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Escenarios
Martes 19 agosto, 2025

La novia fugada

**Una noche de verano
**Padre roñoso

UNO. Aquella noche lluviosa

El recuerdo más apasionante de una noche de verano lluviosa y mágica fue cuando por el balcón de su casa, la chica estudiante, M., tiró una maleta con su ropa a la calle.
Y en la calle, el compañero O., su novio, la cachó en el aire.

Pero más, mucho más cuando M. fue descendiendo uno a uno los peldaños de una escalera gigante para fugarse con O., digamos, su amor.
La escalera que los amigos habíamos cargado en turnos, pues todos nos cansábamos pronto pues andábamos borrachos.
Felices de la gran fuga.
La vida como una aventura fabulosa.

DOS. Luna de miel en el campo

O. recibió a M. con gran abrazo y beso prolongado.
Era la medianoche y llovía, pero el aguacero “nos hacía los mandados”, incluso, a los asmáticos.
Luego, aquella pareja subió a su automóvil deportivo de color rojo y se fueron a esperar la madrugada en los Llanos de Sotavento de donde O. era originario y tenía una casita de campo.
Y un lago enfrente y en donde nadaban los patos silvestres y los pajaritos llegaban temprano para tomar agua y ducharse.

TRES. Chico faldero

M. y O. eran compañeros estudiantes. Y novios. Pero el padre de ella se oponía a la relación porque, aseguraba, O. era muy faldero.
Y tenía fama de haber engatusado a montón de chicas del Sotavento.
Incluso, del abandono cuando quedaban embarazadas.
Pero M. lo amaba sin trabas ni limitaciones.
Y por eso, la fuga. La gran fuga en la noche cómplice.
Ellos pasaron tres días de luna de miel en la casita de campo.
En las noches, prendían la fogata en el patio y asaban carnes. Y tomaban vino.
Después, solían bailar sobre el pasto, con tanta enjundia que se iban desnudando conforme bailaban y el mundo (los rancheros que los espiaban) les valía.

CUATRO. Fusil al hombro

Enfurecido, el lunes siguiente, el padre de M., el señor A. llegó a la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana casi casi con el fusil al hombro.
Buscando a los amigos de O. y a quienes inculpaba de la fuga.
Además, presionando para que le informaran el destino y paradero de su hija.
Un compañero, a quien apodaban “El chacalote”, alto y fornido, broncudo y bueno para los madrazos, lo encaró.
Y le dijo que dejara de buscar culpables porque en todo caso, el culpable único era él. El padre oponiéndose a la relación de M. y O.
Después, “El chacalote” lo encaminó a la puerta y le prohibió volver a la facultad.

CINCO. La fuga de todos

M. era una chica muy bonita. Guapa. Hermosa. 19 (diecinueve) años. Mayor de edad. Con credencial de elector.
Y aun cuando era la novia de O., el resto de los compañeros la mirábamos como la novia imaginada y soñada de todos.
Es decir, la protegíamos, pues O. era un cuate “a todo dar”.
En las parrandas siempre solía declamar hacia la una, dos, de la madrugada.
Además, como era el único trabajando financiaba la compra de los pomos, refrescos y botana.
Por eso, la gran fuga mágica de M. fue la fuga de todos. (lv)


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