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Escenarios
Lunes 23 junio, 2025

Muy buena persona

**Solidaria con todos
**Respetuosa de la vida

UNO. Generoso con la familia

El escritor ruso, Antón Chéjov, fue una muy buena persona. Maravillosa. Generosa. Solidaria. Desprendida de sí misma. Y pensando siempre y apoyando a los padres y a los hermanos. Todos, pobres. Pobrísimos que fueron.
Un hombre excepcional. Fuera de serie.

Mejor debió haber sido san Martín de Porres. Y/o el obispo de Veracruz, don Rafael Guízar y Valencia.
Desde los diez años de edad, aprox., empezó a escribir a destajo. Entre más artículos periodísticos escribía, más le pagaban.
Y todo el dinerito para comer en casa.
Pero además…

DOS. Un jardín en el patio de la casa

Además, le asistían montón de atributos y cualidades.
Por ejemplo:
El mismo limpiaba el patio de la casa donde vivieran. Más considerando que a cada rato la familia cambiaba de casa porque el dinerito del padre era insuficiente.
“Arrojaba al estanque la espesa niebla y rompía el hielo” cuenta la novelista Iréne Némirovsky en su libro “La vida de Chéjov”, su héroe literario.
Además, solía convertir el patio de las casas alquiladas por su padre en un jardín.
Y plantaba árboles frutales. Y los embellecía sembrando rosas.
Y de ñapa, caray, el jardín cobrando forma y vida, Chéjov solía pasear en el jardín mucho, muchísimo rato, y todos los días y hasta en las noches y en las madrugadas en el insomnio.
Y platicaba con los árboles y las flores. Y les contaba historias y que luego pulía y volvía a pulir en la máquina mecánica de escribir.

TRES. Un hombre bueno

Y, vaya, se pasó de bueno.
Por ejemplo, casó con una artista que andaba de gira de pueblo en pueblo.
Y mientras él quedaba en su casita tecleando como un poseso.
Desde donde andaba, la esposa le enviaba cartitas. Y le confiaba, por ejemplo, que después del debut en un pueblo todos los artistas se habían ido de farra hasta el mediodía del día siguiente.
Y Chéjov, sin celos ni enojos ni molestias.
Confiando en ella.

CUATRO. Amigo de los grandes escritores

Chéjov era amigo del par de escritores lumbreras de Rusia.
León Tolstói y Fédor Dostoievski.
Y aun cuando ellos fueron eran contemporáneos siempre se cayeron mal.
Quizá, los celos y las envidias.
Entonces, Chéjov los quiso relacionar. Pero ninguno de los dos aceptó. Cada uno en su nicho y en su capilla.
Y desistió cuando advirtiera la cerrazón de ambos. Temeroso acaso de salir perdiendo.

CINCO. Gran animalista

Paseaba en el jardín de su casa y caminaba en el monte acompañado siempre de sus dos perritos.
Bromuro y Quinina.
Con todo y su éxito literario, nunca olvidó sus orígenes de pobreza y miseria.
“Su dura infancia fue demasiado ruda” escribe Némirovsky, aun cuando siempre mantuvo una sonrisita en sus labios y en sus ojos, lleno de esperanza de que la vida podía mejorar. (lv)


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