La hora de la Universidad Veracruzana
1 (Tres exrectores ante Martín Aguilar)
Es la hora de la Universidad Veracruzana, UV. La hora de elegir a un nuevo rector.
El rector en funciones, doctor egresado de la Sorbona, Martín Aguilar Sánchez, anotándose.
Y levantando la mano cuando de acuerdo con la Ley Orgánica, el tiempo ya se le pasó.
Los años que tiene. El veto a los años.
Entonces, un trío de exrectores (Sara Ladrón de Guevara, Raúl Arias Lovillo y Víctor Arredondo Álvarez) ha enviado una cartita a la Junta de Gobierno.
Simplemente, pidiendo se apeguen a la ley.
Con todo, el profe Martín Aguilar en la hora decisiva de su vida.
Si en efecto la ley lo veta, la decisión superior.
Entra a la historia académica de Veracruz como un Francisco I. Madero reclamando “el sufragio efectivo no reelección”.
O entra como un Porfirio Díaz Mori reeligiéndose el número de ocasiones a tono con su ambición y codicia.
Incluso, como un Benito Juárez García, quien se reeligiera durante quince años y le parara porque se le atravesó una angina de pecho y que era mortal en la época y falleció en Palacio Nacional donde vivía con su hijo y tres hijas casadas.
La hora, dirían en el rancho, de “la cruda verdad, la cruda realidad”.
Los primeros cuatro años se han ido.
Quizá el doctor Aguilar Sánchez nunca miró el futuro y se abstuvo, por ejemplo, de modificar la Ley Orgánica.
Acaso la sintió fácil como jefe máximo de la UV y con una Junta de Gobierno, digamos, a modo.
En todo caso, el rector ante sí mismo y frente a su conciencia académica y social y política.
El trío de antecesores apretando “el índice en la llaga purulenta”:
Está en riesgo la autonomía, exponen.
“El compromiso ético y social”.
La Junta de Gobierno ha de tomar una decisión “libre de cualquier tipo de presión o injerencia externa como interna”.
Los tres exrectores, abandonando el silencio y expresándose.
Sin medias tintas ni dobleces.
Reclamando el legítimo derecho democrático en la máxima casa de estudios.
2 (La ley Nahle, la ley Martín Aguilar)
En los días que caminan nadie pensaría en un manotazo legislativo para adecuar a la ley a la medida del maestro Martín Aguilar y abrir la posibilidad de su reelección.
Digamos, como cuando en la era Cuitláhuac, la Ley Nahle fue aprobada fast track.
Todo, sin embargo, puede ocurrir.
En la política, nunca han existido los imposibles.
3 (Un hombre y su conciencia…)
De acuerdo con la ley, el doctor Aguilar Sánchez ya tuvo espacio y tiempo como rector.
Ahora, digamos, de vuelta al salón de clases y al cubículo de investigador.
Y/o en todo caso, si ya cumplió los treinta años de servicio ininterrumpido a la UV, jubilarse y pensionarse.
Y a escribir, por ejemplo, quizá, sus memorias.
Desde aquellos tiempos primerizos como investigador social y simpatizante de las causas “difíciles y desesperadas”.
El cronista de los movimientos políticos del Veracruz indígena y rural.
Y/o como aquel mexicano recién graduado en California, EU, y quien a loas 82 años obtuvo título en Sistemas.
La hora, digamos, de reinventarse.
La decisión (claro, merecido lo tendrá) de leer y escuchar música y tomar lecherito con canilla con los amigos en el café preferido, como en París a la orilla del río Sena.
Pero, bueno, ya se verá la decisión superior. (lv)