Y se siente en la peor soledad de la vida… Entonces, tiene deseos de salir a la calle y tomar café en un restaurante… Y dice: “Tengo necesidad de que me halaguen”…

ROMPEOLAS: La frase memorable, citable, recordable y bíblica de María Callas encierra la razón poderosa de ser y estar y vivir de los artistas… Cierto, pero de igual modo, de las tribus políticas… Digamos, alrededor de la premisa universal de que el halago significa la gran industria del incienso… El halago sin cesar tanto en el primer, segundo y tercero círculo del poder de los políticos encumbrados como el halago en los medios y en el halago en los mítines y el halago en la vida pública y privada… Hay días, aseguraba Calígula, cuando me siento dios…

ARRECIFES: Y el día cuando nadie lo halagaba, entonces, pensaba, creía, percibía, que su gente lo estaba traicionando… Y lo peor, Calígula solía especular sobre el nombre de los traidores y a quienes ordenaba matar… Peor, mucho peor, cuando advertía que los demás halagaban a otro, un jefe subalterno, un líder en el Congreso, un edil, un adversario… Entonces, enfurecía y se cobraba venganza ajustando cuentas… El halago en un político se vuelve peor, mucho peor, que una droga y el sexo… El emperador Octavio se enceló del halago, primero, a su antecesor Julio César y después a Marco Antonio y les declaró la guerra y presionó a Cleopatra, la amante de ambos, hasta que ella, con los nervios a punto de estallar, prefirió suicidarse…

ESCOLLERAS: La industria del halago suele darse en todos los niveles políticos… Y también, empresariales… Es más, el ego de un ser humano suele transformarse en súper ego… Y entre más lo halagan, más halagos desea y espera… Más todavía: el tiradero de incienso sirve a los súbditos y subordinados para escalar el peldaño del poder lo más pronto posible… El secreto está cuajar en la parte sensible de la vanidad humana… Y, claro, saber las artes del halago para evitar ser prosaico, barato y demagógico… Un incienso de altura… Nada de vulgaridades frívolas y vanidosas…

PLAZOLETA: Entre políticos, el halago suele crear el famoso mimetismo… Es la actitud aquella cuando los empleados hablan, gesticulan, ademanean, caminan y se visten como los jefes de jefes… Incluso, hasta suelen peinarse igual que el jefe o la jefa… Y tomar la misma bebida que ellos… Y los mismos alimentos tratándose de una reunión gastronómica… Y repitiendo cuantas veces sea necesaria la famosa frasecita de “Sí, señor, a sus órdenes”… Y de ñapa la otra frasecita de “si usted me dice rana yo brinco”… (lv)