Lo peor de la vida:
**Vivir sin pasiones
**Razón de ser
ESCALERAS: Está probado y comprobado que ningún ser humano puede vivir sin una pasión. Una razón de ser y con peso y de peso. Un argumento poderoso para levantarse cada amanecer con ganas de escalar el cielo por más grisáceo que pudiera estar.
Por lo común, la pasión más conocida es por el alcohol. Por eso, incluso, y ante el fracaso de la ciencia médica, la operación eficiente y eficaz de la ONG “Alcohólicos Anónimos”, erradicar el mal a través de terapias sicológicas colectivas, en grupo, de sesión en sesión.
Otra pasión intensa y volcánica, revolcada y turbulenta, es coleccionar mujeres como si se tratara de un carrusel de caballitos en feria pueblerina y aldeana.
PASAMANOS: Y, claro, la pasión desenfrenada por el sexo. Unos les llaman sicópatas.
Hay pasiones insólitas. Por ejemplo, la pasión de una persona por la religión. La iglesia católica y apostólica. Las oraciones. “El olor a incienso. El tañido de las campanas” (Iréne Némirovsky).
Los sacerdotes. Las monjas. Los ministros de Dios.
Desde luego, también ha de incluirse la pasión social. Digamos, la obsesiva obsesión de servir a los demás. A los otros. A los ciudadanos de a pie y motorizados.
Por lo general, se trata de una pasión de los políticos y que, bueno, y por desventura, cuando se encumbran la pasión social se vuelve, por arte de magia, y porque además es el ADN, rebatinga del dinero público.
El ejercicio de la política con sentido patrimonialista.
Primero yo. Después yo. Al último yo. Yo y mi familia. Los míos.
CORREDORES: La pasión social también incide en los activistas. Las ONG. Las asociaciones políticas. Incluso, religiosas.
La pasión por la familia. La esposa. Los hijos. Los hermanos. Los tíos. Los primos. Los abuelos.
BALCONES: En el más elevado altar social y religioso, por ejemplo, la madre Teresa de Calcuta.
Gandhi. José Mujica. Salvador Allende. Ernesto el Che Guevara. Lenin.
Quizá una parte de Emiliano Zapata. Y de Pancho Villa. El general Felipe Ángeles.
Y una parte de Francisco I. Madero. El mártir político del siglo XX.
Vaya, Miguel Hidalgo. José María Morelos. Doña Josefa Ortiz de Domínguez. La mayoría de las Adelitas de la Revolución Mexicana.
Los obispos Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz.
La señora Rosario Ibarra de Piedra.
Don Julio Scherer García, el santo varón del periodismo continental.
La vida por un ideal. Y un ideal social.
Los principios. Los valores. La moral pública. La ética.
PASILLOS: La pasión suele convertir a una persona en una especie de Flechador de la Luna.
El flechador que todos los días dispara a la luna obsesionado con rozar la superficie lunar.
Al mismo tiempo, vaya paradoja, consciente de que nunca llegará.
Pero de todos, seguro de que sus flechas seguirán más lejos que todos.
Y como destino personal y social, empujando la carreta, aunque la carreta esté destartalada.
Pateando el balón, aunque el balón este desinflado.
Remando la canoa.
Explorando zaguanes.
Soñando con lo imposible con todo que en el movimiento estudiantil del 68 en París, los estudiantes escribieron en una pared de la Universidad de Nanterre que “lo imposible no existe”. (lv)