A dos semanas del asesinato
Raymundo Riva Palacio/Tomado de El Financiero
En una de sus múltiples colaboraciones periodísticas, Salvador Guerrero Chiprés escribió el viernes pasado en el 41 aniversario del asesinato de Manuel Buendía, el columnista político más influyente de su generación, e incluyó en sus últimas líneas...
una afirmación que no venía al caso, pero que sugiere conflictos dentro del gobierno de la Ciudad de México por los asesinatos de Ximena Guzmán y José Muñoz, los dos colaboradores más cercanos de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, que mañana cumplen dos semanas de haberse ejecutado.
“Por fortuna –apuntó–, eso no sucede (asesinatos como el de Buendía) en la ciudad gobernada por Clara Brugada, ni en el país cuyo Ejecutivo preside Claudia Sheinbaum. En aquel entonces (1984) se ocuparon casi cinco años para detener a José Antonio Zorrilla Pérez (director de la extinta Dirección Federal de Seguridad), autor intelectual del crimen contra Buendía. La inteligencia investigadora ha mejorado”.
Guerrero Chiprés es director del C5, el centro de comando de la Ciudad de México, desde donde se controlan las más de 81 mil cámaras de videovigilancia en las calles de la capital que alertan a las autoridades de situaciones de riesgo y emergencias. Lo han criticado porque, acusan en la opinión pública, las cámaras no funcionaron durante el asesinato de la secretaria particular de Brugada y de su principal asesor. “La inteligencia investigadora ha mejorado”, dijo cáusticamente.
Esa frase intriga por lo que oculta. No es cierto que ya no sucedan asesinatos como el de Buendía. De hecho, hay más asesinatos o atentados de alto impacto en la actualidad que hace cuatro décadas. No obstante, entre los dos episodios hay una fuerte analogía: el de Buendía fue para eliminarlo porque creían altos funcionarios del gobierno federal que iba a publicar detalles de la narcopolítica, mandando un mensaje al periodismo de investigación. El de Ximena y José fue un mensaje para Brugada, blancos perfectamente seleccionados para que entendiera de lo que se trataba. Los tres crímenes fueron en hora pico en avenidas muy transitadas. Los tres fueron para amedrentar y cambiar el rumbo de las cosas.
Guerrero Chiprés miente para esconder cosas. El asesinato de los asesores de Brugada fue mucho más grave que el de Buendía. Al periodista lo calló el Estado; los asesores de la jefa de Gobierno murieron porque hay cosas ocultas del gobierno capitalino sin resolver, que se arrastran desde que Brugada era alcaldesa en Iztapalapa. En el primero no hubo desafío al Estado; el segundo fue una afrenta al Estado. Pero no es lo único de lo que no está hablando. El director del C5 afirma en público y en privado que las cámaras sí funcionaron, pero no existe evidencia de ello. Guerrero Chiprés, enamorado del micrófono y las cámaras, no ha dado ninguna entrevista, ni aportado pruebas de que dice la verdad.
Cuando atentaron contra el periodista Ciro Gómez Leyva en diciembre de 2023 casi a las 11 de la noche, el entonces secretario de Seguridad capitalina, Omar García Harfuch, mostró a la prensa 12 horas después la línea de tiempo del atentado con videos y horas de cómo huyeron y hacia donde se escaparon los atacantes. El crimen de Ximena y José fue poco antes de las 8 de la mañana, y hasta unas 30 horas después, el secretario capitalino, Pablo Vázquez, y la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, Bertha Alcalde Luján, narraron en una conferencia de prensa cómo huyeron los atacantes sin mostrar una línea de tiempo con horas de la huida.
A diferencia de lo que hizo García Harfuch, no dieron a conocer los videos que sustentaran sus dichos. Por lo que escribió Guerrero Chiprés sí existen, por lo que la pregunta es: ¿por qué los esconden? Desde que aparecieron Alcalde Luján y Vázquez juntos, no se ha dado prácticamente nada de información, y la más sustanciosa provocó un choque entre ellos. La Secretaría de Seguridad informó que la Oficina de Asuntos Internos había suspendido a dos policías presuntamente por manipulación de pruebas. Un día después, Alcalde Luján desmintió que hubiera tal irregularidad, enfatizando, sin embargo, que era un caso complejo que llevaría tiempo resolver. ¿Quién mintió?
El choque se apagó en la opinión pública pese a tener un importante hipertexto. Vázquez pertenece al grupo de García Harfuch, quien ejerció su influencia para dejarlo a cargo de la Secretaría de Seguridad capitalina, pese a que Brugada es políticamente rival del actual titular de la Seguridad federal. Brugada pertenece al ala dura del régimen, de la que surge la presidenta Claudia Sheinbaum, pero que se distanció de esa facción y de Brugada cuando fue el ariete del sector puro del presidente emérito Andrés Manuel López Obrador en la lucha por la candidatura al gobierno en la capital federal. Alcalde Luján pertenece a esa franja del obradorismo, como su hermana Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, que junto con Andrés López Beltrán, secretario de Organización del partido, controlan parte del poder del régimen.
Hay un enfrentamiento entre Sheinbaum y Brugada a nivel de equipos, que va en aumento, aunque la jefa de Gobierno mantiene informada directa y permanentemente del avance de las investigaciones a la presidenta. Nada ha salido de éstas, pero durante el velorio de los colaboradores, miembros de la UPREZ, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, que cuenta entre sus líderes a los hermanos de Muñoz y a la propia Brugada, expresaron su convencimiento de que los asesinatos de Ximena y José habían sido un ajuste de cuentas interno. No es el único crimen extraño en las entrañas del régimen en los últimos meses. Funcionarios federales piensan que el asesinato de Milton Figueroa, el jefe de inteligencia de la Secretaría de Seguridad capitalina el año pasado, muy cercano a García Harfuch, fue para frenar sus investigaciones de presuntos vínculos de comandantes locales con criminales.
Los asesinatos de los tres funcionarios tienen que resolverse, y las diferencias entre las diversas alas del régimen, superarse. De otro modo, las conjeturas que hacen los equipos, que sugieren una guerra interna entre facciones por el poder, seguirán creciendo y, eventualmente, se trasladarán a acciones que todos puedan lamentar, si es que no estamos ya en esa etapa.