El presbítero las tenía convencidas de la dicha y la felicidad en el otro extremo de la tierra…

ROMPEOLAS: Las dos tuvieron el primer amor al mismo tiempo… Las dos, se casaron la misma tarde en la iglesia del pueblo… Las dos tuvieron la misma fiesta… Las dos encargaron al primer hijo el mismo día… Las dos procrearon par de hijos… Nunca, jamás, entre ellas, la duda, la sospecha, la mentira, el engaño, la traición, la puñalada trapera… Incluso, se declararon hermanas putativas… Y se querían y amaban y respetaban más, mucho más, que si fueran hermanas carnales…

ARRECIFES: Apenas, apenitas, estudiaron la escuela primaria… Los padres de ambas, campesinos, miraban en la mujer el destino matrimonial… Y por eso mismo, para ellos, la mujer ningún estudio superior necesitaba en el siglo pasado… Y ellas, acatando con prudencia y tolerancia las órdenes paternales… Las madres de ambas les contaban el tiempo cuando los Carrancistas llegaban al pueblo avasallando con todo… Entre otros hechos, llevándose a las mujeres jóvenes… Y en la casa de uno de los padres construyeron un sótano impenetrable donde el par de amigas, más las hermanas de ambas, con sus señoras madres, se escondían mientras el tsunami humano permanecía en el pueblo…

ESCOLLERAS: Nunca migraron del rancho… Toda la vida, hasta los setenta años cuando ambas, en efecto, murieran la misma semana, únicamente conocieron la felicidad en el rancho… Una se llamaba Blanca y la otra Guadalupe… Su única distracción era rezar el rosario en la tarde en la capillita… Y luego, platicar entre ellas y con las mujeres contemporáneas y sobre las vivencias en cada amanecer… De vez en vez le daban a la manualidad y a tejer chambritas y vestiditos para las niñas… Y unas a otras se apoyaban cuando el punto de cruz se dificultaba…

PLAZOLETA: Fue aquella una amistad excepcional… De hecho, como dice el viejito del barrio, “a prueba de bomba”… También leían… Y su única lectura era, por cierto, la Biblia… Y eran capaces de recitar de memoria páginas completas de algún libro religioso… Sabrá el chamán el número de ocasione en que releyeron la Biblia… En las noches, solían reunirse para escuchar la hora romántica de Agustín Lara, el Flaco de Oro, en la XEW… Y entre la Biblia y el músico-poeta alcanzaron la dicha inmensa… (lv)