Político suicidado
1 (Viaje trágico de la depresión)
En Xalapa, un político se suicidó. Se ató del cuello y colgó de una viga en su residencia en la colonia El Olmo, de Las Trancas.
Juan José Chávez Jiménez. Alto funcionario del Sistema Estatal Anticorrupción, SEA, del gobierno del Estado.
De acuerdo con la primera versión estaba deprimido. Y la severa depresión lo llevó a la muerte.
Ese mismo día, el domingo 6 de julio, en Martínez
de la Torre, otro hombre se ahorcó en su vivienda en la localidad Cruz Verde.
Alejandro N.
Los dos, ahorcados. Los dos, en sus casas. Los dos, en un duro y rudo viaje depresivo.
Así como vamos y estamos, Veracruz ocupará uno de los primeros lugares nacionales en depresión suicida.
Una enfermedad incurable. Ningún medicamento ni tratamiento hoy en día descubierto por la ciencia médica ha sido creado con efectividad.
Más cuando la depresión es genética. Y se hereda.
Y así se tenga el mayor éxito social y económico y educativo y laboral en la vida, la depresión causa estragos.
Bastaría referir (una vez más) el caso del escritor norteamericano, Ernest Hemingway.
Su padre, médico, depresivo y suicida.
Un tío, depresivo y suicida.
Una sobrina, depresiva y suicida.
Y Hemingway, a quien las artistas famosas de la época esperaban en la alberca nadando desnudas mientras terminaba de escribir las mil palabras diarias de su cuota literaria, también se quitó la vida de un escopetazo en la boca a las seis de la mañana de un día lluvioso en Estados Unidos.
Raro, extraño, paradójico que a un político le pegue duro y tupido la depre (como le llaman de cariño).
Y más extraño y raro que en el viaje depresivo se quite la vida.
Y ahorcándose.
Pero, bueno, está probado y comprobado que también casos se dan.
Incluso, las consecuencias funestas de la depre bien pueden cotejarse con el cáncer, el Alzheimer, el Parkinson, los divertículos, el riñón, el hígado y hasta la presión arterial fuera de control.
Un minuto después de nacer el bebé está expuesto a las diez mil enfermedades detectadas por los médicos.
Tres mil, identificadas. Y siete mil, sin poder precisarse al momento. Pero vigentes, según aseguraba el doctor Jorge Nicolás Chantiri, quien fue director de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana y en paz descanse.
2 (Que nadie se achicopale)
La depre es otro asuntito de Seguridad Nacional.
Millones de pesos se pierden en el surco y el taller, la industria y la fábrica, la oficina y la empresa, cuando montón de trabajadores se declaran en la depre.
Entonces, digamos, la conveniencia de una política humanística empujada y coordinada por la autoridad para que en un pueblo y en una familia nadie se achicopale y se sienta animado y reanimado con razones de peso y con peso para vivir, estar, ser y trascender.
Y es que, afirma el sicólogo del barrio, la depre se filtra en las neuronas y el corazón cuando la persona queda sin aliento para empujar la carreta, aunque la carreta esté destartalada y para patear el balón explorando zaguanes y remando la canoa.
Y la única estrategia para brincar de la marea baja a la marea alta es sentirse con alegría en cada amanecer para ponerse los guantes y seguir luchando en el ring social.
Se trata de una terapia extraordinaria donde todos los miembros de una familia han de entrar a la batalla para mantener el buen karma y la mejor vibra en la persona depresiva.
Incluso, hasta los niños y bebés, pues, dice el médico, nada emociona tanto a una persona depre como acercarle a un bebé.
Una magia y un misterio maravilloso.
Y que, por cierto, es una actitud que también revive a los enfermos de Alzheimer. (lv)