Dejamos de soñar en las utopías, la tierra prometida, el Hombre Ideal, la Lámpara de Diógenes, el sueño, la quimera.
Vaya, mucho se duda que se crea y se crea con firmeza en el cielo y el infierno.
Y en los males de caja de Pandora enviados por Zeus para vengarse de la tierra.
Tampoco se cree en los Siete Círculos del Infierno.
Ni menos en el Apocalipsis anunciando el fin del mundo al detalle.

PASAMANOS: Entre el optimismo y el pesimismo domina y predomina la tendencia tóxica.
Y la duda, la incertidumbre, la zozobra, la sospecha, el titubeo se elevan por encima de la buena vibra, el mejor karma, el fario incandescente.
Muchos años y siglos después de vivir, el ser humano está seguro, cierto, y entre otros hechos y cosas y cositas, que las vacas flacas se apropian de la existencia cotidiana.
Y con pocas, excepcionales posibilidades de las vacas gordas.

CORREDORES: En el lenguaje popular suele iniciarse cada amanecer como autómatas.
Autómatas levantándose cada día para empujar la carrera seguros de una carreta destartalada.
Y al mismo tiempo, impulsando la carreta porque, primero, caray, es lo único predominante, y segundo, “con un ojo al gato y otro al garabato” con la ofensiva lista para revirar a quienes intentan adueñarse de la vida individual, la vida familiar, la vida colectiva.
Más que la leyenda universal del “amaos los unos a los otros”, la vigencia de que “el hombre (la mujer, el ser humano) es el lobo del hombre”.

BALCONES: En todas las horas la vigencia de frases bíblicas, memorables, citables y recordables.
Entre otras, las siguientes:
“Chinga porque atrás vienen chingando.
“En vez de que lloren en mi casa que lloren en la tuya.
“Cuando tú vas yo ya vengo.
“Los amigos se cuentan con los dedos de la mano y sobran dedos.
“Los únicos que traicionan en la vida son los amigos porque los enemigos enemigos son.
“El día cuando mi hermana creyó en la palabra del hombre quedó embarazada y abandonada”.
Etecé. Etecé.

PASILLOS: Por eso, y ente otras razones, Albert Camus, Nobel de Literatura, lo escribió: “¡Qué difícil es vivir!”.
Cada vez más firme la versión de que el único camino para remar la canoa y patear el balón es la confianza en uno mismo.
Y siempre dudando del otro, de los demás, los compañeros en el salón de clases y en las oficinas y de los socios en un negocio, empresa, industria, fábrica, y hasta de la familia.
El peor error de todos está en creer y creer, incluso, con fe ciega, en los políticos.
En los patrones.
En los amigos.
Y ni hablar, bienaventurados quienes mantengan la fe y la esperanza en el llamado Ser Superior.
Y cada día le recen pues, avisa el Sermón de la Montaña, “de ellos será el reino de los cielos”.
Ta’gueno. (lv)