Curita calenturiento
1 (Diócesis en contra)
Un ministro de Dios, sacerdote, está privado de su libertad. Acusado de pederastia. En un congreso religioso ultrajó a una menor.
Asignado en Tierra Blanca, desató el deseo y la pasión volcánica por la chica en la cabecera municipal de Cuitláhuac.
La familia interpuso la denuncia penal en Córdoba.
Y el curita se escondió en la ciudad jarocha.
Y ahí fue localizado.
Se llama Mario y enfrenta el proceso penal y preso.
La Diócesis de Veracruz ha sido categórica: “No toleraremos abusos de menores”.
De ser así y comprobarse los hechos, Mario N. es ya, por lo pronto, el primer cura en el estado de Veracruz en ser llevado a la barandilla judicial porque el deseo y la pasión y el sexo han sido más intensos que su vocación religiosa.
La tentación sexual por encima del amor a Dios.
Y, claro, que su deseo ferviente de servir al Ser Superior.
En tanto, en el otro extremo del mundo, el caso del sacerdote pedófilo más cacareado en el mundo con Marcial Maciel está de nuevo en el palenque mediático.
Muchos millones de dólares y euros ha debido pagar el Vaticano a las víctimas de los sacerdotes calenturientos.
Ni hablar, el latido de la carne imponiéndose al espíritu religioso.
Por eso y con todo el fracaso de los curas reclamando la libertad para casarse…
Y con todo y el número de ministros de Dios descarrilados en la llama de la pasión…
Y la convocatoria del Sumo Pontífice para ser íntegros…
Sólo queda, y como lo ha anunciado la Diócesis de Veracruz, dejar que Mario., el curita pedófilo de Tierra Blanca, sea sometido a juicio.
A ver si así, caray, la iglesia logrará el milagro de la orientación sexual y moral de los suyos.
Claro, así como anda la vida con la liberación femenina y los derechos humanos y el ejercicio de la libertad, quizá la iglesia católica debiera mirarse en otras religiones donde sus sacerdotes pueden tener pareja y procrear hijos.
Por lo pronto, los padres y familia y amigos de la menor ultrajada por Mario N. se han apoderado de las calles y expresado su inconformidad social.
Simplemente, reclamando justicia.
Aquí, se ignora la cárcel donde estuviera preso Mario N.
Pero, bueno, solo resta la socorrida versión de que en los penales los reos aplican la ley de Talión.
El ojo por ojo. Y el diente por diente.
Y si un preso cae por abusos de menores, entonces, expuesto a una violación multitudinaria.
Más, con aquella historia de un penal de Veracruz donde un chico gay mereció la libertad y cuando el director le informó el muchacho pidió quedarse.
--¿Por qué? preguntó el alcaide.
--Porque aquí me sobran los hombres. Y sin pagar. (lv)