Edad de Oro…
**En cada pueblo
**Igualdad económica
UNO. La Edad de Oro
Por fortuna, y para continuar soñando de vez en vez con una vida mejor, en una que otra ocasión se ha tenido la denominada Edad de Oro de cada pueblo y nación.
Tiempo, por ejemplo, cuando se ha creído en la posibilidad de la igualdad económica y social y la procuración de justicia.
Pero por desventura para todos, únicamente han sido (y serán) momentos estelares. Ráfagas. Tormentas intensas y volcánicas, pero efímeras.
Tsunamis de optimismo, pero diluidos al día siguiente.
DOS. Ay, los soñadores…
Por ejemplo, la Edad de Oro en los movimientos estudiantiles del 68 en París, Checoslovaquia, Estados Unidos y México.
La Edad de Oro en México, por cierto, con el subcomandante Marcos en Chiapas soñando con la más alta expresión de la justicia económica y social para los indígenas.
Ernesto el Che Guevara, creyendo que con su guerrilla crearía otro Vietnam, mejor dicho, otra Cuba en Angola, primero, y después, en Bolivia, donde unos soldados lo detuvieran y un soldado le pegara el tiro de gracia.
Jan Palace, el chico de 21 años de Checoslovaquia, quien se prendiera fuego en protesta a la invasión rusa a su patria, soñando con la libertad y la independencia y la autonomía.
TRES. Crucificado en el Gólgota
Carlos Marx, Federico Engels y Lenin, soñando con “La dictadura del proletariado”.
Vaya, Jesucristo soñando con el advenimiento de un bello día. El día del ser humano. El día de los diez mandamientos. El día de la bondad y la justicia. Y crucificado en el Gólgota.
Los doce apóstoles de Jesús creando la primera (y única) Comuna en las goteras de Jerusalén, digamos, una especie de paraíso celestial en la tierra.
Juan Bautista, el primo hermano de Jesús, predicando la Buena Nueva, pero encarcelado y decapitado por Herodes únicamente para tener en su tálamo a la bella Salomé bailándole “La danza del vientre”.
CUATRO. Amigos traidores
El poeta Ernesto Cardenal soñando con su comuna en Solentiname, en Nicaragua. Pero terminando como gran intento fallido embestido por su examigo, Daniel Ortega, el dictador nica peor que Anastasio Somoza.
Francisco I. Madero con su “Sufragio, no reelección”, traicionado por su amigo, Victoriano Huerta, para apropiarse del poder presidencial, y asesinado en las goteras de la Ciudad de México con tiros en la espalda y el tiro de gracia.
Emiliano Zapata, emboscado en la hacienda de Chinameca, por el coronel Jesús Guajardo, quien se fingió su amigo.
Y lo más indicativo, sin detenerse a pensar y cavilar que los únicos que suelen traicionar en la vida son los amigos pues los enemigos enemigos son.
Salvador Allende, el presidente mártir de Chile, quien prefirió pegarse un tiro antes que caer prisionero de su examigo, Augusto Pinochet.
CINCO. Riesgo de la frustración
Momentos estelares, Edades de Oro, en la vida de los pueblos.
El resultado en México es el siguiente:
Seis de cada diez mexicanos, en la miseria, la pobreza, la jodidez y la migración a Estados Unidos.
Cientos, miles de familias buscando a los suyos secuestrados y desaparecidos (más de ciento veinte mil) y clamando simple y llanamente justicia y que pareciera mucho, demasiado, excesivo esperar y pedir.
Y ni hablar, sólo resta seguir pateando el balón.
Empujando la carreta.
Remando la canoa.
Explorando zaguanes.
Y con mucha, muchísima fe y esperanzas en uno mismo.
Creer y confiar en los demás significa el riesgo del desencanto y la frustración. (lv)