Y al lado, incluso, en abierta competencia, con la UNAM, el Politécnico, el ITAM, el Tecnológico de Monterrey y sus campus, la universidad de Guadalajara.
Bastaría referir que por aquí los jóvenes terminan el bachillerato en Veracruz suelen mirar, primero, al resto de la provincia para seguir estudiando, y, segundo, mirando universidades extranjeras.
Como si el bajo perfil de la UV les pesara en un camino lleno de espinas, cardos y abrojos y derecho, derechito, al Gólgota pedagógico.

PASAMANOS: Por lo regular, los estudiantes con padres con recursos miran hacia otras latitudes soñando con la calidad pedagógica.
Entre mejor formados, mayores opciones profesionales.
Además, del factor suerte y que siempre se interpone.
Los chicos con padres con recursos limitados, ni hablar, se quedan aquí cuando, de entrada, puede exigir la UV al sindicato magisterial del FESAPAUV (Enrique Levet Gorozpe) para hacer mucho más competitiva a la máxima casa de estudios de Veracruz.

CORREDORES: “Veinte y las malas” que un examen con lupa a los profes para determinar si están, por ejemplo, a la altura del cuerpo académico de la UNAM y/o del Politécnico, sería reprobado por un número considerable.
Maestros improvisados. Maestros habilitados porque están urgidos de otra chamba.
Profesores sin formación educativa. Profesores que llegan al salón de clases para aprender.
Incluso, académicos sin la necesaria formación magisterial y sin una firme, inalterable, vocación educativa.
Así, y en el transcurso de los años, la planta académica de la UV con unos seis mil, siete mil profes ha sido integrada.

BALCONES: Por eso tantas deficiencias en los egresados.
Y por eso mismo, otras universidades rebasan por la izquierda, el centro y la derecha a la UV.
Caray, y por ahora, ninguno de los cuatro aspirantes y suspirantes a la Rectoría (incluido el doctor Martín Aguilar Sánchez) han expuesto una estrategia concreta y específica para mejorar el prestigio académico de la UV.

PASILLOS: Lo peor para los estudiantes: el Modelo Educativo en práctica desde el Rector Víctor Arredondo Álvarez.
Y en cuatro años, nunca el doctor Martín Aguilar ha tenido voluntad para un cambio. Gran cambio.
Por ejemplo, los alumnos obligados a permanecer unas trece horas cada día en la facultad por los horarios disparejos acomodados siempre a la medida de los profesores y quienes, por lo regular, suelen tener otras chambas.
Antes, mucho antes, en la UV existían dos turnos. El matutino y el vespertino.
Y los chicos llegaban desayunados a la escuela y regresaban a casa para comer al mediodía.
Incluso, hasta laboraban en las tardes y/o las mañanas según el turno escolar.
Hoy, estudiar en la UV y con tales horarios ha significado la peor tortura de sus vidas. (lv)