las señoras, están condenadas de por vida.

Y su único destino cuando mueran será el infierno. Al lado del Señor de las Tinieblas, el jefazazo Luzbel.
Se ignora hasta dónde las señoras tengan razón. Pero por lo pronto, todas ellas se abstienen de practicar el sexo oral.
“Dios lo prohíben” recuerdan a la pareja si insiste.
Y, bueno, si antes, mucho antes lo operaban, de pronto, cuando entre ellas descubrieron “la cruda verdad”, se declararon en huelga.
Antes, mucho antes del advenimiento de la Liberación Femenina.

DOS. Prohibido prohibir la libertad

Sigmund Freud, el padre teórico y práctico del sexo (“El sexo mueve el mundo” escribió”) publicó treinta libros sobre la materia.
Y en ningún capítulo prohíbe las relaciones íntimas limitando, digamos, el ejercicio de la libertad.
Incluso, y más allá del montón de posiciones en el libro de libros, el Kamasutra.
Es más, en algunos capítulos de la Biblia se ocupan de la plenitud de la pasión amorosa y con toda la libertad posible de la pareja.

TRES. Acuerdos de parejas

Cada pareja suele tener, digamos, su código ético, moral, biológico y social. Incluso, sicológico.
Vaya, el terapeuta familiar convoca a establecer como un límite el límite pactado por cada pareja.
Y, bueno, lo que para unas parejas es lícito para otras ilícito. Y hasta prohibido, en efecto, en ningún momento por la Biblia, sino por sus propias creencias, vivencias y experiencias.
Y por sus propios placeres, gustos y preferencias.
Hay mujeres, por ejemplo, que para conservar el estado de gracia antes de hacer el sexo y el amor se persignan para que el Ser Superior las cuide en el tálamo.

CUATRO. Incompatibilidad íntima

El resultado, sin embargo, ha sido, es, fatídico.
Por ejemplo, las prohibiciones han llevado a unas parejas a la separación y al divorcio en la barandilla del Registro Civil.
El delito de por medio argumentado es la incompatibilidad sexual, íntima, personal.
Más, cuando en el otro lado del charco hay personas (mujeres y hombres) convencidas del ejercicio total de la libertad en el tálamo.
Y como es la vida, en el camino las partes suelen encontrarse y multiplicarse, pues hasta la existencia de Dios y Luzbel, el cielo y el infierno, salen a relucir.
Y siempre, alrededor de la pregunta de todos los tiempos de si en verdad, en verdad, en verdad, existen Dios y el diablo, el paraíso celestial y el averno.

CINCO. Amigas nocivas

En todo caso, y más allá del terapeuta familiar y el terapeuta sexual y el sicólogo y el Libro de Urbanidad y Buenas Maneras y la religiosidad (y en todas sus formas) y los códigos éticos y morales y las enseñanzas de las abuelas y las madres, el mundo ideal en la vida íntima se deriva del acuerdo de la pareja.
Nada, pues, de la influencia de las amigas para definir la actitud en el tálamo. Y por lo general, tan nefasta como es y suele ser. (lv)