Políticos Bienaventurados
1 (Y también familias y compadritos y socios)
¡Bienaventurados los políticos que serán elegidos como presidentes municipales, síndicos y regidores el domingo 1 de junio en Veracruz!
¡Bienaventurados todos ellos porque durante cuatro años seguiditos serán los dueños del día y de la noche!
¡Y del destino individual, familiar y colectivo de muchos, muchísimos ciudadanos de a pie y motorizados!
¡Bienaventurados ellos y sus familias, parejas, hijos, hermanos, tíos, primos y abuelos!
¡Y bienaventurados los amigos, los aliados, los socios y los cómplices en los negocitos lícitos e ilícitos!
¡Y bienaventurados porque en nombre del poder político también podrán beneficiar a las barbies (y los Ken) en turno!
Cuatro años encaramados en el peldaño más alto del poder político, sinónimo a su vez del poder económico y social.
Ahora sí, como aquella, podrán repetirse “Aquí mando yo”.
La historia resulta indicativa y significativa:
Durante más de setenta años, las tribus priistas “ordeñaron la vaca” y “metieron las manos al cajón” y encumbraron a México en el primer lugar mundial de corrupción política.
Y rara, extraordinaria ocasión, uno que otro político fue encarcelado, digamos, aquellos en un ajuste de cuentas.
¡Bendito el Ser Superior tan generoso con los políticos!
¡Hosanna, hosanna!
Así, tal cual, es, ha sido, será, el eje rector de los políticos.
Por ejemplo, luego de 78 (setenta y ocho) gobernadores de Veracruz, el resultado social y económico es el siguiente:
Seis de cada diez habitantes en la miseria, la pobreza y la jodidez.
El desempleo, el subempleo y los salarios pichurrientos.
Y en la migración a Estados Unidos, migrantes sin papeles, un millón.
Por eso mismo, bienaventuradas las tribus políticas elegidas el dominguito primero de junio.
¡Vamos, pues, todos, con fervor cívico a sufragar por ellos en las urnas!
En todo caso, refiere el viejito del barrio, “la esperanza (social) es lo último que muere”.
Otra vez, hosanna, hosanna, porfis, gracias, muchísimas gracias.
2 (Sacarse la Lotería y sin jugar)
En el país (ya se sabe y de sobra) la familia y los amiguitos de quienes se encumbran en un cargo público son bienaventurados porque en automático significa que ellos obtuvieron el premio Mayor de la Lotería Nacional y/o del Melate.
Además, y sin jugar ni comprar un cachito.
Se trata de una parte de la política. Un hábito, una costumbre, una tradición, una cultura proveniente de muchos, muchísimos años y hasta siglos.
Los emperadores aztecas, Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc eran hermanos y primos.
Y cuando Hernán Cortés llegó a México, Moctezuma y el resto de caciques indígenas desde Yucatán hasta Veracruz y la vieja Tenochtitlán les regalaron veinte doncellas, todas vírgenes, todas de veinte años de edad para el consumo de Cortés y su gente.
Además, les enviaron dos burritos cargados de oro y lo que despertara más, mucho más, la ambición y la codicia de todos ellos.
Entonces, saquear el presupuesto y saquear el erario está considerado un hecho religioso normal.
Lo decía un expresidente municipal del PRI: “Dejé de ser alcalde y dejé de ser pobre”.
Y se echaba sonora carcajada de mandamás y pudiente.
¡Bienaventurados todos ellos por sacarse la lotería!
Agustín Acosta Lagunes tomó posesión de gobernador. Y dejó fuera a un político. Semanas después, el político le dijo:
“Ya repartiste todo. Y me excluiste. Ahora solo te pido me invites a uno que otro acto público. Me subas al templete y abraces delante todos. Del resto… yo me encargo”.
Lo decía y con orgullo el tuxpeño César “El tlacuache” Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Y el día cuando lo dejaron fuera se quitó la vida.
¡Ah, los Morenacos dicen: “No somos iguales!
Una frasecita chistocita, claro, para “curarse en salud”.
3 (La diosa perra del erario)
Con las historias de la corrupción política bien podría dibujarse un mural carnavalesco de la política y los políticos.
Más, cuando unos a otros se acusan de pillos, ladrones, corruptos y corruptazos.
Incluso, hasta de criminales.
Y de paso, con las malas y peligrosas amistades.
Todo, por ganar y quedarse con “la diosa perra del éxito”.
La diosa perra del dinero.
Y del oro.
Y del incienso.
Y, claro, la feroz y ruda y dura competencia entre los feligreses de cada capilla partidista para endiosar a los jefes máximos, anexos y conexos.
“Nada de lo humano es ajeno” escribió Miguel de Unamuno. (lv)