Idealizar personas
**Seres imaginarios
**Superman terrenal
UNO. Amar a un ser ficcional
La vida dichosa y feliz se alcanza, entre otras estrategias, cuando se idolatra y se ama a un ser ficcional.
Un ser imaginado. Un ser imaginario. Y que únicamente existe en la mitología. Digamos, en el mundo utópico.
Allí donde “todo es verdad y todo es mentira de acuerdo con el color con que se mira”.
Una cosita es amar a una persona real, auténtica, “de carne y hueso” como dicen por ahí.
Otra, a una persona real que parezca inmortal. De hecho y derecho, una diosa.
Y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia, adorar a una persona ficticia.
DOS. El Superman de los niños
En la niñez, por ejemplo, el niño idolatra al padre. Es más, hasta lo compara con un gran personaje mitológico como es Superman.
Pero cuando el niño se vuelve educando en la escuela primaria entonces el profe bien puede convertirse en el sustituto del padre.
Es decir, el nuevo Superman.
Y de la primaria a la secundaria, la historia puede germinar en el surco fértil.
Pero hacia el bachillerato y quizá la universidad la idolatría del joven suele idealizar al compañero en el salón de clases.
Por ejemplo, el galán. El madreador. El Pedro Navajas. El más inteligente del grupo. El mejor futbolista.
TRES. La mujer amada…
En la vida profesional, pocos, excepcionales se acuerdan del padre idolatrado.
Entonces, en el palenque y la cancha pública todos son relevados por la figura del jefe, el gerente general, el director en el trabajo, la empresa, la industria, la fábrica, el surco.
Incluso, y con frecuencia, la admiración por los dueños del negocio.
Día adviene cuando toda la idolatría del hombre se desparrama y gravita alrededor de la mujer amada.
CUATRO. Una figura superior
El sicólogo y el terapeuta familiar advierten que lo importante es tener una figura superior en las neuronas y el corazón.
Así, por ejemplo, con los vientos borrascosos y turbulentos multiplicando la reverencia por la figura Ideal y Utópica las ganas de vivir y de luchar en cada amanecer se multiplican.
Claro, en momento estelar, el filósofo, escritor y político, José Vasconcelos Calderón, dijo a su amante en turno que únicamente necesitaba a Dios para vivir.
Entonces, la amante, y quien había dejado a su esposo, un banquero, y un hijo, para seguirlo, se frustró y deprimió.
Apachurrada se fue a la iglesia de Notre Dame, en París, y en donde estaban de vacaciones y ante la imagen de Dios se pegó un tiro en la sien.
Por culpa, claro, del amante soberbio y ególatra.
CINCO. Crecer un poco cada día
Por eso, nada mejor como admirar, idolatrar y amar a un ser de ficción.
La persona imaginada como, por ejemplo, Superman, que a los ochenta años de edad se mantiene en forma física y con la inteligencia incandescente y con muchas, muchísimas ganas de seguir pateando el balón y explorando zaguanes y remando la canoa atrás del ideal superior.
Lo importantes es que así se tiene un héroe soñado para crecer un poco todos los días y sin ningún riesgo de un desengaño. (lv)