Por ejemplo, ya es un hecho su uso en la industria cinematográfica. Al menos tres películas nominadas a los premios Oscars en 2025 utilizaron la inteligencia artificial como herramienta. Para imitar el acento húngaro en “El Brutalista”; en “Duna: Parte 2” para potenciar los efectos especiales y; sin mucho éxito, se corrigieron las desafinaciones en Emilia Pérez.

Pero en la animación el panorama se oscurece. Esta tecnología arrebata la sustancia de las creaciones sin dar nada a cambio. Como en el caso de la demanda colectiva contra Stability AI, Midjourney y DeviantArt, donde tres artistas denunciaron en 2023 la utilización ilícita de sus obras. Sin embargo, la demanda no prosiguió.

Detrás de las caricaturas que nos encontramos al prender la televisión, hay una cadena de explotación y maltrato. Donde se bosqueja, diseña y se corrigen dibujos por bajos salarios y jornadas de 12 horas. Hasta los responsables de animar al super héroe más famoso de todos los tiempos prefirieron renunciar antes de seguir trabajando en Spider-Man: A Través del Spider-Verso. En 2023, 100 animadores renunciaron a sus créditos en la película ante la exposición de un ambiente laboral opresivo y salarios precarios.

Y frente a este escenario, la automatización de la inteligencia artificial generativa resulta preocupante. ¿En cuánto tiempo los grandes estudios de animación remplazaran a los artistas por un software? ¿A caso se sacrificará la creatividad por una rapidez instantánea?