Ahora, sin duda, el cateo en el penal de Villa Aldama y en donde un reo fue asesinado en tres minutos.
Se llamaba Oscar Rodríguez Alegría. 46 años.
Unos internos le clavaron en el tórax una barra metálica afilada y dos puntas (Notiver, agosto 7).
Le sorprendieron cuando estaba en el baño.
Reo federal.
Días huracanados:
En la carretera Poza Rica – Cazones, tirados seis cadáveres.
Desmembrados.
Decapitados.
Cinco hombres y una mujer.
Uno de ellos era agente de Tránsito del Estado.
Juan Carlos Santiago Casco. 32 años.
Estaba reportado como desaparecido el primero de agosto en el bulevar de Tuxpan.
En la autopista Orizaba – Córdoba, otra balacera.
Un muerto. Un herido.
Cerca de la gasolinera Cafetos.
Patrulleros de la secretaría de Seguridad Publica acusados de abusos y extorsiones a motociclistas y cobradores en la zona conurbada Veracruz – Boca del Río.
En Xico muere el médico veterinario y ganadero, Gustavo Hernández Virués.
Luego de asalto violento.
82 años.
Asaltado el 19 de julio falleció el 7 de agosto.
Quizá por un paro cardiaco… como se estila en Veracruz.
Pero, bueno, en medio del tiempo sombrío, en Coatzacoalcos cayó el Premio Mayor de la Lotería Nacional.

2 (“La violencia es inevitable”)

Lo decía y predicaba el góber Agustín Silvestre Acosta Lagunes en el siglo pasado y a cada rato luego de secuestros, desapariciones y asesinatos:
“Ni modo, violencia es inevitable”.

3 (Aquí nos tocó vivir)

Quince años después de la era Javier Duarte…
Y ante escurridero de sangre en los cuatro puntos cardinales de Veracruz…
Aquí nos tocó vivir…
Y por eso mismo, hemos de mirar y percibir la violencia como parte del encanto jarocho.
Y del encanto de “Los Voladores de Papantla”.
Y del encanto de los togogolos de Catemaco.
Y de la flor de izote de Córdoba.
Y del barrio mágico de Xalitic.
Digamos, parte de la vida cotidiana. (lv)