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8 Columnas
Viernes 30 mayo, 2025

Un domingo de junio en Chapultepec


Francisco Ortiz Pinchetti/Tomado de Sin Embargo

Estamos a tres días de la “elección” de jueces magistrados y ministros del Poder Judicial mexicano que convertirá a México en el país más democrático del mundo. El pueblo, repite Claudia, así lo quiso. Y no hay nada que hacer para evitarlo, si acaso...

hubiera alguien que intentara semejante locura.

Consummatum est.

De acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Poder Judicial, como contrapeso en un sistema democrático, se encargaba de asegurar que los otros dos poderes, el Legislativo y el Ejecutivo respetaran la Ley y la propia Carta Magna, protegiendo los derechos de los ciudadanos. Ese Poder Judicial realizaba esto a través de la interpretación y aplicación de las leyes, así como de la resolución de conflictos legales, asegurando que el Gobierno no abuse de su poder.

Eso ya es historia: esa función desaparece como resultado de la Reforma Judicial que habrá de consumarse el domingo, mediante un remedo de “elección” manejado por un INE y un Tribunal Electoral debilitados y virtualmente tomados por el Gobierno.

Durante cuatro, cinco meses el tema ha provocado polémica en los medios y en las tribunas legislativas, pero no ha sido debatido formalmente. En lo absoluto. Sobre la improvisación, la confusión, las contradicciones del proceso y el galimatías mismo de las boletas hemos escrito trillones de líneas ágata, como se decía antes, millones de horas en medios electrónicos: un desmadre.

Nada se ha modificado. Nada se ha corregido. Nada se ha atendido. Ni una coma se ha cambiado. El objetivo no es por supuesto la “elección”, sino la destrucción del costoso, doloroso, incipiente sistema democrático mexicano.

Las evidencias sobran. En la etapa final de la “campaña” la atención se ha centrado en las maniobras evidentemente desesperadas del Gobierno y su partido, al estilo del viejo PRI, para lograr una afluencia de votantes que no deje en el peor de los ridículos la supuesta “elección”. De ahí el activismo de los “Servidores de la Nación” para convencer a los ciudadanos de acudir a las urnas; de ahí el reparto masivo de “acordeones” que inducen descaradamente el voto; de ahí los pactos con el SNTE de los maestros para asegurar el acarreo masivo de votantes, de ahí el bombardeo apabullante de mensajes en radio, televisión, teléfono y redes sociales.

Importa por supuesto también que los “elegidos” sean los candidatos cercanos a la autollamada Cuatroté, propuestos por ellos y aprobados por ellos. Se trata, sin eufemismos, de apoderarse del aparato judicial. Agandallárselo también.

Molestó a la Presidenta la publicación hace unos días del prestigiado diario británico Financial Times, que advirtió que “México se está embarcando en un experimento kafkiano para elegir a jueces". Intentó responder al rotativo con una comparación que no venía al caso y que además es mentirosa. “En muchísimos estados (de la Unión Americana) se eligen a las cortes estatales, lo que representarían las salas superiores de los tribunales de justicia en los estados de la República. En muchísimos lugares de Estados Unidos se eligen a jueces, es una práctica incluso en algunos estados, están vinculados a partido político. O sea, van como personas con el apoyo de un partido político, del Demócrata o Republicano, en Estados Unidos”, explicó.

Quizá pensó Claudia que el Financial Times es un periódico estadunidense. Y quizá olvidó aclarar que la elección de jueces en el vecino país sólo ocurre a nivel estatal, no federal. Y únicamente en 24 de los 52 estados que conforman la Unión Americana. Nada que comparar.

Por lo demás, la opinión del diario británico se suma a la de otros muchos medios y organismos internacionales que han criticado la reforma y la supuesta “elección” judicial mexicana, ninguno a favor. Ni uno solo.

La prensa internacional ha resaltado la importancia de un Poder Judicial independiente y eficaz para el fortalecimiento del Estado de derecho en México. La percepción de falta de transparencia y la posible injerencia política en la selección de los jueces han generado inquietud sobre la capacidad del sistema judicial para garantizar la justicia y proteger los derechos humanos. Diversos artículos han analizado las posibles consecuencias de esta situación, incluyendo el riesgo de erosionar la confianza en las instituciones y los inversionistas, así como el debilitamiento de la lucha contra la corrupción.

En ese sentido se han pronunciado El semanario The Econimist, británico también y los diarios estadunidenses The New York Times y The Washington Post, así como diversos organismos internacionales como Human Rights Watch, International Bar Association (IBA), el Colegio de Abogados de España (ICAM), la Fundación para el Debido Proceso (DPLF) y Amnistía Internacional (AI), han criticado severamente la reforma y advertido de los riesgos que implica para el Estado de Derecho, la normatividad democrática y los Derechos Humanos.

La Relatora de la ONU sobre independencia judicial, Margaret Satterthwaite, envió una comunicación al Gobierno mexicano expresando preocupación por la iniciativa de reforma al Poder Judicial. Señala que pone en riesgo la independencia de la judicatura y sería incompatible con los estándares internacionales.

Metiches que son.

Claro que la Presidenta Sheinbaum Pardo pudo detener a tiempo ese arrebato autoritario. Y no lo hizo, porque no se atrevió a desafiar la voz de la selva o porque simplemente no quiso. Por lo contrario: lo defendió, lo endulzó y lo impuso fast track a través de un congreso espurio con mayoría gandalla que aprobó sin ver la iniciativa original perpetrada por el Presidente López Obrador para suprimir al tercero de los Poderes de la Unión, el Judicial, a partir de una descalificación generalizada de sus integrantes.

Ahora ella, solo ella, tendrá que asumir la responsabilidad histórica de esta aberración que por lo pronto cancela la vida democrática del país y nos regresa cuando menos 30 años atrás.

El 1 de junio es sin duda una fecha importante. En lo personal, ese día era el cumpleaños de mi padre, don José Ortiz y Ortiz, que nació hace 116 años, en 1909. También es el Día de la Marina, cuya celebración tiene esta vez una significación muy especial, luego de la tragedia del buque Cuauhtémoc en Nueva York en el que murieron una cadete y un marinero.

Una buena idea frente al caos, la farsa y el desmadre que culminarán el domingo próximo puede ser aprovechar ese primer día de junio para un paseo dominical por Chapultepec. Visitar el zoológico, por ejemplo. Observar sin prisa las hienas y los osos polares, a las jirafas, al jaguar y a los monos. Luego salir y caminar por la orilla del Lago Mayor mirando los patos y las lanchas que surcan el agua, para finalmente perderse en el bosque de fresnos y ahuehuetes por la calzada de los Poetas, con un buen libro bajo el brazo. Y respirar profundo. Muy profundo. Válgame.


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