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Escenarios
Jueves 12 junio, 2025

La vida dura y ruda

**“Los viene viene”
**Las cerilleras
**Apostar a la esperanza

UNO. “Vestimos de lo que nos regalan”

En la plaza comercial, los “viene viene” y acomodadores de la despensa comprada por la ama de casa en la cajuela del automóvil y/o camioneta, dicen, sin rodeos y con humildad:

“Nosotros nos vestimos de lo que nos regalan”.
Las señoras en el mandado les suelen obsequiar ropita usada. Tanto de mujeres y hombres. Tenis usados para niños y jóvenes y adultos.
Además, les dan su propinita y que lo regular oscila entre diez a veinte pesitos.
Ellos, pues, apostando a la esperanza en cada mañana cuando hacia las siete horas llegan a su chamba en el estacionamiento de la plaza comercial.
Y trabajan ofreciendo su ayuda a las amas de casa por “los centavitos que sea su voluntad”.

DOS. “Todo lo que visto me lo obsequiaron”

Narciso N. tiene unos veinte años. Dos hermanos. Un padre enfermo, campesino que fue en el pueblo, de unos sesenta años. Una madre, ama de casa que a los sesenta años siguió pegada a la lumbre en la cocina para la comidita del día.
Y Narciso se pone de ejemplo. Dice:
“Esta playerita me la regalaron. Estos pantalones de mezclilla, todos viejitos, todos descoloridos, todos aguados, me los obsequiaron. Estos tenis también.
Y en casa tengo otras muditas de ropa también regaladas”.

TRES. Vivir de la propinita

Los días de quincena cuando la chamba se multiplica, el par de hermanos lo auxilia.
Y siempre, con la esperanza por delante para la propina.
“Somos los propineros, dice, en igualdad de circunstancias que las señoras de la sexta década que en la caja se desempeñan como cerilleras”.
Y, claro, para todos alcanza la generosidad de las amas de casa y de los hombres que suelen acompañar a las esposas y de los hombres solitarios que hacen el mandado como parte de la tarea conyugal.

CUATRO. Nunca las puertas laborales se abrieron

Narciso N. tiene dos años como propinero en el estacionamiento de la plaza comercial.
Antes, tocó puertas laborales “a diestra y siniestra” y nunca logró respuesta.
Siempre, las puertas cerradas en tiendas comerciales, talleres mecánicos y eléctricos, gasolineras, etecé, etecé.
Entonces, un amigo le platicó maravillas como propinero y que le permitía brincar del duro y rudo mundo de la realidad a un mundo imaginado, soñado, deseado, fantaseado.
Y aun cuando en la temporada de “la maldita primavera” está expuesto al sol canicular chambea a gusto porque le permite llevar centavitos a casa.
Hay días y días malos. Como todo en la vida. Incluso, lo reza la profecía bíblica con la parábola de las vacas gordas, y que son muy pocas, y las vacas flojas, y germinando en abundancia.

CINCO. Chico veinteañero soñando

Veinte años Narciso, sueña. Y sueña con hechos concretos y específicos. El fin de semana, el sábado en la mañana, estudia el bachillerato, en tanto un hermano lo cubre en la chamba.
Además, un hermano a quien ha presentado a sus clientas, amas de casa, para garantizar la confianza.
Y en la tarde del sábado, luego del salón de clases, al trabajo hasta las ocho, nueve, de la noche.
Su vida resumida en siete palabras:
“Nos vestimos con lo que nos regalan”.
¡Hosanna, hosanna, por la solidaridad humana en Veracruz! (lv)


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