Secretos de la dicha
**Una persona que amar
**Un empleo a gusto
EMBARCADERO: Si creemos a Octavio Paz Lozano, el primer mexicano (y único por ahora) en obtener el Nobel de Literatura, la felicidad se alcanza cuando se tiene una mujer que amar y que ame... Lo dijo del siguiente modo: “Yo soy un hombre feliz simplemente porque Marie-José (su segunda esposa) existe... Eso es todo”... Se casaron en la India cuando Paz era Embajador de México... Y a su boda únicamente invitaron a tres amigos
Y se casaron “debajo de un gran árbol, un nim muy frondoso… Y los testigos fueron muchos mirlos y varias ardillas”…
ROMPEOLAS: A los ochenta años de edad, el viejito del barrio está seguro, convencido, de que para ser feliz únicamente se necesitan dos hechos y cositas… Una, tener una persona que lo quiera en igualdad de circunstancias como se le quiere, ama y respeta… Y, dos, tener un trabajo que le guste a uno para en cada amanecer llegar con las pilas bien puestas y con la mejor energía, karma y fario para empujar la carreta entre todos, aunque, digamos, la carreta esté o estuviera destartalada y/o de “capa caída”…
ARRECIFES: Pero, bueno, cosas de la vida, tener una persona que lo ame a uno y un empleo donde cada quien se sienta en la plenitud significa una búsqueda incesante… Un amigo iba en el tercer matrimonio y su pareja en turno lo descubrió oliendo “a leña de otro mujer”… Y la mujer lo encaró… Y su respuesta fue la siguiente: “Perdóname… No he madurado”… Y la tercera mujer nunca le perdonó la infidelidad y se fue de casa… Por fortuna, sin ningún hijo de por medio…
ESCOLLERAS: En el otro extremo de “la cruda realidad”, bienaventurados quienes estén bendecidos con un empleo a gusto… Sin envidias ni intrigas… Sin deslealtades ni traiciones… Sin jefes chismosos… Usufructuando el respeto de los demás de igual modo como se respeta a todos ellos… Y con oportunidades laborales para el legítimo y justo ascenso… Y, claro, el aumento salarial… Digamos, una utopía… Y considerando que la utopía es un paraíso soñado, imaginado y deseado que pocas, poquísimas ocasiones se alcanza, logra y cumple… El primer matrimonio de Octavio Paz fue con la escritora Elena Garro… Y la vida se transfiguró en un infierno… Incluso, bien podría anotarse que significó el más duro y rudo infierno en la vida de Paz Lozano… “Harpía” le llamaba…
PLAZOLETA: Es la búsqueda incesante… Y con frecuencia, suele pasarse una vida completa sin encontrar el Eslabón Perdido… Y hasta se alcanza la famosa lámpara de Diógenes quien hacia el mediodía y con sol y la lámpara prendida rastreaba en las calles de Grecia al Hombre Ideal… Y, claro, nunca lo encontró… Con todo y que una conseja del ritual religioso católico y apostólico es que “lo unido y bendecido por Dios nadie lo destruye… (lv)