Un dios terrenal
**Necesario para vivir
**Todos lo tenemos
EMBARCADERO: Los mexicanos siempre hemos tenido un dios (incluso una diosa) superior a quien adorar... En los orígenes a Tláloc, el dios de la lluvia... Después, a Huitzilopochtli, el dios ambicioso de que le sacrificaran doncellas menores de veinte años, todas vírgenes... Luego, Moctezuma... Y el Virrey... Y hasta a mamá Carlotas... Miguel Hidalgo... Benito Juárez... Vaya, hasta Maximiliano de Habsburgo, y a quien rendía culto el hijo de José María Morelos, Juan Nepomuceno Belmonte,
el apellido de su señora madre y a la que Morelos sedujo y embarazó…
ROMPEOLAS: Un ratito Francisco I. Madero fue adorado… Y de ahí nos brincamos a Lázaro Cárdenas… Los indígenas le llamaban “Tata”… Luego, la idolatría fue cambiando en cada periodo constitucional y en donde el presidente de la república, el súper jefazo del Poder Ejecutivo federal, tenía un altar en la mayoría de las neuronas y los corazones de los ciudadanos de a pie y motorizados… Y, claro, en el caso de las entidades federativas, el tiradero de incienso al gobernador en turno… Un cachito de incienso restaba para los presidentes municipales en cada demarcación…
ARRECIFES: El país, escribió Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, era gobernado por “el presidente con sus parientes y sus criados”… Y los criados lo eran desde los secretarios de Estado y los diputados federales y Senadores hasta los gobernadores y los alcaldes en turno… Al lado de cada político encumbrado en el peldaño más alto del poder siempre han estado para la adoración sin límites el ejército y los marinos y la Virgencita de Guadalupe… Vaya, en el siglo pasado los medios prohibían a los reporteros y columnistas meterse con todos ellos… Significaba una razón de peso y con peso para el despido y hasta el exilio…
ESCOLLERAS: Pero ni hablar, todos los pueblos del mundo necesitan, primero, adorar a un ser superior… Digamos, un dios celestial… Y, segundo, tener siempre un dios terrenal… Un hombre, una mujer… Creer en el otro lado del charco… Y afianzarse en esta orilla, quizá, como una razón existencial… En “La Ilíada”, Homero, el gran escritor griego y ciego, siempre habla de los dioses etéreos y terrenales… Incluso, los dioses esotéricos acompañando a los mortales en las batallas de las guerras entre unos y otros para hacerse del poder público…
PLAZOLETA: Por eso, vaya, los chamanes y los brujos y los astrólogos, considerandos un puente de comunicación entre esta vida y la otra… Es más, políticos como Francisco I. Madero y Plutarco Elías Calles creyendo, y a ciegas, en los médiums para enlazarse con sus antepasados muertos… Y con los amigos políticos fallecidos y/o asesinados… Adorar, pues, a los dioses para afianzarse en los días y noches huracanadas y tormentosas… En el departamento de solteros, los estudiantes suelen tener una diosa… Es la actriz considerada por ellos un símbolo sensual y sexual… Una especie de Virgencita ante la que cada mañana se reza para un buen karma y un mejor fario… (lv)