Las tribus políticas ofendiéndose con calor jarocho y acusándose de todo.
Zenyazen, ocupado de Duarte cuando el ex gobernador de “Aquí no pasa nada” ha sido condenado por delitos concretos y específicos.
Y Duarte, precisando a Zenyazen que mil veces preferible estar preso que ser mayate.
El adjetivo calificativo de mayate quizá Duarte refiriéndose a parte de su vida.
Aquella que el exgobernador le señala como stripper en antros de la región centro de Veracruz.

DOS. Pachanguita divertida…

Una buena pachanguita verbal entre tribus políticas.
De entrada, un priista contra un morenaco, dos tendencias políticas encontradas.
Segundo, con todo que Duarte que fue secretario de Finanzas y Planeación, diputado federal y gobernador.
Zenyazen, luego de strippero, ungido por su amigo Cuitláhuac García Jiménez, diputado local, secretario de Educación (SEV) y diputado federal.
Tercero, ninguna trascendencia inculpar de hechos a Duarte cuando ya fue juzgado por la ley.
Pero, bueno, Zenyazen necesita inmolarse en la mesa de los sacrificios para llamar la atención.
Quizá, quizá, quizá, soñando quedar bien con sus jefes y hasta posicionándose en el hándicap sucesorio de Veracruz en el año 2030.

TRES. Bajeza y ruindad moral

Con todo, las tribus políticas mostrándose como son.
Vituperios y acusaciones con y/o sin fundamento.
Injurias. Infamias.
Simplemente, exhibiendo en el palenque público su calidad moral y ética, política y de funcionarios.
Dimes y diretes. Verduleros en el mercado popular y el tianguis. Verborrea de quinto patio.
La grandeza política y profesional de cada uno y la formación académica “al rojo vivo”.

CUATRO. Grandeza humana, ajá

El último cargo de Duarte, gobernador. El penúltimo de Zenyazen, en la SEV.
Entonces, y como escrituró José Vasconcelos Calderón para la UNAM, “por mi raza hablará mi espíritu”.
La grandeza de uno y otro en las cañerías.
Se ignora si Duarte creerá que así gana méritos para ser liberado lo más pronto.
Y si en verdad Zenyazen cree que tal cual podría, digamos, merecer el aplauso y confianza de Nahle.
Y/o del jefe legislativo, Sergio Gutiérrez.
Incluso, afianzar más, mucho más, la confianza con Cuitláhuac García Jiménez ahora cuando ambos residen y por lo general en la Ciudad de México.

CINCO. Pena de la pena ajena…

Pero, caray, ellos mismos se han reducido a simples “viejas argüenderas” (respetando, claro, a las mujeres y de paso a quienes les guste el argüende).
El desdoro humano y sicológico en vez de la alteza de miras.
La política estrangulada como un chismerío “en el pueblo chico, infierno grande”.
Y en cada caso de dimes y diretes lo que uno y otros son con la identidad al desnudo.
En el reclusorio, Duarte necesita un interlocutor.
Y afuera, Zenyazen, otro. (lv)