Era Nahle: la primera reportera asesinada
-Avisack Douglas siempre trabajó en un ambiente hostil: lcaldes represores, policías corruptos, colegas vinculados al narcotráfico
-La CEAPP le otorgó medidas cautelares y se mudó a vivir a Xalapa en ocaso del sexenio del priista, Javier Duarte, y el arranque de Yunes Linares
-Desde el 2018, Cuitláhuac García la integró como Jefa de Prensa de la Secretaría de Salud y acabado el primer piso de la 4T le dieron las gracias
-Douglas se integró en campaña política para apoyar a Xóchilt Tress y un atentado en contra de la candidata la privó de la vida/NOÉ ZAVALETA
A la periodista chiapaneca Avisack Douglas Coronado le gustaba contar y caminar sus propias historias: Violencia, desaparecidos, migrantes centroamericanos y bloqueos carreteros fueron su agenda en el tiempo que anduvo en los periódicos Imagen, Diario del Istmo y la radio Ke Buena de Acayucan.
A Douglas la conocí en el 2014 en la cabecera de Acayucan, durante un taller de crónica que impartí para la Asociación de Periodistas de Acayucan. Ella y otros dos colegas más mostraron un interés particular en hacer periodismo a través de la narrativa y descripción de los hechos y no desde las verdades absolutistas de la clase política y de la declaracionitis de los caciques ganaderos de la región.
Avisack, en aquel entonces de 36 años de edad, escribía en el periódico y trabajaba para una radio. Acabado el taller de crónica fuimos por una paleta de hielo a la nevería más cercana. Me contó el ambiente hostil del sur del estado: los abusos de varios alcaldes de la región sur de Veracruz, las ligas criminales del entonces Secretario de Gobierno, Érick Lagos, con caciques de la región y cómo la Policía Estatal de Veracruz estaba a la orden y al servicio de la organización criminal de Los Zetas y para muestra el caso documentado de “La Sota de Oro”, que derivó en la primera fosa clandestina descubierta en el estado, precisamente en Acayucan.
A sugerencia de Douglas se nos ocurrió trabajar juntos el texto de la desaparición de Gabriel “Cuco” Fonseca, “El Niño Periodista”, desaparecido el 15 de septiembre del 2011 en Acayucan y del cual 14 años después no se tiene ni una sola pista de cómo se desapareció y cuál fue su fatídico destino.
El texto sería publicado en una ONG extranjera y traducida del español al inglés. La idea nos entusiasmó sobremanera a ambos. Sobre la fecha de publicación y en la última edición, Avisack reculó y se negó sistemáticamente a que apareciera su crédito: “Sólo fírmala tú” me dijo.
Tuvieron que pasar un par de años para que Douglas me confesara que algunos de sus propios colegas -entre ellos Gumaro Pérez, acribillado en diciembre del 2017- ya estaban en la nómina de Los Zetas y del comandante “H” (Hernán Martínez Zavaleta) y lo que menos quería -me explicó- eran “roces” y “problemas” con reporteros que veía casi a diario.
Douglas fue tutelando el texto y recabando información, armando la columna vertebral y la hipótesis de la desaparición de “Cuco” Fonseca. Yo sólo le fui auxiliando en acomodar una línea de tiempo en la crónica y cubriendo lagunas o dudas que pudiera tener el lector.
Mientras Douglas y yo le dábamos los últimos toques al texto en el verano del 2016 -el último año de gobierno de Duarte- el sur del estado se desangraba con una ola de violencia, levantones de algunos hijos de políticos priistas, de empresarios y ganaderos y una ola de secuestro muy peculiar en Coatzacoalcos, que la convirtió en una de las ciudades más violentas del país.
Ya con Miguel Ángel Yunes como gobernador, pero con la misma narco policía al frente de Veracruz, en el 2017, Avisack me telefoneo para consultarme qué opinaba de recurrir a la CEAPP, pues sujetos desconocidos habían roto con una piedra el cristal de la puerta de su casa para dejarle un mensaje intimidante.
La reportera no tenía duda alguna, la amenaza provenía de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz por haber hecho una nota donde exhibía los turbios negocios entre la empresa Cosmocolor y la propia SSP que significaba millones de pesos de ingresos para los delegados de la corporación policiaca. La empresa, sería demandada casi dos años después -para curarse en salud- por la propia dependencia policiaca.
El problema de meterse con la autoridad, Douglas y yo lo sabíamos: la Policía Estatal y los agentes del Ministerio Público también se encontraban sometidos o cooptados por las bandas criminales, como con Duarte, igual que con Yunes y como seguiría con Cuitláhuac García.
Antes de que se mudara a Xalapa, Avisack y yo nos encontramos varías veces en el sur del estado. Nos tocó caminar la Caravana de Migrantes Centroamericanos en Búsqueda de sus Hijos Desaparecidos.
La recuerdo un día, uniformada con el típico traje de Diario del Istmo, con un calor sofocante y ella con sus chinos todos alborotados, recargada en un ventanal de la iglesia que albergaba hondureños y salvadoreños, tecleando sus textos de la caravana, mientras se quejaba, de que recientemente le habían censurado una nota en Imagen, pues el jefe de plaza de Los Zetas había mandado con un “achichincle” un “fajo de billetes” a un columnista de Imagen, quien había “parado” la información y acomodado a la conveniencia del grupo criminal.
Recuerdo que le dije: “No sé cómo tienes el pinche estomago e hígado para aguantar eso. Yo ya habría salido corriendo a Ciudad de México”. “Tú porque no tienes hijas que mantener -me dijo-, pero sí, necesito ya cambiar de aires”. Me insistió.
También la recuerdo cenando en una fonda de hamburguesas de Tierra Blanca, cubriendo la desaparición de los cinco jóvenes de Playa Vicente en enero del 2016. En la mesa estábamos en orden de aires de grandeza y soberbia, Miguel Ángel León Carmona, Noé Zavaleta y Avisack Douglas.
Al poco rato se integraría a la mesa el periodista de El País, el español Pablo Ferri, quien hizo a un lado las ínfulas de León y las mías y prefirió platicar con la reportera que caminaba el sur del estado y conocía más los entretelones de los gobiernos municipales y la autoridad criminal.
Al otro día, en la misa de la iglesia principal de Tierra Blanca para exigir la aparición con vida de los cinco jóvenes de Playa Vicente, Avisack, junto con otra media docena de reporteros tuvimos que aguantar vara que los lugareños y fervientes católicos nos gritaran “buitres” y “aves carroñeras” por cubrir la liturgia al interior del recinto católico y no esperar afuera.
Douglas sólo reía tenuemente y decía: “Pa´gente, no entiende nada; ni me enojo, me tengo que apurar que ya me están pidiendo mis notas”.
La última vez que vi a Douglas fue en la Fiscalía General del Estado (FGE) en septiembre del 2016, me acompañó a la ratificación de mi denuncia en contra de funcionarios de la Dirección de Política Regional, Secretaría de Seguridad Pública y el empresario amigo de Duarte, José Abella, a raíz de la publicación del libro “El Infierno de Javier Duarte”.
Lo hizo por solidaridad, por empatía y porque me tenía que actualizar datos de su mudanza a Xalapa. Cambió de aires -al menos por unos meses-, y dejó descansar tantito el sur de la entidad.
Yo partiría algunos meses a Ciudad de México, luego andaría del tingo al tango y cuando reaccioné ya el siguiente telefonema fue para presentarse como jefa de Prensa de la Secretaría de Salud: “A tus órdenes” me dijo. El distanciamiento periodístico se dio de forma natural.
Avisack Douglas fue asesinada el miércoles pasado en un atentado en contra de su nueva jefa, la candidata de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Rodríguez Clara, Xóchilt Tress. Un grupo de sicarios irrumpió en la casa de campaña y rafagueó intensamente la fachada. Fatídica casualidad, Avisack y otros miembros del staff de Tress se encontraban afuera.
Una bala penetró por la espalda de la jefa de prensa y salió por el abdomen, aún con vida fue llevada al hospital de Oluta, perdió la vida un par de horas después. Douglas deja en la orfandad a sus dos hijas y a un gremio dolido, pues en Xalapa y en el sur del estado Douglas Coronado, de 47 años de edad, era muy apreciada por el gremio periodístico.
Avisack Douglas, bajo la guardia, ella siempre trabajó en un ambiente hostil. Con alcaldes represores, con policías corruptos, con colegas vinculados al narcotráfico, en su época de jefa de prensa con servidores públicos incompetentes.
Desde el 2018, el gobierno de Cuitláhuac García la integró como jefa de Prensa de la Secretaría de Salud, pero acabando el primer piso de la 4T le dieron las gracias.
Douglas se integró en campaña política para apoyar a Xóchilt Tress -actual pareja sentimental del exgobernador, Javier Duarte-; sus tareas, además de prensa, eran de asistente particular y fotógrafa. Jamás imaginó que, en dicha encomienda, un atentado cobarde le impedirían cubrir el próximo proceso electoral.
El cobarde asesinato sacudió al gremio periodístico, dolió en lo más profundo de quienes convivieron con ella. Muchos nos indignamos por todos aquellos “periodistas clickeros” que por ganarse cien likes subieron el video o las fotografías de Avisack aún con signos vitales. Cómo en Tierra Blanca, ahora si se vieron cómo buitres carroñeros.
Avisack Douglas se convierte, sin quererlo, ni pretenderlo, en la primera periodista asesinada en el sexenio de la gobernadora morenista, Norma Rocío Nahle García. Quisiéramos que fuera el último luto del gremio, pero a como están las cosas sabemos que no será así.