Dormir 4 horas
**Energía arrolladora
**Un cuerpo educado
EMBARCADERO: De acuerdo con el médico general, una persona necesita dormir, aprox., siete, ocho horas diarias para volver a llenar de vitalidad el cuerpo... Pero hay quienes se han acostumbrado y habituado a dormir unas cuatro, cinco horas, máximas... Suficiente para agarrarse a trompadas con la vida en cada amanecer... Por ejemplo, el doctor Diódoro Cobo Peña, maestro en el Ilustre Instituto Veracruzana y en la antigua Facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana,
únicamente dormía cuatro horas diarias…Y siempre con una energía intensa y arrolladora…
ROMPEOLAS: El maestro Diódoro Cobo dormía cuatro horas porque el resto las ocupaba en tareas fundamentales… Además de sus horas en el salón de clases, atendía el consultorio médico como cardiólogo de niños… Y escribía… Y leía para actualizarse y documentarse… Escribió unos ocho libros sobre Literatura, Filosofía, Pedagogía y Lógica, sus materias básicas… Todos los días destinaba dos horas para mirar (y admirar) la función en los cines locales… Así era y fue su vida… Incluso, sábados y domingos… Nunca se quedó en la hamaca más de cuatro horas diarias…
ARRECIFES: Los guerreros descritos por Homero en “La Ilíada” y “La Odisea” también solían dormir unas cuatro y cinco horas… Siempre en vigilia… Y en la ofensiva y la contraofensiva… Y de guardia sin bostezar ni adormilarse… Y menos, porque al lado de ellos estaban los dioses esotéricos también luchando… Y en igualdad que los humanos… Cuerpo a cuerpo… Flechazos contra flechazos… Hondas contra hondas… En la Grecia clásica, Sócrates y Séneca, famosos porque también dormían entre cuatro y cinco horas diarias… Por encima de todo, el estudio y el debate… En el día, en la plaza pública… Y en la noche, entre ellos…
ESCOLLERAS: El profe Diódoro Cobo tenía “una salud a prueba de bomba” según comentaba el maestro Francisco Gutiérrez González, quien fuera director de la Facultad de Periodismo de la UV… Además, nunca, jamás, enfermaba… Parecía que dormir cuatro horas le daba un plus en su salud física y mental… Igual, igualito, por ejemplo, que el filósofo Héctor Rodríguez, pensionado de la UNAM luego de treinta años ininterrumpidos como académico… Por desgracia, y a diferencia de Diódoro Cobo, nunca escribió ni dejó apuntes para los discípulos y seguidores que lo respetaban y admiraban…
PLAZOLETA: En contraparte, hay personas que duermen hasta doce horas diarias… Y si es posible, varias más… Así, tal cual, se han acostumbrado… Y cuando lo han descubierto, el cuerpo les reclama tirarse en la cama y luego luego apenas rozan la almohada están roncando… “Soy muy dormilón” se explican y justifican… Pero, bueno, sobra y basta con educar y volver a educar el cuerpo… Y, claro, reeducar la mente, el cerebro, las neuronas… Más cuando de por medio existen tantos pendientes… Y la vida se va agotando con los años, los males y los achaques… Y la pésima calidad de vida… (lv)