Indicativo, cuando estamos en el tiempo de la liberación femenina y los derechos humanos de la mujer y la dignidad de todas y cada una de las mujeres.

PASAMANOS: Nadie se alarma ni asusta. Pero el hecho deja mucho que desear a la autoridad federal (desde la secretaría de Gobernación hasta Educación Pública), encargadas de regular el manejo de los anuncios.
Ahora, peor que antes, en el uso del cuerpo femenino, pues, claro está, en todos los tiempos ha sido tal cual.
Caray, en el Internet archivos de artistas famosas en el mundo desfilando desnudas y en poses insinuantes cuando era jóvenes, guapas, bonitas y atractivas.

CORREDORES: Insólito: basta, por ejemplo, entrar a un periódico digital para la lectura de las noticias del día y alrededor de la página central y de cada nota leída en interiores aparecen avasallantes como un remolino multitud de fotos de mujeres para apretar el clip y navegar derecho, derechito, a su archivo personal.
Incluso, hasta dejan de leerse las noticias para centrarse en tales páginas.
Y como la competencia es intensa, dura y feroz, entonces, el cibernauta suele quedarse ahí y al diablo los hechos noticiosos.
Más, cuando se trata de secuencias fotográficas de mujeres famosas. Actrices. Modelos. Y chicas anónimas, pero con cuya belleza nada han de pedir a las otras.

BALCONES: Una delicia. Una escapada de la realidad destable al paraíso ficcional.
Pero, por ejemplo, y sin incidir en una moralina, con frecuencia exhiben a chicas, a todas luces menores de edad, por su mirada dulce y tierna, sin un gramo de grasa en el cuerpo y con una contrafachada con dulce bamboleo de la chica de Ipanema camino al mar.
El éxtasis. Pero a costa de menores los anunciantes venden productos y servicios.
Y, se insiste, ninguna autoridad regulariza ni asesta el manotazo permitido por la ley.

PASILLOS: Quizá se trate de valores entendidos.
Acaso predomine una ley universal por encima de la ley en México.
Quizá la fuerza de los cabilderos de las empresas correspondientes para que el gobierno aplique el famoso principio francés de “dejar hacer y dejar pasar”.
Pero “el colmo de los colmos” es que en los periódicos digitales abruma la exageración de anuncios con chicas en poses sensuales y sexuales y poca, poquísima ropa, incluso, desnudas.
Y ni hablar, “aquí nos tocó y qué le vamos a hacer” como exclama personaje literario del escritor Carlos Fuentes Macías. (lv)