillada y encañonada por diez sicarios encapuchados (significando tremendo desafío a la autoridad), la Guardia Nacional debiera instalarse en Álamo y alrededor y de manera permanente, como en Coatzacoalcos.
Y ni se diga en las Cumbres de Maltrata.
Veracruz, un polvorín.
Y eso que los Chapitos y los Mayos están concentrados en Sinaloa. (lv)