Feroz batalla y guerra en la U.V.
1 (“La plenitud del pinche poder”, ¡qué caray!)
Nunca como hoy una feroz batalla y guerra por la rectoría de la Universidad Veracruzana, UV.
Más cuando un trío de exrectores (Sara Ladrón de Guevara, Raúl Arias Lovillo y Víctor Arredondo Álvarez) ha declarado la guerra al sociólogo de la Sorbona, Martín Aguilar Sánchez.
Incluso, consumada la decisión de la Junta de Gobierno (integrada, entonces, por siete de los nueve miembros)
de reelegirlo, el rafagueo del trío de exrectores se ha redoblado.
Por ejemplo, expidiendo un comunicado donde expresan “la cruda verdad”.
Uno: “Velar por la integridad de la institución” académica.
Dos: “Defender la legalidad” pues Martín Aguilar tiene en contra la edad que lo imposibilita para el desempeño.
Tres: El Rector “transgredió la ley”.
Entonces, la hora de la verdad: “Callar o actuar.
Consentir o corregir”.
El trío de exrectores, defensor de la ley.
El otro trío de aspirantes a la rectoría ha anunciado que seguirán en la misma lucha desde los tribunales.
El diputado local y jefe máximo de la JUCOPO, Junta de Coordinación Política, levantó la voz advirtiendo que podría el Congreso atraer el caso.
Se percibía que la ratificación de Aguilar estaba consumada.
Pero el par de tríos (los exrectores y los aspirantes a la silla embrujada de las Lomas del Estadio) continúa con los guantes puestos.
Bien lo precisó el hermano menor de Emiliano Zapata, el caudillo del Sur, Eufemio, cuando entraron a palacio nacional con Pancho Villa y buscaban la silla presidencial.
Y Eufemio la buscaba creyendo que se trataba de una silla de montar yeguas y caballos herreros porque la silla política, la silla del águila, siempre marea y enloquece a quienes la ocupan y hasta los hace levitar.
Y en el ejercicio del poder suelen levitar hasta como en el caso del doctor Aguilar Sánchez, con posgrado en Francia.
Unos biógrafos del poder público afirman que el ejercicio de la política es más intenso, frenético y avasallante que hacer el sexo.
Por eso, incluso, hay mujeres a quienes fascina el olor a poder.
Y fascina, porque el político tiene poder, además de recursos públicos para manejar con sentido discrecional y patrimonial.
En tanto, un empresario únicamente tiene dinero, pero sin poder.
Y el poder es afrodisiaco.
Lo dijo Fidel Herrera Beltrán: “Estoy en la plenitud del pinche poder”.
Lo dijo la Fiscal General de Veracruz: “Aquí mando yo”.
Lo proclamaba Javier Duarte: “Aquí no pasa nada”.
Lo decía Calígula: “Después de Dios, yo”.
Lo alardeaba aquel presidente municipal: “Dejé de ser alcalde y dejé de ser pobre”.
Lo advirtió el escritor ruso más grande de Rusia y del mundo, León Tolstói: “Si dicen que Dios no existe, entonces, yo soy Dios”.
2 (Es la legalidad o el fascismo)
En la UV, la vida académica brinca a la vida política.
Es la legalidad o el fascismo de Martín Aguilar.
Es la ley o el autoritarismo.
¿Derrotará, se impondrá, Martín Aguilar a sus tres antecesores y a los tres aspirantes a su silla?
¿Los exrectores y suspirantes a la rectoría saldrán victoriosos?
¿Será respetado en los tribunales el manotazo de la Junta de Gobierno a favor de Aguilar Sánchez?
¿Entraría un quinto aspirante a la Rectoría para, digamos, “llevar la fiesta en paz los próximos cuatro años?
Los días y las noches trotan en las Lomas del Estadio con tantos vientos huracanados y torrenciales que la claridad oscurece. (lv)